¿Qué nos pueden enseñar los fósiles sobre la biodiversidad?
Un nuevo libro sobre la paleontología explora la historia y diversidad de los ecosistemas en Colombia. Expertos argumentan que para proteger los ecosistemas de la actualidad es esencial entender su historia y evolución
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Hace 66.5 millones de años el meteorito Chicxulub se estrelló contra el planeta Tierra en la península mexicana de Yucatán. Tenía un diámetro de unos 10 kilómetros (el tamaño de una montaña) y viajaba a una velocidad de 20 kilómetros por segundo. Su impacto fue cien millones de veces más poderoso que la bomba termonuclear más grande que se ha detonado en la historia (la bomba Tsar). El meteorito evaporó el mar en la zona de impacto y creó olas de rocas de 32 km de altura. Tal vez la consecuencia más devastadora fue que las temperaturas globales cayeron repentinamente 28 grados centígrados. Científicos calculan que entre el 70 y 75% de plantas y animales se extinguieron como causa de esta coalición.
En la actualidad los ecosistemas más diversos del planeta son los bosques tropicales de Centro y Suramérica. Estos son un producto de este accidente cósmico y de la evolución durante los últimos 66 millones de años en el planeta. “Aunque la forma en que estos ecosistemas surgieron todavía es un misterio, los registros fósiles hallados en La Guajira y en la sabana de Bogotá nos permiten rastrear su origen hasta el Paleoceno, cinco millones de años después de la gran catástrofe que extinguió a los dinosaurios”, explica el libro Hace tiempo: un viaje paleontológico ilustrado por Colombia.
Las páginas de este libro trae a la vida los diferentes capítulos de la historia de nuestro planeta, los cuales han quedado grabados en las rocas cómo fósiles. En él aparecen animales como la Titanoboa, una serpiente de más de diez metros de longitud y que pesaba alrededor de 1.100 kilos, y la cual se deslizó hace 66 millones de años en las selvas tropicales de la Guajira; o los osos perezosos gigantes que vivieron hace 50 millones de años y ayudaron a distribuir árboles de fruta como el aguacate y papaya por todo el continente.
El libro es producto de una alianza entre el Instituto Humboldt, una corporación civil sin ánimo de lucro vinculada al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en Panamá. 32 científicos Colombianos contribuyeron como autores. Por ejemplo, Fabiany Herrera, asistente curatorial de paleobotánica del Field Museum en Chicago, escribió el artículo sobre el periodo Paleoceno.
El lanzamiento de la segunda edición de este libro que cuenta la historia de la biodiversidad de Colombia se realizó el 10 de septiembre. El libro se puede descargar gratuitamente en el repositorio virtual del Instituo Humboldt o se puede comprar una copia física en su tienda. Diego Ochoa, el director de relacionamiento del Instituto Humboldt, dice que este libro hace parte de un esfuerzo para que “la población Colombiana apropie el conocimiento sobre biodiversidad”.
Colombia es reconocido como uno de los países más biodiversos del planeta y “algo que nos ha enseñado el registro fósil es que producir biodiversidad requiere tiempo geológico”, dice Carlos Jaramillo uno de los paleontólogos más importantes del país quien a estudiado los fósiles del trópico por más de 18 años desde el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en Panamá. Él ha liderado excavaciones en varios países de Centro y Suramérica, es el mentor de varios paleontólogos y es uno de los editores del libro.
Gracias al registro fósil sabemos que en promedio una especie dura 3 millones en el planeta. Científicos calculan que en los últimos 485 millones de años han existido alrededor de 1.600 millones de especies. El 99% están extintas. Jaramillo argumenta que la biodiversidad actual es producto de millones de años de evolución. Por ejemplo, las plantas con flores que dominan los trópicos hoy en día aparecieron hace unos 150 millones de años al comienzo del periodo cretácico. Sin embargo el cambio climático y la aceleración de extinción de especies a nivel global (varios científicos aseguran que estamos viviendo un sexto gran evento de extinción impulsado por las actividades humanas) ponen en riesgo la biodiversidad de Colombia y el mundo.
Paleontólogos como Jaramillo argumentan que para proteger a los ecosistemas en el presente es necesario entender su pasado y evolución. Pero Colombia ha invertido muy poco en investigación científica. Sin importar la ideología del Gobierno de turno, todos han descuidado esta área. Por ejemplo, el país no cuenta con un museo nacional de historia natural donde se pueda aprender sobre evolución y biodiversidad; y no existe ninguna universidad que ofrezca la carrera de paleontología.
