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“Los niños perdidos en la selva están vivos. Si estuviesen muertos, ya los habríamos encontrado”

Pedro Sánchez, comandante de las fuerzas especiales, tiene a su cargo la búsqueda de los cuatro hermanos desaparecidos desde hace un mes en Colombia

El general Pedro Sánchez recibe a un grupo de indígenas que se unen a la búsqueda de los niños perdidos en la selva, el 21 de mayo en San José del Guaviare (Colombia).
El general Pedro Sánchez recibe a un grupo de indígenas que se unen a la búsqueda de los niños perdidos en la selva, el 21 de mayo en San José del Guaviare (Colombia).Mauricio Duenas Castaneda (EFE)
Juan Diego Quesada

A veces se despierta sobresaltado en mitad de la noche con un pensamiento que le atormenta: ¿dónde están los niños? Pedro Sánchez, comandante de las fuerzas especiales, tiene a su cargo la búsqueda de cuatro hermanos indígenas desaparecidos desde hace un mes en la selva colombiana, un Hansel y Gretel en el trópico. Los pequeños volaban con otros tres adultos en una avioneta que se estrelló por un fallo en el motor. Cuando se encontró el aparato días después, solo aparecieron los cadáveres de los adultos, sin rastro de los niños. Desde ese momento se cree que los cuatro deambulan por una selva en la que apenas entra la luz del sol por el espeso follaje, donde los árboles se levantan 50 metros con serpientes venenosas y jaguares a sus pies. En un lugar en el que no para de llover. Sánchez, de 50 años, dice que no se trata de buscar una aguja en un pajar, sino algo mucho más complejo: perseguir sombras en la oscuridad.

Pregunta. ¿Cuál es su hipótesis de lo que ocurrió antes y después del accidente de la avioneta?

Respuesta. La verdad es que va en contra de la lógica de un accidente. El piloto avisó de un fallo en el motor y nunca más se supo de él. La avioneta intentó amerizar en un río, pero no le alcanzó la senda de planeo y decidió impactar contra los árboles. Parece inverosímil que con ese golpe tan fuerte los tres adultos mueran y los cuatro menores queden ilesos. Pero fue así. No hay rastros de sangre de ellos alrededor.

P. ¿Entonces por qué cree que están vivos?

R. Sus cadáveres no han aparecido, estoy seguro de que ya los habríamos encontrado si estuvieran muertos. En cambio, hemos dado con huellas e indicios de que están vivos. Hace poco encontramos una pisada y la comparamos con la bota de un soldado, esta era mucho más pequeña. Podría ser de la niña de 13 años —sus hermanos tienen 9, 4 y 1 año—. Encontramos pañales usados por el bebé, el tetero (biberón), los tenis, un moño. Denota que estuvieron ahí.

P. ¿Hacia dónde cree que fueron?

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R. Cogieron una dirección hacia el occidente, orientados por los rayos del sol. En ese trayecto se encontraron quebradas que podrían haber tomado agua abajo para llegar a un río, el Apaporis. Siempre hemos analizado dónde había más posibilidades de que estuvieran, pero no los hemos encontrado. Hemos decidido revisar metro por metro. Los hombres caminan separados unos 10 metros uno de otro. En la selva, que es virgen, donde hay árboles de 40 y 50 metros de altura, donde con dificultad entran los rayos del sol, un hombre puede perderse a 20 o 30 metros. Si alguien se aleja, se lo traga la selva.

P. ¿Cómo de extensa es el área en el que los buscan?

R. Cuando comenzamos era de unos 342 kilómetros cuadrados. Ahora hablamos de unos 20. Nuestros equipos han caminado en la búsqueda más de 1.400 kilómetros en línea recta. La distancia entre Madrid y París, si no estoy mal. No es nada fácil encontrarlos. Estuvimos de ellos a 100 metros, no sabemos si en el mismo momento o un día antes o después, pero eso nos dijeron los rastros y nuestro GPS. ¿Por qué no damos con alguien a 100 metros? Porque a 20 metros no se ve nada. No estamos en un campo de golf. ¿Por qué no escuchamos nada? La lluvia abrupta inhibe la capacidad auditiva de detectar un movimiento.

P. ¿Hay equipos de rastreo durante la noche?

R. Es más complejo, pero también se hace. Aunque siempre está lloviendo. Se trata de hacer la búsqueda cuando las mejores condiciones existan. No se escucha nada con el ruido. Empleamos por la noche bengalas que lanzamos desde aviones.

