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Una alianza en ciernes entre petristas y uribistas amenaza al clan Gnecco

La captura de la matrona Cielo refuerza la posibilidad de que una candidatura diferente se alce con la Gobernación de César en las elecciones del 29 de octubre

Cielo Gnecco
La política Cielo Gnecco, en una imagen de archivo.Gobernación del Cesar

Este martes los cesarenses se levantaron con una noticia que podría cambiar los resultados de las próximas elecciones a la Gobernación de este departamento del Caribe colombiano, y toda su historia política reciente, así como enviar una poderosa señal al resto del país. Un juez avaló una orden de captura contra Cielo Gnecco, la líder del clan político que ha manejado el poder en el departamento durante más de dos décadas, y que es conocido además por el historial de corrupción, asesinato y señalamientos de vínculos con los paramilitares de varias de sus cabezas.

Si bien el nombre de la cacica política no figura en el tarjetón electoral del 29 de octubre, no es un secreto que la casa Gnecco se ha mantenido en el poder poniendo a casi todos los gobernadores del departamento desde que en 1991 fue elegido Lucas Gnecco Cerchar, fundador de la casa política, hasta el actual Luis Alberto Monsalvo Gnecco, actualmente suspendido de su cargo en un proceso por corrupción. Aunque algunos otros no tenían el apellido de la poderosa familia, sí contaron con su apoyo.

Es el caso de Elvia Milena Sanjuan, exalcaldesa de San Diego y quien fue escogida por los Gnecco para ser su ficha al cargo en las próximas elecciones. La Fiscalía le imputó cargos en 2020 por irregularidades en la celebración de un contrato, luego de haber favorecido a un contratista inhabilitado con la compra de un lote cuando era mandataria local.

Son ocho los candidatos que le disputan la gobernación al todopoderoso clan, buscando capitalizar los votos de quienes estén cansados no solo de las estructuras políticas tradicionales sino de una hegemonía que parece irrompible.

Pero la captura de la matrona parece ser un catalizador para una alianza impensable entre candidatos de orientaciones políticas tan diversas como el derechista Centro Democrático, del expresidente Álvaro Uribe Vélez, y el izquierdista Pacto Histórico, del presidente Gustavo Petro.

Un prontuario familiar

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Los problemas judiciales de la familia Gnecco, oriunda del sur del vecino departamento de la Guajira, no nacen con Cielo, madre del gobernador suspendido y cuatro veces primera dama departamental, pero sí se agravan.

La investigación que le lleva la Fiscalía es de peso: haber ordenado a los paramilitares secuestrar y asesinar a dos contratistas de la Gobernación en 2002, luego de que se negaron a pagarle un soborno de 2.500 millones de pesos (alrededor de un millón de dólares de la época) para salir beneficiados en contratos públicos. Y existen suficientes elementos como para que un juez haya aceptado la solicitud de limitar la libertad de quien posiblemente sea la persona más poderosa de los más de 1,3 millones de habitantes del departamento.

El hermano de Cielo y primera cabeza del clan, Jorge Gnecco Cerchar, fue señalado por el jefe paramilitar Salvatore Mancuso de haber impulsado la llegada de sus hombres al Cesar. Terminó asesinado por el jefe paramilitar del Cesar, Jorge 40, en 2001. Lucas, otro hermano de los dos, el primer gobernador por elección popular, escogido en 1991 y reelegido en 1997, fue condenado a 24 años de cárcel por hechos de corrupción en sus administraciones y por constreñimiento al elector.

El hijo de Lucas Gnecco, el senador José Alfredo Gnecco, está siendo investigado por el supuesto pago de 150 millones de pesos (unos 50.000 dólares) al exfiscal Luis Gustavo Moreno para favorecer un proceso que se seguía en la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema contra su papá. Moreno y magistrados de esa sala fueron condenados por hechos similares de corrupción, en un escándalo conocido como el “cartel de la toga”.

Además, este miércoles 11 de octubre la Fiscalía General de la Nación confirmó que acusa formalmente al suspendido gobernador por haberse robado dinero destinado a alimentar a los niños de su departamento, a través del plan de alimentación escolar.

