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El pastor Jaime Beltrán, defensor de Bukele y la “paloterapia”, comienza su mandato en Bucaramanga

El líder cristiano se posesiona en el cargo luego de dos periodos como concejal y una candidatura fallida a la Alcaldía

El pastor Jaime Beltrán,  alcalde electo de Bucaramanga (Colombia).
El pastor Jaime Beltrán, alcalde electo de Bucaramanga (Colombia).RS
Juan Pablo Vásquez

En Bucaramanga, tener afinidad con Nayib Bukele es visto como algo positivo. El nuevo alcalde de una de las principales ciudades de Colombia, el pastor cristiano Jaime Andrés Beltrán, saca pecho cuando sostiene que el presidente de El Salvador es su referente. Los vientos de cambio soplaron sobre la capital de Santander, que fuera un bastión del Partido Liberal durante los siglos XIX y XX, y Beltrán le sacó provecho. Se adueñó del discurso de la autoridad y, juntándolo con una oratoria perfeccionada por años en las prédicas dominicales de su iglesia, convenció a 91.372 bumangueses de votarle en las pasadas elecciones regionales. Así como en 2015 Rodolfo Hernández triunfó tras una campaña sustentada en la indignación del electorado con la corrupción, el pastor hizo lo propio con el cansancio generado por la inseguridad. Prometió mano dura y cabalgó sin inconveniente hasta ganar.

Declararse admirador de Bukele fue la cereza del pastel de una narrativa que Beltrán empezó a consolidar previamente. Según cifras oficiales del municipio, en 2021 se registraron 2.858 casos de hurto, un incremento del 24% en comparación con el año anterior. La situación llevó a que los episodios de ciudadanos tomando la justicia en sus manos se volvieran comunes y virales en redes sociales. Uno de estos videos, en el que se ve a un grupo de personas golpeando a un presunto ladrón, fue compartido por Beltrán en marzo de 2022 a través de su cuenta de X —antes Twitter—, y acompañado de una explicación de por qué aprueba este tipo de acciones. “No estoy de acuerdo con la violencia y con la agresión, pero sí estoy de acuerdo con que nos defendamos”.

Medios locales y nacionales reseñaron la postura del pastor respecto a la “paloterapia”, como decidió llamarla. Si bien algunos sectores lo criticaron, fue mayor el apoyo que recibió, en buena medida por el ascenso de la delincuencia en la ciudad de más de 600.000 habitantes. La cantidad de robos denunciados creció un 9% en 2022. Un sondeo del pasado febrero realizado por el programa Bucaramanga Metropolitana Cómo Vamos reveló que la inseguridad era el principal problema para el 60% de los encuestados. Beltrán, quien estudió Comunicación Social, echó mano de varios recursos para ser percibido como una posible solución. Asistía a las sesiones del Concejo —al que llegó por ocupar el segundo lugar en las elecciones de 2019— usando un chaleco antibalas y solicitaba autorización a la Policía para “blindar Bucaramanga”.

Gerardo Martínez, columnista del periódico regional Vanguardia y analista político, considera que desde ese momento se gestó el desenlace de las elecciones. “Logró sintonizarse muy temprano con la gente y venderse como el sujeto de la seguridad y la paloterapia. Decía que iba a cerrar la ciudad, dejando por fuera a las bandas criminales. Ninguno de sus rivales tuvo una propuesta que impactara a ese nivel en términos económicos o de desarrollo social”.

Fue entonces que empleó la estrategia de traer a colación a Nayib Bukele. El presidente salvadoreño, en su intento por convertir a su país en “un territorio libre de pandillas”, declaró el Estado de excepción en febrero de 2022. En los siguientes 19 meses, según registros de su propia Administración, encarceló a más de 72.000 personas, el 1,6% de las 6,3 millones que conforman la población de la nación centroamericana. El modelo de seguridad, que Bukele exhibe con orgullo al resto del mundo y ubica su popularidad en 90%, redujo la tasa de homicidios de 38 por cada 100.000 habitantes en 2019 a 7,8 en 2022. No obstante, organizaciones de derechos humanos denuncian que a centenares de detenidos se les desconocen garantías procesales, como el debido proceso, y que la cifra incluye cerca de 1.600 menores de edad.

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Beltrán, quien adoptó la imagen de un candado como su logo de campaña, manifestó su deseo por emular a Bukele en uno de sus eventos. Era agosto. Faltaban más de dos meses para la cita en las urnas, pero era importante afianzar el mensaje. En un auditorio, ante decenas de seguidores, el pastor dejó claro quién es su faro en materia de seguridad. “La gente se mamó [cansó] de esconderse y quiere ver un cambio significativo en la ciudad. Si Bukele logró en El Salvador cambiar las cifras más complejas de violencia, pues El Salvador tendrá un Bukele, pero Bucaramanga tendrá a Jaime Andrés para que asuma el reto y el desafío”.

