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Alejandro Gaviria disecciona el primer año de Petro: “El otoño del patriarca es inevitable”

El exministro publica un nuevo libro, ‘La Explosión Controlada’, en el que hace una radiografía de las propuestas del presidente y del gabinete del que hizo parte durante los primeros siete meses de Gobierno

Alejandro Gaviria, en su casa en Bogotá
Alejandro Gaviria, en su casa en Bogotá, el 11 de febrero de 2023.Chelo Camacho
Camila Osorio

“A veces me gusta ver al presidente Petro como una figura trágica”, escribe en su nuevo libro el exministro de Educación Alejandro Gaviria, un economista y político liberal, quien por siete meses fue parte del gabinete del mandatario, hasta que este le pidió la renuncia. En una semana, el 7 de agosto, Petro cumple su primer año de Gobierno, y Gaviria publica casi dos semanas antes su análisis político sobre lo ocurrido: La Explosión Controlada: La encrucijada del líder que prometió el cambio (Debate).

Más que un libro de chismes (que son pocos), es un análisis que entiende la política como un teatro: Petro es tanto el director que se encarga de la puesta en escena, como el personaje principal que no puede controlar el desarrollo de la obra. Esa es su principal tragedia. El jefe de Estado está “atrapado en su sentido profundo de justicia, en su historia personal, en sus inclinaciones románticas”. Quiere lo mejor para los más pobres, los discriminados, las víctimas, Gaviria no lo duda. Duda es de su capacidad para lograrlo: “Sabe que el cambio necesita flexibilidad, pero quiere seguir siendo fiel a unas ideas que parecen llevarlo al dogmatismo y a la inacción”. Si uno promete el cambio, “también puede estar dispuesto a cambiar”, le pide. Estas son las tres ideas principales del libro que, en el mes de aniversario del Gobierno del cambio, es una novedad editorial política en librerías.

Gaviria en su casa en Bogotá, el 11 de febrero.
Gaviria en su casa en Bogotá, el 11 de febrero.Chelo Camacho

1. Colombia camina del anti-establecimiento a la defensa del establecimiento

La explosión controlada es una expresión que acuñó Gaviria y con la que demostró ser mejor analista que político: semanas después de que sacó pocos votos para ser el candidato del dividido centro político, dijo al Financial Times que las abrumadoras protestas sociales del 2021 mostraban un volcán a punto de explotar. Afirmó que una victoria de Petro podría garantizar para el país una “explosión controlada” de ese volcán social. Efectivamente, tras la victoria del candidato de izquierda no han regresado las movilizaciones contra la Presidencia, la Policía, las reformas tributarias y casi todo el Estado.

La idea del volcán, explica Gaviria en su nuevo libro, viene del pensador francés del siglo XIX Alexis de Tocqueville, quien habló de un volcán parecido justo antes de la Revolución francesa. Para Gaviria, la victoria de Petro permitió que no se quemara la Bastilla. “Gustavo Petro logró darle a la revuelta un sentido, construir un relato, no el de un científico social, pero sí el de un político elocuente, retóricamente habilidoso”, escribe el exministro, quien admira la enorme capacidad que tiene el presidente para tocar las emociones de los colombianos. El discurso contra el neoliberalismo y la corrupción, que Petro ve como motores de la violencia y la falta de derechos, “logró articular las frustraciones e ilusiones de la opinión pública”.

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Pero la opinión pública es caprichosa, dice un año después Gaviria. Cuenta que le hizo esa advertencia al presidente en su última conversación, en febrero, cuando Petro ya le había pedido la renuncia. “La opinión está cambiando”, recuerda haberle dicho. “El sentimiento anti-establecimiento ha disminuido. Muchos siguen demandando cambio, pero otros comienzan a demandar estabilidad”.

Esa, dice Gaviria, es la paradoja que vive hoy Petro: “Su propia elección atenuó el ímpetu revolucionario que lo eligió”. El volcán pasó de estar a punto de explotar a estar dormido, y Petro lo sabe. “Esa transición ha sido difícil para el presidente”, escribe Gaviria. Gobernar no es tan emocionante como hacer campaña. “El otoño del patriarca es inevitable”, asegura.

2. La reforma a la salud no convencía del todo a Petro

Si el libro de Gaviria fuera un cuento, su clímax estaría en el cuarto capítulo, en el que cuenta el evento que quebró la “unidad nacional” del Gobierno: la reforma a la salud. El gabinete, integrado por políticos de diversos partidos y activistas de izquierda, se empezó a dividir en su primera reunión de 2023: el entonces ministro del Interior, Alfonso Prada, anunció que en la agenda legislativa se había priorizado la reforma a la salud. Gaviria pidió intervenir. Dijo que primero se debía discutir internamente la propuesta y que él no se iba a callar sus opiniones —venía chocando con Petro sobre el tema desde la campaña presidencial―. “Aprendí hace mucho tiempo que la peor forma de traición es la traición a uno mismo”, dijo Gaviria ante sus colegas. Anunció, de alguna forma, la tormenta.

