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“Las mujeres en Bogotá están más inseguras en sus casas que en la calle”

Entre enero y junio, más de 15.000 víctimas de algún tipo de violencia buscaron ayuda en la Línea Púrpura, atendida por un cuartel de abogadas, enfermeras y psicólogas

Especialistas de la Línea Púrpura atienden llamadas en Bogotá, el 31 de agosto de 2022.Vídeo: JUAN CARLOS ZAPATA
Sally Palomino

Un grupo de mujeres rescata a las víctimas de la violencia machista en Bogotá. Lo hacen todos los días, por teléfono, desde un salón con vista a los cerros en el centro de la ciudad. Rubi, que prefiere que no se diga su nombre real, es una de las voces que responde al otro lado de la Línea Púrpura. ”Muchas no saben que están siendo víctimas de un delito. Hay un gran desconocimiento sobre cuáles son sus derechos”, dice. Es una de las abogadas que, junto a psicólogas, trabajadoras sociales y enfermeras. atienden las llamadas de mujeres que están en peligro. Entre enero y julio, fueron más de 15.000. “Algunas solo necesitan que las escuchen”, señala. Otras necesitan intervención inmediata porque su vida está en riesgo. A ellas las ayudan huir del agresor, que en la mayoría de los casos son sus parejas, y las acogen en los centros de refugio. Más de 500 personas, entre mujeres y niños, viven en estos espacios.

Diana Rodríguez, secretaría de la Mujer de Bogotá, reconoce el reto que supone liderar este despacho en una ciudad violenta con las mujeres como esta. “La gran amenaza para todas es que todavía se piensa que el cuerpo de las mujeres y la vida de las mujeres es territorio de otros. En el 70% de los casos de violencia intrafamiliar y en el 80% de delitos sexuales las víctimas somos las mujeres”, dice Rodríguez. En Bogotá, seis de cada diez delitos relacionados con violencia física tiene como víctima a una mujer. Hasta junio pasado se reportaban 46 habían sido asesinadas. La víctima más reciente, cuyo caso no se contabiliza todavía en las estadísticas, fue Fabiola Garzón, asesinada a balazos a final de agosto. Tenía 52 años y fue víctima de su pareja. Un par de semanas antes, la prensa registraba el asesinato de una mujer sin techo, que murió apuñaleada por el hombre con quien compartía cambuche. En junio, la víctima fue Ana Delfina Barrera, de 48 años, asesinada delante de sus hijos, de 11 y 5 años. Ese mismo mes, el cuerpo descuartizado de Adriana Pinzón, de 42 años, fue encontrado repartido en cuatro bolsas plásticas industriales, 20 días después de que su familia la había reportado como desaparecida. El año pasado, la ciudad cerró con al menos 79 feminicidios.

La violencia machista, cuando no mata, causa daños irreparables. Según el Observatorio de mujeres y equidad de género de Bogotá, hasta junio 1.500 mujeres habían sufrido algún tipo de abuso sexual. “Estos delitos nos deben preocupar como nos preocupan otros delitos, como el hurto al celular o a la bicicleta”, dice Rodríguez, que reconoce que las estadísticas no reflejan la realidad. “Hay una cifra oscura en la violencia. Sobre todo en la intrafamiliar. En dos años se reportan 404.000 casos. Cuando preguntas, ¿fuiste víctima de violencia? Dicen sí, sin embargo, solo hay 60.000 denuncias. Debemos de dejar de decirles a las mujeres ‘eso no es tan grave’, porque si se tolera un acto de violencia va a ocurrir otra vez una vez y será peor. Los feminicidios sí se pueden prevenir”, dice Rodríguez.

En Colombia todavía cuesta reconocer cuando hay un caso de feminicidio, un delito tipificado por una ley desde 2015. Los medios siguen hablando de crímenes pasionales y la justicia tarda en identificar cuando a una mujer la matan por el hecho de serlo. “El feminicidio se reporta fatal”, reconoce la funcionaria, para quien a pesar de la percepción de inseguridad en la ciudad, sobre todo para las mujeres, el peligro no está afuera. “La realidad de Bogotá es que la principal violencia contra las mujeres está en sus casas, por conocidos, y no en la calle”, dice Rodríguez. “Lastimosamente no todas las mujeres quieren llegar a las casas y menos las más jóvenes. Hay un problema de violencia intrafamiliar y cultural que tenemos que desmontar”.

La línea púrpura es parte de una estrategia que ha sido modelo en la región. En 2020, Bogotá fue la ciudad pionera en América Latina en implementar un Sistema Distrital de Cuidado para reconocer y reducir los trabajos de cuidado. “En Bogotá hay más de un millón de mujeres, el 30% de esta población, que se dedican al cuidado no remunerado, con un promedio de diez horas al día de trabajo. Hay una sobrecarga que no está reconociendo”, reclama la funcionaria. “Si se anuncia que hay una nueva política para mejorar la movilidad, no tienes que explicar por qué, pero si es sobre el cuidado tienes que devolverte, empezar por explicar qué es el cuidado”.

Desde hace dos años la Secretaría la Mujer promueve el proyecto manzanas del cuidado que buscan aliviar cargas a las mujeres que dedican su tiempo a cuidar a otros. En espacios de un radio no mayor a 800 metros, las mujeres tienen acceso a algún tipo de formación o entretenimiento mientras sus hijos o un abuelo enfermo que tienen a cargo son atendidos por otros. Algunas han podido terminar el bachillerato o aprender a montar en bicicleta o hacer cualquier actividad que por no tener tiempo no habían podido. “Las mujeres no nacimos diciendo ‘somos las que sabemos cuidar’. A cuidar se aprende y no solo nos corresponde a nosotras”, dice Rodríguez.

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Sobre la firma

Sally Palomino
Redactora de EL PAÍS América desde Bogotá. Ha sido reportera de la revista 'Semana' en su formato digital y editora web del diario 'El Tiempo'. Su trabajo periodístico se ha concentrado en temas sobre violencia de género, conflicto armado y derechos humanos.

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