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Gustavo Petro
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La mala hora de Petro

Esta serie de escándalos, entre robos, interceptaciones, filtraciones y acusaciones sobre la financiación de la campaña, deja muchas preguntas sin respuesta. Y el presidente debería responderlas

Gustavo Petro en Madrid (España) el 3 de mayo de 2023.
Gustavo Petro en Madrid (España) el 3 de mayo de 2023.Eduardo Parra (Getty Images)

Como en una telenovela, los capítulos del escándalo que envuelve al gobierno de Gustavo Petro, se desarrollan día por día. Cada revelación es peor que la anterior y todas generan más preguntas que respuestas en un episodio que refleja lo peor de la política. Este escándalo va a marcar al Gobierno hasta el final y le quita margen de maniobra para empujar la ambiciosa agenda de reformas. Enfrentar el revuelo político y las investigaciones judiciales ocupará buena parte del tiempo y el esfuerzo de un Gobierno mal herido. La pregunta es si logrará sacar la cabeza y para lograrlo el presidente necesita más que lanzar mensajes en Twitter o retar al país publicando fotografías con sonrisas. El país sí está intranquilo, presidente.

Mientras nos estábamos preguntando quién mandó a chuzar y quién le pasó a la policía el dato de los teléfonos de las señoras que fueron interceptadas de manera ilegal, aparecieron los explosivos audios de Armando Benedetti, que publicó la revista Semana. En medio de todo tipo de improperios amenaza a Laura Sarabia y al presidente con destapar un escándalo en el que hace referencia a la financiación de la campaña. Habla de 15 mil millones de pesos y dice que si revela quien puso la plata “nos hundimos todos, nos vamos presos”. No deja títere con cabeza y en medio de groserías, critica al presidente, a los ministros y califica al Gobierno como el Titanic.

El exembajador Benedetti en una extraña explicación dice que los audios fueron manipulados, pero se excusa con el presidente y Laura Sarabia. De inmediato llega la respuesta del presidente, quien acepta las excusas, pero le dice que debe responder ante la Fiscalía y el país. Recuerda el presidente las interceptaciones hechas a su campaña y se queja por la falta de investigaciones. Esas grabaciones tampoco lo dejaron bien parado porque sus asesores hablaban de correr líneas éticas y de estrategias para destruir a los contendores.

Conviene preguntarse también quién filtró los audios de Benedetti porque en este escándalo hemos visto que hay eslabones de una cadena de traiciones, interceptaciones y filtraciones que tienen su propia historia. El entonces embajador en Caracas Armando Benedetti terminó vinculado al escándalo cuando se supo que mantenía vínculo con la niñera que trabajaba para Laura Sarabia y que jugó un papel, todavía no es claro cuál, en el estallido del escándalo del polígrafo.

El Gobierno está contra las cuerdas por estas filtraciones escandalosas que debe responder, pero no sobra preguntarse también quién o quiénes mueven los hilos de cada episodio. Son varias las preguntas sin respuesta: ¿Quién ordenó la grabación ilegal a las señoras que prestaban servicio en casa de Laura Sarabia? Pasan los días y todavía no es claro. Se sabe que hubo una solicitud de la policía a un fiscal argumentando que eran personas cercanas al Clan del Golfo. Luego de las primeras escuchas se desestima la relación y se ordena parar la interceptación. Sin embargo, hay datos que no son precisos o sobre los cuales se han dado varias versiones: el tiempo que duró la chuzada y la presencia de un supuesto informante, según versión inicial del abogado Miguel Ángel del Río, quien representa a los agentes de la Dijin investigados.

El patrullero que pidió la interceptación y que está siendo investigado, en conversación con Daniel Coronell, habló de ese informante: dijo que él pidió la interceptación con base en datos de una fuente que en otra oportunidad le había dado información fiable. Si esa versión es cierta cabe entonces preguntarse: ¿Quién es ese informante y de quién recibía órdenes? ¿Dónde está ese informante?

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Más preguntas sin respuesta: ¿Por qué Benedetti seguía cercano a la niñera a quien le aplicó polígrafo por sospecha de robo? ¿Quién le presta los aviones a Benedetti? El exsenador dijo en entrevista con la revista Cambio que “siempre hay alguien que te presta el avión. Siempre hay un sapo que quiere hablar contigo”. ¿A cambio de qué esos “sapos” prestan aviones?

Y hay más: ¿Por qué le quitaron a Benedetti la visa para ingresar a Estados Unidos? ¿A qué viajaba a ese país? ¿Cuánto fue finalmente el dinero que le robaron a Laura Sarabia? ¿Es cierto que Benedetti consiguió 15 mil millones para la campaña? ¿Qué más sabe Benedetti para atreverse a amenazar al presidente? ¿Cuál es el delito que le permite decir que si habla se van todos presos? ¿Qué falta por conocerse?

El Gobierno recibe un golpe político contundente que pone en entredicho la transparencia de la campaña y lanza un manto de duda sobre varios de los ministros y vuelve a poner sobre la mesa el papel de la primera dama Verónica Alcocer quien, según Benedetti, tuvo que ver con la elección de Laura Sarabia como jefa de gabinete.

Muchas preguntas delicadas y una preocupación adicional: las dudas sobre la actuación que tenga en este episodio un fiscal que ha decidido actuar como opositor político cruzando líneas que no debería cruzar. El presidente Gustavo Petro no puede desestimar la crisis porque si él le pide respuestas al exembajador Benedetti, el país le pide respuestas a él, como presidente.

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