En las siguientes reuniones, cuenta Gaviria, quedó claro que el gabinete estaba dividido frente a la reforma, pero también que el presidente no tomaba posición. “No dejó claro si apoyaba la reforma o no”, escribe. “A veces parecía hacerlo, pero otras, dominado por una suerte de pragmatismo, dudaba públicamente sobre su viabilidad”, añade. En un momento, el presidente mismo dijo que algunas empresas prestadoras de salud (EPS) sí debían seguir operando, contrario a lo que decía en campaña. “Nos chichipateamos”, dijo el presidente, admitiendo que estaba dispuesto a ser flexible, a cambiar de opinión. Petro “quería encontrar, era evidente, un equilibrio entre el reformador y el agitador”, escribe Gaviria.

Colombia: la reforma de Salud presentada el 13 de febrero, texto que será modificado pero finalmente aprobado
La reforma a la salud el día en que fue presentada, 13 de febrero de 2023 frente a la Casa de Nariño.Chepa Beltran (Getty Images)

Pero al mismo tiempo, al presidente no le cayeron bien las cartas que Gaviria, junto a dos ministros más y el director de Planeación Nacional, enviaron internamente contra la reforma. “Ustedes son neoliberales, están a la derecha de las EPS”, les dijo enojado quien era su jefe. El agitador le ganaba al reformador. Eventualmente, acordaron que algunas preocupaciones serían incorporadas a la reforma que la entonces ministra de Salud, Carolina Corcho, se resistía a modificar.

“La ministra de Salud amenazó con renunciar varias veces”, cuenta Gaviria al describir lo que ocurría en el Palacio de Nariño horas antes de presentar la reforma. Ella “insistía en que había incorporado ya todos los cambios”, y Gaviria le replicaba “que no le mintiera más al país”. Cuando la prensa filtró una de las cartas internas de la discordia, Gaviria perdió el control. O “se perdió la confianza”, como le dijo al exministro la entonces jefe de Gabinete, Laura Sarabia. La reforma que no convencía del todo al presidente sigue hoy viva en el Legislativo.

3. El año de las ‘utopías regresivas’

Si de resultados se trata, Gaviria no se detiene en los logros de Petro —ni la reforma tributaria, ni el índice a la baja en la deforestación―. Para englobar las políticas del primer año, se detiene en un concepto que le ayuda a hablar de las propuestas con alto potencial de fracaso: las utopías regresivas. Se trata de un concepto que escuchó del expresidente socialista español Felipe González, quien señala propuestas soñadas que, en la miopía de hacerlas de forma extremadamente simple, tienen peores resultados. La reforma a la salud, considera Gaviria, sería una utopía regresiva, pero no la única.

Petro habla elocuentemente del fracaso de la guerra contra las drogas, por ejemplo, “pero la política de drogas ha sido tímida, casi irrelevante durante el primer año de Gobierno”, dice Gaviria. Otro ejemplo es la propuesta de salvar el medio ambiente dejando de explorar petróleo o carbón y reemplazar esos ingresos del producto interno bruto por más turismo: no tiene en cuenta que eso no soluciona la crisis climática porque “la transición propuesta aumentaría de forma indirecta la demanda de hidrocarburos”. Ningún avión lleno de turistas, por ahora, puede despegar sin gasolina.

Gaviria el 11 de febrero en Bogotá.
Gaviria el 11 de febrero en Bogotá.Chelo Camacho

En política educativa, de la que estaba encargado Gaviria, el exministro reconoce el valor simbólico de prometer nuevas universidades en las zonas más olvidadas del país. Pero añade que, sin presupuesto y profesores, pueden terminar más como “un monumento que una institución de educación superior”.

El primer año de Petro, en este libro, es el de las utopías incumplidas. Describe un Gobierno ineficiente, que no mira con cuidado lo posible y que promete el infinito. Gaviria recuerda, como ejemplo, que era imposible incluir todas las propuestas que llevaron miles de ciudadanos a los diálogos regionales para escribir el Plan Nacional de Desarrollo. Reconoce sufrir en consejos de ministros con las que le parecen conversaciones interminables sin soluciones concretas, así como en eventos públicos en los que escuchaba propuestas que no eran posibles. Citando al poeta José Asunción Silva en su obra De Sobremesa, el exministro escribe que quisiera repetirle al presidente una clave de ese viejo libro: “Hay que comenzar ideando y llevando a cabo cosas pequeñas, prácticas, fáciles, para lograr al cabo de muchos años enormidades de esas con que usted sueña”.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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