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Bogotá se alista para la final Millonarios – Nacional: pantallas gigantes, ley seca y mucha policía

El partido definitivo de la Liga colombiana, este sábado a las siete de la noche, atrae la mirada de aficionados al fútbol, pero también de alcaldes, ministros y empresas

Santiago Triana Sánchez
Félix Charrupí y Nelson Palacio de Nacional disputan el balón con Mackalister Silva de Millonarios, durante la primera vuelta de la final.
Félix Charrupí y Nelson Palacio de Nacional disputan el balón con Mackalister Silva de Millonarios, durante la primera vuelta de la final.Luis Eduardo Noriega A. (EFE)

La final de la Liga entre Millonarios y Nacional, a pesar de ser inédita desde que el torneo de fútbol en Colombia se define entre dos equipos, es el escenario visceral de una rivalidad enconada con olor a revancha eterna. Los dos equipos definen este sábado a las siete de la noche en el estadio El Campín, en Bogotá, al nuevo campeón, tras el empate sin goles el miércoles en Medellín. El encuentro, cargado de cierto morbo, atrae las miradas de los seguidores del fútbol, como es norma, pero también de muchos que no necesariamente siguen el deporte.

Ambos equipos, dos de los más populares y con mayores hinchadas de todo el país, arrastran desde hace más de tres décadas una enemistad que nació el 26 de abril de 1989, cuando Nacional eliminó a Millonarios en Bogotá de los cuartos de final de la Copa Libertadores de ese año, de la que se coronaría campeón. El partido se definió con polémica por dos decisiones arbitrales que beneficiaron al equipo de Medellín, un penal no sancionado y un gol invalidado por fuera de juego, además de choques entre los jugadores que habrían merecido expulsiones en los dos equipos.

En aquel momento, Millonarios era rey: había sido campeón de los dos últimos campeonatos locales y era el equipo con más títulos del país. Sin embargo, Nacional, subcampeón en 1988, empezaba a destacar: con cuatro estrellas, estaba lejos de las 13 de su rival, pero el proyecto de los puros criollos liderado por el técnico Francisco Maturana, que incluía solo a jugadores colombianos, hizo que la balanza continental se inclinara a favor del equipo paisa, que entonces ya caminaba hacia lo que es hoy: el equipo más laureado de Colombia con 17 títulos (dos más que su contrincante bogotano), aparte de otra Libertadores (2016) y un nombre de peso en Sudamérica.

La magnitud de esa rivalidad de tantos años se ha hecho tangible con la final de este semestre, que incluso ha ocasionado situaciones derivadas que han involucrado a políticos, alcaldes, empresas de televisión y hasta un ministro del Gobierno Nacional.

Transmisión al aire libre

Ante un duelo de interés general, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, pensó en la posibilidad de ofrecer la transmisión en pantalla gigante en algún punto de la ciudad, para quienes no pudieran ir al estadio. El lugar elegido era el parque Simón Bolívar. El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, tuvo una idea similar: preguntó por la posibilidad de instalar pantallas en Provenza, el Parque Lleras, la Plaza Botero y en el Boulevard de la 68. Sin embargo, Win Sports, el canal de televisión que tiene los derechos para transmitir los partidos de la liga, se negó: “Agradecemos la buena intención de transmitir los partidos masivamente; sin embargo, tenemos la responsabilidad de alertar sobre la infracción que esto representa, […] con la retransmisión sin autorización del encuentro, se vulnerarían los derechos de su titular, de la Dimayor y de los 36 clubes que hacen parte de ella”.

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No hubo comentarios de ninguno de los 36 equipos que mencionó Win, pero sí de los dos mandatarios locales. López dijo: “Lo único que tenía que aportar Win Sports era la señal. Lamentable que ni ponen ni dejan hacer. Mezquindad”. Y Quintero: “Desde la Alcaldía de Medellín los invitamos a reflexionar y a lograr un acuerdo que beneficie a la ciudad”. Incluso opinó el ministro de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), Mauricio Lizcano: “Invito respetuosamente a Win Sports que considere la posibilidad de que en sitios públicos y populares se pueda trasmitir la final del fútbol colombiano”.

El comunicado del canal despertó reacciones, casi todas adversas, en redes sociales, no solo por la negativa a permitir una transmisión pública, sino por los costes de las tarifas, que para muchos aficionados resultan demasiado elevadas ―ver un partido por esa señal cuesta $34.900 (8,3 dólares), un plan mensual cuesta $32.900 (7,9 dólares); uno semestral, $179.400 (43,2 dólares); y el anual, $298.800 (72 dólares)―. Tras la presión en redes sociales, que invitaba a boicotear a Win, y un acuerdo del canal con la Dimayor, la entidad rectora del fútbol en Colombia, la empresa finalmente cedió. Claudia López celebró: “Me cuentan de la Dimayor que están llegando a un acuerdo para que Win Sports reconsidere su decisión y nos dé la señal para transmitir en pantallas gigantes!”. Daniel Quintero confirmó que en Medellín habrá pantallas en el Parque Lleras, la Plaza Botero y el Boulevard de la 68.

El Campín: sin licor cerca y verde solo la gramilla

Al igual que ocurrió en el partido en el Atanasio Girardot de Medellín, en El Campín no se permitirá el acceso a la hinchada visitante. Además, la Secretaría de Seguridad de Bogotá informó que habrá 1.300 agentes de la Policía dispuestos para garantizar la seguridad en la tarde y noche del sábado, ante la posibilidad de brotes de violencia. Además, habrá 300 gestores de convivencia e inspectores de policía, y se decretó la ley seca, que prohíbe la venta y consumo de licor, desde el mediodía del sábado hasta las seis de la mañana del domingo en la zona aledaña al estadio El Campín, un sector de bares y fiestas nocturnas.

Los cerca de 39.000 asientos de El Campín ya tienen reserva para la noche del sábado. A pesar del riesgo y del temor por posibles agresiones, alentadas por la euforia y el ansia de triunfo, la ciudad espera consolidarse como un escenario seguro para las grandes citas deportivas y culturales. La mesa está servida: habrá goles en Bogotá el sábado por la noche.

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Santiago Triana Sánchez
Periodista de EL PAÍS en la edición América Colombia. Ha pasado por la sección de Cultura y por la redacción del Diario AS, en Madrid. Es egresado de Periodismo de la Universidad Javeriana y Máster en la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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