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El Gobierno se vuelca en la liberación del padre de Luis Díaz, secuestrado por el ELN

El presidente Petro envía a Otty Patiño a Cuba para entablar conversaciones con la plana mayor de la guerrilla

Un grupo de personas marcha en Barrancas, La Guajira, para exigir la liberación de Mane Díaz, el padre del futbolista Luis Díaz, secuestrado por el ELN.
Un grupo de personas marcha en Barrancas, La Guajira, para exigir la liberación de Mane Díaz, el padre del futbolista Luis Díaz, secuestrado por el ELN.Carrillo Fonseca (EFE)
Juan Diego Quesada

El secuestro del padre de Luis Díaz pasó, en las últimas 24 de horas, de ser un problema de seguridad a un asunto de Estado. La inteligencia militar fue la que informó el miércoles por la noche al ministro de Defensa, Iván Velásquez, de que una unidad del ELN era la responsable del rapto, lo que ponía a temblar las negociaciones de paz. Velásquez se lo comentó al resto del Gobierno y en muy poco tiempo se organizó un gabinete de crisis en el Palacio de Nariño. Ahí se redactó el comunicado que se hizo público este jueves, en el que se exige con firmeza al ELN que libere de inmediato a Mane Díaz, y se decidió que Otty Patiño, jefe de la delegación de Petro en los diálogos de paz, viajase de inmediato a Cuba para reunirse con la plana mayor de la guerrilla. Era de madrugada cuando Patiño abandonó la residencia presidencial y puso rumbo a la isla.

En esas horas, según el entorno del futbolista, Petro llamó por teléfono a Luis Díaz a Inglaterra y le anunció que su padre estaba en manos de la guerrilla, aunque le tranquilizó al asegurarle que el Gobierno se había volcado en el asunto y esperaba arreglarlo lo antes posible. De acuerdo a estas mismas fuentes, este jueves el futbolista recibió otra llamada en la que se le anunciaba que la liberación era inminente. “Ya arrancó el proceso y el papá está en camino de devolución. Aquí no se está negociando nada. No queda otra que liberarlo de manera inmediata”, cuenta alguien implicado en las conversaciones, que recalca que no se trata de un acuerdo, sino de una exigencia impostergable del presidente.

Petro ha sido en esta crisis tan enfático como aquel día, frente a los generales del ejército, en el que le planteó a la guerrilla que solo tenía dos caminos: el de Camilo Torres, un cura guerrillero que militó en esa organización y fue pionero de la Teoría de la Liberación, o el de Pablo Escobar, el narcotraficante que en los años ochenta le echó un pulso a Colombia con un ejército de sicarios. El camino de la virtud o el del crimen y la sangre. El ELN se sintió muy ofendido y congeló las discusiones en la mesa de negociación de paz hasta que el presidente se retractara. No lo hizo, pero la capacidad negociadora del senador Iván Cepeda y del comisionado de paz, Danilo Rueda, hizo que todo volviera a su cauce. El nuevo imprevisto que pone en peligro todo su proyecto de paz total ―la idea ambiciosa de desarmar a todos los grupos ilegales y remediar las causas de la violencia―ha vuelto a sacar a Petro de sus casillas.

Los padres de la estrella de la selección colombiana fueron secuestrados el sábado en su pueblo, Barrancas. Estaban en una gasolinera cuando unos hombres armados y en moto se los llevaron. Las primeras horas fueron de desconcierto. El ejército y la policía desplegaron un gran operativo en esta zona de la Guajira, una región pobre junto al mar Caribe. Esa inmediatez en la respuesta hizo que los secuestradores, ante el riesgo de verse atrapados, tuvieran que liberar a la madre, Cilenis Marulanda. Sin embargo, Mane, el padre, corrió peor suerte y desapareció en este lugar que se distingue por sus paisajes desérticos, pero también por una amplia zona montañosa, y fronteriza con Venezuela, la Serranía del Perijá.

Las autoridades, en un primer momento, pensaron que el rapto lo había cometido un grupo delincuencial común. Se especuló con que podrían haber trasladado a Mane a Venezuela. Ahora se cree que ha estado retenido en el Perijá, una estribación de la cordillera de los Andes entre Colombia y Venezuela. Este jueves, Otty Patiño fue el encargado de dar a conocer, a través de un comunicado, quién estaba detrás del secuestro en realidad: “Al ELN le exigimos poner en libertad en forma inmediata al señor Luis Manuel Díaz, y le ponemos de presente que es su entera responsabilidad garantizar su vida e integridad”. “Le recordamos al ELN que el secuestro es una práctica criminal, violatoria del Derecho Internacional Humanitario, y que es su deber en el desarrollo del actual proceso de paz, no solo dejar de ejecutarla, sino además eliminarla para siempre”, se lee en el texto.

El secuestro, que ha provocado de inmediato un enorme repudio nacional e internacional, se ha producido en medio de un alto el fuego entre el ELN y el Gobierno, pactado por ahora hasta febrero. La delegación estatal considera que la guerrilla viola la acordado, pero Pablo Beltrán, el jefe negociador de los alzados en armas, insinuó alguna vez que, según su visión muy particular, ellos no consideran que los secuestros o “retenciones” estuvieran dentro de lo estipulado. En cualquier caso, los guerrilleros parecen no haber medido bien sus acciones. El país entero ha rechazado el rapto y ha añadido presión a la mesa de negociación, que lleva más de un año en funcionamiento. A Petro se le acaba la paciencia y al ELN, el poco crédito que tiene. La cuenta atrás para la liberación de Mane Díaz está en marcha.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.
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