Los Gnecco han consolidado su poder durante lo que va de este siglo, han hecho alianzas con otros grupos políticos en diferentes momentos y han logrado mantener a flote su hegemonía a pesar de todo. Esa capacidad de supervivencia, que los ha llevado a ser aliados de pasados inquilinos de la Casa de Nariño, es la que está en juego.

¿Un bloque contra la hegemonía?

Pese a esos serios cuestionamientos, por lo menos hasta la captura de la matrona muchos daban por descontada la victoria de Sanjuan. Según una encuesta hecha por el Centro Nacional de Consultoría a fines de septiembre, la candidata de los Gnecco era la favorita para quedarse con el cargo, con el 43% de intención de voto, 20% por encima de la segunda, la uribista Claudia Margarita Zuleta.

Es por eso que varios de los candidatos están apostando por lograr una alianza, incluso desde antes de que se inscribieran formalmente. Hasta ahora no se ha logrado esa unidad, pero varias personas aseguran que la siguen buscando.

Una de ellas es la periodista Katia Ospino, quien tiene los apoyos del Polo Democrático, el MAIS y otros partidos de izquierda. Ospino es conocida en el Cesar por realizar un ejercicio de periodismo independiente contra los Gnecco, y durante su campaña ha hecho fuertes denuncias de corrupción en contra de la matrona.

Ospino explica a EL PAÍS que ha tenido reuniones con Alexandra Pineda, la candidata del Pacto Histórico con quien se divide el voto de izquierda, y afirma que se van a someter a mecanismos de encuestas para decidir adhesiones. “Lo más seguro es que estos candidatos alternativos terminemos unidos para enfrentar en bloque el sistema político del Cesar,” dice. “La unidad es necesaria en el departamento y va a ser determinante en esta última etapa”.

Osorio también ha mantenido diálogos con el candidato del Partido Verde, Antonio Sanguino, quien formó parte del Polo y ha sido un fuerte crítico de los abusos del poder del clan. Sanguino, quien tiene como lema y objetivo de campaña la “desGenequización” del Cesar, fue concejal de Bogotá, presidente del Partido Verde y senador. Sin embargo, a su campaña no se sumaron ni el Polo ni Pacto Histórico, ni otros sectores de izquierda.

El exsenador, quien renunció a la jefatura de Gabinete de la alcaldesa verde de Bogotá, Claudia López, para lanzarse a la Gobernación, dice que si bien ha “tenido diálogos desde hace meses con algunos candidatos” no se han podido lograr. “Mantenemos la puerta abierta y el diálogo para ver qué puede ocurrir en estos últimos días”, asegura.

Y si hacer alianzas entre amigos no ha sido fácil, concretarlas con enemigos ha sido todavía más difícil. Pero no imposible, dice Ospino, quien asegura que hubo acercamientos con Claudia Margarita Zuleta, pero que el intento “no terminó bien”. Sanguino no descarta una unión con el Centro Democrático. Asegura que si bien es difícil de lograr, “es un diálogo que está abierto, una circunstancia que hace parte del escenario de las probabilidades.”

Sanguino y Osorio coinciden en que Álvaro Uribe genera mucha resistencia en las toldas alternativas, y que muchos de sus militantes temen que una llegada de Zuleta evite “un verdadero cambio.” Recuerda, por ejemplo, que el Cesar fue uno de los departamentos más afectados por los asesinatos de civiles por militares para hacerlos pasar como bajas en combate, un fenómeno conocido como “falsos positivos” y uno de los mayores escándalos del octenio de Uribe.

Claudia Zuleta es hija del popular cantante vallenato ‘Poncho’ Zuleta y diputada del Cesar desde 2020. En la Asamblea, a la que llegó tras haber quedado en segundo lugar detrás del gobernador Monsalvo Gnecco, con casi el 20% de los votos, mostró una voz crítica con respecto a los Gnecco. En diálogo con EL PAÍS, aclara que “no le cierra las puertas de esta campaña al diálogo y a las conversaciones con otros sectores de opinión.” “Estamos seguros de que eso puede pasar en esta recta final, hacer compromisos programáticos justos, claros y serios de cara al pueblo”, dice. De eso depende, en gran medida, que el poder de los Gnecco se desmonte o se mantenga.

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