P. ¿Es verdad que han encontrado un refugio hecho por los niños?

R. Si, dos refugios. Hechos con palmas, con hojas de la selva que cortan para cubrirse de la lluvia.

P. ¿Cómo logran sobrevivir en un medio tan adverso?

R. Los niños son indígenas y tienen conocimiento de la selva. Aunque es muy complejo por los peligros que hay. Se cruzan jaguares, tigrillos, serpientes y plantas venenosas. Es un ambiente totalmente inhóspito. Pero mantenemos la fe intacta. Hemos encontrado indicios de que están vivos. Hay otros casos como el de una avioneta perdida en la selva en Brasil. El piloto apareció 36 días después.

P. ¿Cuánta distancia cree que los niños recorren al día?

R. Entre 200 y 500 metros al día. No es buscar una aguja en un pajar, sino una diminuta pulga en un inmenso tapete (alfombra).

P. ¿Qué probabilidades hay de que los haya encontrado una tribu no contactada?

R. Por ahora se ha descartado, porque junto a sus huellas no encontramos las de adultos. No creemos tampoco que los tenga algún grupo narcocriminal (se refiere a las disidencias de las FARC, compuestas por guerrilleros que no se desmovilizaron). Cerca de donde cayó la avioneta encontramos uno de sus campamentos, donde hacían uniformes.

P. ¿Por qué está tan seguro de eso?

R. Tenemos información de inteligencia.

P. ¿Han investigado la posibilidad de que los niños no subieran nunca a esa avioneta?

R. Lo investigamos y sí subieron. Además, encontramos cosas de ellos como los tenis, el tetero...

P. ¿Cuántos efectivos hay sobre el terreno peinando la selva?

R. 184 personas en total. 112 de los nuestros y 72 indígenas.

P. Los indígenas tienen una capacidad de movimiento mucho mayor por su conocimiento de la selva.

R. Entienden la selva mejor, saben interpretar muy bien las huellas. Uno de ellos encontró la avioneta. Eso sí, se ven limitados porque no tienen suficiente tecnología. Se pueden perder también, claro. Ahí dentro se requieren alimentos y prevención de enfermedades como la leishmaniasis, que la provoca la picadura de un mosquito y produce una fiebre que puede provocar la muerte.

P. Le he oído decir que lo ha intentado todo, ¿qué más pueden hacer?

R. Mucha gente nos dice hagan esto, hagan lo otro. Pero todo eso ya lo hemos probado. Intentamos ser creativos, hacer cosas que no están en los manuales. Por ejemplo, utilizamos cinta similar a la de las construcciones para marcar por donde pasamos. La colocamos a 60 centímetros del suelo para que los niños la vean y colgamos ahí pitos para que hagan ruido y lleguemos a ellos. También hemos levantado una especie de faro en el cual hay luz y unos parlantes con mensajes de la abuela que les dice que permanezcan quietos. Reproducimos sonidos de animales domésticos como gallinas, para que piensen que hay vida humana. Desde el aire, con dos blackhawk y nueve aeronaves más, hemos lanzado 10.000 volantes en lengua indígena y kits de comida. Esas aeronaves tienen capacidad de detección térmica, fotográfica y satelital.

P. ¿Cuánto tiempo se puede extender la búsqueda?

R. Terminaremos la misión cuando encontremos a los menores, o cuando la lógica y la sensatez indiquen lo contrario. Eso es cuando se cumpla el tiempo que pudieran sobrevivir en la selva o se supere el espacio donde pudieran encontrarse.

P. El padre de los niños, que perdió a su esposa en el accidente, se ha unido a la búsqueda.

R. En efecto, lleva 12 o 13 días buscando.

P. ¿Puede que no los encuentren nunca?

R. Fallar no es una opción para nosotros.

P. Al presidente Petro le llegó una información, que resultó ser errónea, de que habían sido rescatados y navegaban en barca por un río. ¿De dónde provino ese rumor? ¿Tuvo algo de verdad?

R. Solo puedo hablar de las evidencias que yo he encontrado, y no son ninguna de esas.

P. ¿Cómo explica la supervivencia de un bebé de apenas un año?

R. La probabilidad es menor que la de un adulto, pero hasta que no encontremos lo contrario, está tan vivo como el resto.

P. Petro ha dicho que encontrar a los cuatro niños es una prioridad absoluta para el país. ¿Siente la presión?

R. No, solo la presión de encontrar cuanto antes a los niños. Ellos son lo importante.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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