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La izquierda se divide en Medellín por el apoyo al candidato de Daniel Quintero

El Pacto Histórico se une a la candidatura de Juan Carlos Upegui para derrotar a Federico Gutiérrez, pero el Polo Democrático mantiene su candidato

Juan Pablo Vásquez
Juan Carlos Upegui hace campaña con Daniel Quintero
Juan Carlos Upegui hace campaña con Daniel Quintero, en una imagen de sus redes sociales.JuanCaUpeguiV

Cuando Daniel Quintero —exalcalde tras su renuncia el pasado 30 de septiembre— se posesionó en Medellín, en enero de 2020, pocos sabían quién era Juan Carlos Upegui (Medellín, 34 años). Los más versados en política lo recordaban como su secuaz en el Partido del Tomate, una iniciativa que llamó la atención en 2013 por reunir a jóvenes indignados con el establecimiento para que lanzaran tomates a imágenes de líderes de la época. Aunque sirvió de plataforma para la carrera de Quintero, el proyecto no se materializó —nunca tuvo un camino legal viable— y Upegui salió del radar. Ahora es el principal rival de Federico Gutiérrez en la carrera por definir al próximo alcalde de la segunda ciudad más importante de Colombia y acaba de recibir el respaldo del Pacto Histórico, la coalición de partidos y movimientos de izquierda que llevó a la presidencia a Gustavo Petro.

El ascenso mediático de Upegui no se puede desligar del triunfo de Quintero en 2019. El exalcalde venía de ser viceministro TIC del Gobierno de Juan Manuel Santos y venció al favorito Alfredo Ramos, el candidato del derechista Centro Democrático. En la década que ha pasado desde el Partido del Tomate, los lazos entre Quintero y su candidato se fortalecieron por fuera de la esfera política. El exviceministro está casado y tiene dos hijas con Diana Osorio, prima de Upegui y quien jugó un papel activo a lo largo de su Administración. Los primeros titulares que ocupó el hoy candidato fueron por su parentesco con Osorio, luego de que varios medios de comunicación indagaran sobre posibles casos de nepotismo en la contratación de funcionarios. El entonces asesor del despacho del alcalde fue uno de los nombres que resaltó.

Pero el punto de quiebre para que Upegui saltara a un rol protagónico lo marcó la creación de la Secretaría de la No Violencia, en septiembre de 2020. Quintero le encomendó dirigir esta dependencia de la Alcaldía —cuya labor es “orientar y coordinar la construcción de la paz territorial”— y así entró a ocupar una silla en su gabinete. No obstante, no fue por ello que se ganó la confianza del Pacto Histórico y se convirtió en su candidato. Fueron los pasos que su jefe tomó para acercarse a sectores progresistas los que lo lograron.

Quintero salió elegido en 2019 sin militar en la izquierda, como lo hace hoy. Si bien apoyó la opción del sí en el plebiscito para refrendar los acuerdos de La Habana en 2016 y fue el director general de la campaña presidencial de Humberto De La Calle en 2018, estas eran causas más bien de centro. De hecho, su historial electoral inicia con un fallido intento de llegar al Concejo de Medellín en 2007 con el conservatismo y pasa por su intento de llegar a la Cámara de Representantes en 2014, por Bogotá y como liberal. Su aproximación a la izquierda se dio a medida que se adentraba en su mandato en la Alcaldía. Fue clave su enfrentamiento con grandes empresarios de la región, especialmente el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), uno de los conglomerados más poderosos del país.

La capacidad del alcalde para aprovechar las coyunturas y responsabilizar a sus adversarios lo ha llevado a la orilla opuesta de esa élite empresarial. Tras hacer campaña criticando al proyecto hidroeléctrico Hidroituango, luego culpó al GEA por las demoras en la construcción, y después lo acusó de malgastar el patrimonio público, de controlar la junta directiva de las Empresas Públicas de Medellín (EPM) y de ser aliado del expresidente Álvaro Uribe y del exalcalde Sergio Fajardo, dos de sus detractores políticos. Su narrativa de confrontación sedujo a movimientos contestatarios, que a nivel nacional promovieron en 2018 la candidatura de Gustavo Petro. El año pasado, personas cercanas a Quintero, como Alejandro Toro y Alex Flórez, recibieron puestos de privilegio en las listas cerradas del Pacto Histórico al Congreso y resultaron elegidos. Varios miembros del gabinete de la Alcaldía de Medellín renunciaron a sus cargos para unirse a la campaña del hoy presidente. Upegui fue uno de ellos.

