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La embajada en la FAO no hace feliz a Benedetti: “No es lo que hubiera querido. Yo elegí a Petro”

El exembajador de Venezuela regresa al Gobierno a siete meses de su destitución a raíz de un escándalo en el que llegó a hablar de financiación ilegal en la campaña presidencial

Inés Santaeulalia
Gustavo Petro
Gustavo Petro con el exembajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti.RR.SS @armandobenedetti

Armando Benedetti se llevará todo su rencor a Roma. El exembajador en Venezuela, que fue destituido de ese cargo por el presidente Gustavo Petro el pasado junio, ha sido rescatado del ostracismo con un puesto creado ex profeso. Benedetti será embajador de Colombia ante la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), una función que hasta ahora cumplía la embajadora en Italia. Un cargo al que accede después de protagonizar un culebrón que rumió durante meses en silencio, al sentirse traicionado y desterrado en Caracas, y en el que llegó a señalar al presidente de consumir drogas, habló de una supuesta financiación ilegal en la campaña e insultó a la número dos de Petro, Laura Sarabia. El episodio acabó con él y Sarabia, pero la puerta de salida que les enseñó el presidente al destituirlos se volvió giratoria. Ella regresó hace unos meses; él lo hace ahora, aunque sigue mostrándose como el gran ofendido: “Tuve que ver mucho, por no decir que yo elegí a Petro. Así que me merecía lo que fuera y esto no es lo que hubiera querido, pero es lo mejor”.

Es difícil saber la razón concreta por la que Petro recupera a Benedetti, ya que lo único que se ha dado a conocer es el nombramiento en un escueto comunicado. Pero si el presidente esperaba algún tipo de agradecimiento o, simplemente, silencio, no es con lo que se ha encontrado este miércoles. Mientras el periodista Julio Sánchez Cristo estaba comentando la noticia en su programa de W Radio, Benedetti empezó a escribirle mensajes de whatsapp que se leyeron en antena: “Aquí solo hay la historia de una traición. Así que deja la película y deja el libreto que te hace Laura. Si yo hubiera estado ahí, no hubiera pasado nada de todas las inexperiencias”. Esto, con traducción simultánea, significa que Benedetti aún se lame las heridas de los celos que provocaron que su antigua subordinada se ganara la confianza del presidente.

Para entender esta historia de celos hay que remontarse a la campaña electoral. Petro, al que el poder tradicional consideraba un exguerrillero peligroso, sabía que nunca podría ganar unas elecciones sin un caballo de Troya que supiera moverse y abrirle hueco en parte de esas élites que dirigen el país en lo económico, lo político y lo social. Benedetti, un viejo zorro del poder, se arrimó al calor de un candidato en auge y pronto se volvió su sombra. Como jefe de campaña le abrió puertas a Petro que seguramente nunca se le habrían abierto solas. Mientras, en un discreto segundo plano, Sarabia -secretaria personal de Benedetti desde hacía años- cuadraba la agenda imposible de los dos que llevó a la extraña pareja de políticos por todo el país en una campaña que logró alejar los temores que generaba el líder de la izquierda. Su unión resultó un éxito. Con el triunfo, Benedetti ya se veía, por lo menos, ministro.

Su nombramiento como embajador de Venezuela le pareció una forma de alejarlo del poder, muy poco pago para el trabajo prestado. Pero no fue eso lo que más le dolió. Lo que no pudo soportar fue que Sarabia se convirtiera en la mano derecha de Petro. En unos audios filtrados aquellos días enloquecidos que acabaron con los dos fuera del Gobierno, Benedetti insulta a Sarabia con frases como estas: “No vales nada”, “se ha portado como una hija de puta después de todo lo que yo hice por usted”, “¡usted está allá por mí, hija de puta, por mí!”.

En las grabaciones se le escucha perder los nervios. Benedetti siente que Sarabia lo ha traicionado y que se quedó con el puesto que él tanto ansiaba, le exige que lo devuelva a Bogotá con un puesto cercano al presidente. El rencor no parece haberse rebajado con los meses. Ni siquiera tuvo efecto aquella especie de arrepentimiento con el que entonces trató de zanjar la polémica con una frase que parecía sacada del final de un bolero: “Me dejé llevar por la rabia y el trago”. Este miércoles, Benedetti acusó a Sánchez Cristo de trabajar al dictado de la misma Laura y se siguió arrogando la victoria del presidente. No solo eso, volvió a mostrarse convencido de que si fuera él el que acompañara a Petro, al Gobierno le iría mejor.

Hasta este jueves, cuando tomó posesión, no hubo una palabra de agradecimiento a un nombramiento que ha levantado ampollas en no pocos sectores y que al propio Benedetti le puede volver a cambiar el horizonte judicial. Los procesos que sigue la Corte Suprema de Justicia contra él podrían ser enviados ahora a la Fiscalía, aunque como en tantas cosas hay debate entre abogados. De haber cambios, eso dilatará cualquier decisión y le podría hacer ganar tiempo hacia la prescripción de las causas. Benedetti, en lo que considera una persecución judicial, está pendiente de al menos cinco procesos por delitos como tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, lavado de activos o amenazas a funcionarios.

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Las críticas, por otra parte, arrecian. Para empezar, el cuerpo de funcionarios diplomáticos de carrera expuso su contrariedad a un nombramiento que consideran inexplicable: “Benedetti no cumple con el total de requisitos formales para desempeñarse como Embajador, cargo para el cual se exige al aspirante acreditar el dominio de un idioma de uso diplomático distinto al español o del país de destino, situación que en este caso no se cumple. Adicionalmente, no pertenece a la Carrera Diplomática, no ha ingresado por concurso público, no ha pasado por el proceso jerarquizado basado en el mérito y no ha tenido que demostrar un proceso de continua especialización en cargos diplomáticos y consulares”.

La oposición, por supuesto, ha salido en tromba, pero incluso parte de los seguidores del presidente siguen sin entender por qué mantener con vida a un político tan explosivo como astuto que ha sabido moverse a su antojo en el uribismo, el santismo y ahora lo hace en el petrismo. Roma espera a un Benedetti que sigue dolido. Sarabia y él vuelven a ser compañeros de Gobierno.

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Sobre la firma

Inés Santaeulalia
Es la jefa de la oficina de EL PAÍS para Colombia, Venezuela y la región andina. Comenzó su carrera en el periódico en el año 2011 en México, desde donde formó parte del equipo que fundó EL PAÍS América. En Madrid ha trabajado para las secciones de Nacional, Internacional y como portadista de la web.
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