Una vez más, como cuando defendió la “paloterapia”, sus palabras causaron revuelo. “La discusión de la violación de derechos están dándola desde el orden internacional y la tienen que corroborar ellos. Yo no entro en la discusión, ni en la aseveración de lo que se está haciendo y lo que no se está haciendo. Lo que sí puedo manifestar es que las cifras de disminución en el tema de pandillas y violencia han sido reiterativas y es lo que hoy también los bumangueses esperan por parte de los mandatarios”, comentó a EL PAÍS en una conversación telefónica sostenida en ese entonces.

El nuevo alcalde de Bucaramanga no fue el primer líder de la región en admitir su simpatía con Bukele. El ingeniero Rodolfo Hernández, quien gobernó la ciudad entre 2016 y 2019, lo hizo en 2022, durante su campaña presidencial. En una de sus masivas transmisiones por Facebook señaló que el presidente de El Salvador era “popular, pero no populista” y exaltó su lucha contra la corrupción. Aunque Hernández fue derrotado por Gustavo Petro, llegó a segunda vuelta y obtuvo 10,6 millones de votos. En Bucaramanga arrasó esa vez con 252.017 votos, el 73,58%.

Beltrán y Hernández no son aliados políticos, aunque comparten otros rasgos. Además de fundamentar sus discursos en la indignación y admirar a Bukele, militaron en el otrora hegemónico Partido Liberal. La tradicional colectividad incluyó en su lista de candidatos al Concejo de Bucaramanga a Beltrán en 2011 y 2015, siendo el más votado en ambos comicios, y respaldó a Hernández cuando dio sus primeros pasos en política electoral como concejal de Piedecuesta, un municipio colindante. Posteriormente se desligarían del liberalismo y buscarían ganar la Alcaldía con otros apoyos: Beltrán lo consiguió con Colombia Justa Libres, un partido cristiano; Hernández con Lógica, Ética y Estética, un movimiento significativo de ciudadanos para el que recolectó firmas.

Colombia permite desde 1988 que los ciudadanos elijan a sus alcaldes. Antes de que Hernández ganara en 2015, ocho de los nueve mandatarios electos en Bucaramanga pertenecían al Partido Liberal. Los libros de historia cuentan también que durante el siglo XX, cuando el bipartidismo dominaba la política, la ciudad favoreció al liberalismo. La llegada de un pastor cristiano que tiene como principal propuesta instaurar orden a través de la fuerza parece contraria a ese pasado.

Sin embargo, para el concejal Carlos Parra, quien quedó segundo en las elecciones a la Alcaldía, hay una distinción entre los valores de los bumangueses y el partido por el que votan. “Ninguno de los alcaldes liberales tuvo una agenda ideológica. No se les reconoce por defender las libertades individuales. La gente les votaba, pero era una cuestión de costumbre y clientelismo. El electorado, aunque ha cambiado de a poco, todavía es predominantemente conservador e indignado”. Recuerda que en el plebiscito para refrendar los acuerdos de paz con las FARC, en octubre de 2016, el 55% de los votantes de la ciudad se decantó por la opción del no, y que en las elecciones presidenciales de 2018 ganó el uribista Iván Duque con 57%.

Dos adhesiones a la campaña de Beltrán soportan esta teoría: la de Diego Tamayo, quien tenía el aval del Centro Democrático, y la de Manuel Parada, de Creemos, el partido encabezado por Federico Gutiérrez, candidato presidencial de la derecha en 2022 y ahora alcalde de Medellín. Ambos se unieron al pastor antes de finalizar la contienda y han declarado que los motivó, entre otras razones, su cercanía ideológica y su preocupación por el reforzamiento de la seguridad.

Beltrán, quien no accedió a una entrevista con EL PAÍS, tiene los reflectores apuntándole, como los tuvo Hernández hace unos años. Bien sea por su labor como predicador o porque lo relacionan con Bukele, el nuevo alcalde tiene la oportunidad de continuar creciendo políticamente como una figura visible en la derecha colombiana. Su primer gran reto lo tiene ahora, con la Alcaldía.

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Juan Pablo Vásquez
Es periodista de la edición colombiana de EL PAÍS. Nació en Bucaramanga, Santander. Anteriormente se desempeñó como periodista judicial en 'Revista Semana' y de investigación en Caracol Radio y 'Cambio'.
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