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Contraloría de Colombia
Columna
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Los 3.000 cargos atornillados del Contralor

Desde el año 2019 la Contraloría ha creado miles de puestos cuyos nombramientos se han hecho apelando a la figura de la provisionalidad

La fachada de la sede de la Contraloría General de la República, en Bogotá, en una imagen de archivo.
La fachada de la sede de la Contraloría General de la República, en Bogotá, en una imagen de archivo.Luis Jaime Acosta (REUTERS)

“Los nombramientos provisionales se constituyen en un mecanismo de carácter excepcional y transitorio que permite proveer temporalmente un empleo de carrera administrativa con personal que no fue seleccionado mediante el sistema de mérito”.

El anterior párrafo hace parte de un concepto emitido el año pasado por el Departamento Administrativo de la Función Pública a través del cual resolvió dudas sobre cuántas prorrogas puede tener un contrato provisional y qué procedimientos deben darse para hacer un nombramiento bajo esa figura. Vale la pena destacar dos palabras y una idea en el mencionado párrafo: “excepcional”, “transitorio” y que quien llega a ser provisional “no fue seleccionado mediante el sistema de mérito”.

Valdría la pena saber qué significa para la Contraloría General de la República y el actual contralor Carlos Mario Zuluaga el concepto de “excepcional” y “transitorio”, pues desde el año 2019 – época en que el organismo estaba encabezado por Felipe Córdoba–, y luego de una gran restructuración a esa entidad aprobada por el Congreso, se crearon miles de cargos cuyos nombramientos se han hecho apelando a la figura de la provisionalidad.

Para ser más precisos, son cerca de 3.000 personas en provisionalidad quienes trabajan bajo la batuta del actual contralor sin haber pasado siquiera un concurso para saber si saben lo que dicen saber. ¡Vaya situación excepcional! Y ya han pasado tres años y medio desde que se expidió la ley que reformaba la planta de personal de la Contraloría y nada que convocan al concurso para proveer esos cargos. ¡Vaya situación transitoria!

En marzo de este año, el anterior contralor y jefe de Zululaga, Carlos Rodríguez, anunció que pronto se iba a convocar el concurso de méritos con el apoyo de la Universidad Nacional “buscando quitar esos cargos que normalmente son burocracia que viene de recomendados políticos”. Sin embargo, a las pocas semanas vendría la decisión del Consejo de Estado que sacó a Rodríguez del cargo y Zuluaga asumió como contralor general encargado.

A inicios del pasado mes de julio, el Consejo Superior de la Carrera Administrativa de la Contraloría definió que ya no sería la Universidad Nacional sino la Universidad de Antioquia la encargada de desarrollar el concurso. Parecía despejarse, por fin, el panorama para avanzar hacia una mayor profesionalización de la Contraloría. Pero desde entonces y hasta la fecha no ha pasado nada.

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Si uno busca en la página de internet de la Contraloría, lo único que hay es un mensaje de agosto pasado alertando que no hay convocatoria. Tampoco hay contrato con la Universidad de Antioquia. Si uno revisa los anuncios del actual contralor, por ningún lado se menciona el concurso de méritos. En cambio, lo que sí ocurrió con esos empleados en provisionalidad es que les unificaron el corte, es decir, se ajustó la fecha para que la renovación de contratos coincidiera con las semanas previas a las elecciones que se desarrollarán a finales de este mes, así como con el tiempo en que la Corte Constitucional revisa una acción de tutela interpuesta por el ex jefe de Zuluaga para recuperar su cargo como Contralor. ¡Sin duda una excepcional y conveniente coincidencia que sirve para apretar magistrados y dar cariño a los políticos!

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