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El Darién, la trampa mortal para los migrantes venezolanos

En lo que va de este año, 30 personas han muerto o desaparecido. Nueve de ellos eran niños. Una imagen, que se hizo viral, revela la magnitud del drama y el desespero

Migrantes venezolanos suben una montaña en el Tapón del Darién (Colombia), el 8 de octubre.Foto: MAURICIO DUEÑAS CASTAÑEDA (EFE) | Vídeo: EFE
Catalina Oquendo

La imagen de una pequeña niña venezolana llena de lodo mirando su padre exhausto. El rostro del hombre apoyado contra el tronco de un árbol con los ojos cerrados, quizá pensando cómo llegaron hasta ahí, si sobrevivirán al atravesar la espesa y peligrosa ruta del Darién, entre Colombia y Panamá, si ha valido la pena.

Es la fotografía de la encrucijada de miles de venezolanos, más de 69.000 en los que va corrido de este año, que intentan atravesar esa selva-cementerio buscando conquistar el sueño americano. La tomó el fotógrafo colombiano Federico Ríos para The New York Times y revela las penurias a las que se enfrentan los migrantes, familias enteras con niños que se exponen a la muerte para conquistar el más peligroso de los tramos en su camino hacia Estados Unidos.

“Es tan desgarrador. Es un dolor para donde uno mire. Cada testimonio rompe el corazón y el alma. Esto es completamente inhumano. Nadie, en ninguna circunstancia, debería tener que pasar por esto”, dice Ríos en conversación con El País, sobre el trabajo que acompañó el reportaje de la periodista Julie Turkewitz.

En 2021 la temida ruta del Darién fue atravesada por 133.000 migrantes, pero ese año los haitianos eran la mayoría. Paulatinamente cambiaron las nacionalidades y hoy el flujo de venezolanos es alarmante. De acuerdo con la Organización Internacional para las migraciones, la presencia de venezolanos atravesando el Tapón del Darién aumentó 2,333% en comparación con el año anterior. En lo que va de este año, 102.000 personas han cruzado por esa trocha y el 68% son de Venezuela.

Las posibilidades de morir en la trocha llegan desde múltiples frentes: ahogados o arrastrados por los ríos crecidos que deben cruzar- más aún en la temporada invernal que arrecia en Colombia-; en caídas por los barrancos o asesinados por los grupos armados que aparecen en el camino. Un número incontable de migrantes ha desaparecido y en las mismas redes sociales donde se promocionan los viajes, decenas de personas buscan información desesperada de sus familiares.

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Los abusos sexuales a las mujeres son otro de los crímenes más frecuentes en la trocha y los niños también se exponen a morir por deshidratación, enfermedades respiratorias y diarrea al enfrentarse a jornadas extenuantes y en medio de una fuerte humedad. Durante el 2022, 14.500 niños y niñas han cruzado esa trampa mortal. De acuerdo con la OIM, al menos 30 personas han muerto en la ruta del Darién y de ellos nueve eran niños.

“El viaje es muy, muy difícil y hay mucha gente que lo empieza sin saber realmente cómo es. Son venezolanos que han intentado hacer sus vidas en otros países, pero no han podido conseguir trabajos buenos en lugares como Colombia y Perú”, agrega Julie Turkewitz; mientras Ríos, que ha caminado todo tipo de trochas en el país, dice con vehemencia que el Tapón del Darién es, sin duda, la travesía más dura que ha hecho en su vida, porque la selva es inclemente.

En el transcurso de 2022, Médicos Sin Fronteras ha realizado 26.330 consultas médicas y 1.650 consultas de salud mental. La mayoría llegan con enfermedades en la piel y dolores en el cuerpo; infecciones respiratorias y enfermedades en el sistema digestivo. En salud mental es común encontrar personas con mucho estrés postraumático, síntomas ansiosos o en situación de duelo por la pérdida de algún familiar en la selva.

A pesar de la inclemencia del recorrido, la migración parece imparable. El jefe de Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Santiago Paz, cree que al final de este año, al menos 200.000 personas, incluidos bebés y mujeres embarazadas, habrán cruzado la frontera selvática entre Colombia y Panamá.

La foto de la niña y el padre exhaustos, como ha dicho el investigador, Michael Deibert, “es la historia del colapso de Venezuela en una sola imagen”.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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