Todo ello alineó a Quintero y Upegui con el Pacto Histórico y, en consecuencia, con el Gobierno. Eli Schneider, otro de los miembros del Partido del Tomate y director de Independientes, el movimiento con el que Quintero ganó la Alcaldía en 2019 y que avaló a Upegui, considera que la alianza electoral es un resultado “natural” debido a la cercanía programática. “Es el producto de un proceso de muchos años. No hay que olvidar el respaldo que dimos a la aspiración presidencial de Gustavo Petro y que es evidente, además, que muchos de nuestros representantes hacen parte del Pacto Histórico y del Gobierno Nacional. Hay ahora un llamado de unidad en torno a la candidatura de Juan Carlos Upegui para evitar que ganen Federico Gutiérrez y el uribismo”.

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Para Alejandro Toro, representante a la Cámara por Antioquia del Pacto Histórico, también se trata de una cuestión de pragmatismo, dado los resultados de las encuestas. “A estas alturas de la campaña, uno termina tomando las decisiones evaluando cuáles son los candidatos con mejores opciones de ganar y que tengan un proyecto afín a la ideología. En ese sentido, es claro que Juan Carlos Upegui, que fue secretario de la No Violencia y que se mueve por los temas sociales, es la persona que mejor podría representar a la coalición”. Agrega, al igual que Schneider, que fue importante que Upegui se la jugara toda por Gustavo Petro hace más de un año.

Sin embargo, no todos en la izquierda celebran la adhesión del Pacto Histórico, especialmente cuando no están claros los costos que esta pueda traer. El periodo como alcalde de Daniel Quintero está muy mal calificado: solo el 28% de los medellinenses aprueban su gestión, según la Invamer Poll, la cifra más baja para un alcalde en los últimos 30 años, desde que se lleva a cabo esa medición.

Carlos Ballesteros es uno de los contendientes de Upegui a la Alcaldía y pertenece al Polo Democrático Alternativo, el partido con el que la izquierda logró la unidad a inicios del milenio, y que conforma el Pacto Histórico. Se niega a desistir de su pretensión, así eso implique una división de la izquierda en las urnas, porque reprueba a Quintero y a Upegui. “Ninguno de los dos representa el proyecto político de nuestro partido. No sería capaz de apostar por ellos y acompañarlos. Quintero me parece un muy mal administrador; aunque no me consta que haya robado, deja a Medellín muy mal. Por ejemplo, lo que hizo con las basuras, que apueste por inversiones millonarias cuando la ciudad no está bien; o sus agresiones a los empresarios, pese a que uno puede tener muchos reparos con ellos”, comenta.

Y no es el único. José Luis Marín, quien encabeza la lista del Pacto Histórico al Concejo de la ciudad, se pronunció en contra de la adhesión y advirtió que en la determinación “se desconocieron mecanismos democráticos”.

Con su dimisión como alcalde a finales de septiembre, Quintero anunció que se metería de lleno en la campaña de Upegui y así evitar que Federico Gutiérrez, el fallido candidato de la derecha en las presidenciales de 2022, regrese a la Alcaldía que ocupó entre 2016 y 2019. Faltan tres semanas y el impacto de la adhesión del Pacto Histórico todavía está por verse.

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Juan Pablo Vásquez
Es periodista de la edición colombiana de EL PAÍS. Nació en Bucaramanga, Santander. Anteriormente se desempeñó como periodista judicial en 'Revista Semana' y de investigación en Caracol Radio y 'Cambio'.

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