“Mis clases favoritas eran ciencias naturales. Donde nos mostraban documentales de fósiles y la historia de la tierra. Pero nunca nos dijeron nada de Colombia,” dice Cristian David Benavides Cabra quien terminó recientemente la maestría en geología en la Universidad Nacional de Colombia. Él estudia los ecosistemas marinos colombianos durante el Cretácico y planea estudiar un doctorado en el extranjero.
Como estudiante, Benavides tuvo la oportunidad de ser co-autor del artículo que describió por primera vez a la especie Sachicasaurus vitae, un plesiosaurio (reptil marino de cuello corto) de 10 metros de longitud (más o menos el equivalente a un edificio de tres pisos), cuya cabeza medía dos metros (suficiente para tragarse a un humano en un solo bocado), el cual nadó en los mares del Cretácico hace 125 millones de años. Tristemente la gran mayoría de estudiantes colombianos, incluidos todos los paleontólogos entrevistados y el autor de este texto, no aprendimos en el colegio sobre la biodiversidad o los fósiles de nuestro país.
La primera edición del libro Hace Tiempo fue lanzada en el 2018 como un producto digital y algunas copias físicas que se distribuyeron en diferentes colegios públicos y poblaciones vulnerables. Esta edición nunca estuvo a la venta. Sin embargo fue un proyecto muy exitoso. Es el libro virtual más descargado de la página del Instituto Humboldt y ganó un premio de la Fundación Alejandro Ángel Escobar.
Soñar con dinosaurios
“Yo me atrevo a pensar que muchos niños en Colombia sueñan con dinosaurios. Pero no tenemos los sitios adecuados para impulsar esos intereses” dice Dirley Cortes, estudiante de doctorado en la universidad McGill de Canadá. Ella escribió uno de los nuevos capítulos que aparecen en la segunda edición, sobre los reptiles marinos del Cretácico. Cortés nació en Villa de Leyva uno de los lugares con mayor abundancia de fósiles en el país, “prácticamente hay fósiles en el patio de mi casa” dice con una sonrisa.
La segunda edición también incluye un nuevo capítulo sobre Perijasaurus lapaz un gigante dinosaurio saurópodo que se descubrió en el 2018 en la Serranía del Perijá. Su nombre rinde homenaje tanto al lugar donde fue descubierto como al acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC firmado en el 2016, el cual le permitió a paleontólogos explorar la región por primera vez en décadas.
Luz Helena Oviedo es una educadora y divulgadora científica y editora del libro. Ella dice que se esforzó mucho para asegurar que el texto refleja el entusiasmo que los paleontólogos tienen por la ciencia y los fósiles que estudian. Ella cree que es muy importante transmitir estos conocimientos y hacer divulgación científica con diversos públicos y comunidades. Por eso como parte de la promoción de la primera edición visitaron “29 de los 32 departamentos” de Colombia. Ella espera que con la segunda edición puedan visitar los tres que faltan.
Para Oviedo gran parte del éxito del libro “es el juego, la conversación, entre texto e ilustración”. Las imágenes fueron realizadas por Guillermo Torres Carreño director de arte de Puntoaparte. Varias sirven como elementos pedagógicos que ayudan a entender a estos animales y los ecosistemas extintos y la ciencia que los estudia. El libro tiene escenas de cómo se hubieran visto los ecosistemas en el pasado y comparaciones que ayudan a entender la magnitud de estos animales. Como Megalodón, un tiburón que nadaba hace 3 millones de años y era más grande que un bus escolar.
Edwin Cadena nació en Zapatoca, Santander. Cerca del desierto de la Tatacoa uno de sus lugares con mayor cantidad de fósiles marinos del Cretácico. En la librería del pueblo aprendió que las rocas con formas “raras” eran fósiles. Estudió el pregrado en geología en la Universidad industrial de Santander y completó la maestría y el doctorado en Estados Unidos. Hoy es profesor y director del área de postgrados de la Universidad del Rosario en Bogotá y experto en la evolución de tortugas marinas tropicales. También escribió el capítulo sobre las tortugas gigantes, en el cual aparecen especies como Demastochelys padillai, una de las tortugas marinas más antiguas del mundo, la cual tenía el tamaño de un carro compacto.
Cadena dice que en los últimos años ha habido un “boom paleontológico en Colombia” donde ha aumentado significativamente el número de investigadores colombianos, los fósiles descubiertos y las áreas por explorar. Para que se continúe desarrollando esta ciencia y tenga un impacto en la conservación de los ecosistemas de la actualidad, dice que es muy importante que los niños “no solamente aprendan del T-Rex, sino que también aprendan de los fósiles que vivieron acá”.
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