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De la espada de Bolívar a la fuerza afro de Francia Márquez: las escenas que marcaron la posesión de Gustavo Petro

La presencia de la espada de Simón Bolívar en la ceremonia fue la primera orden del nuevo mandatario y se convirtió en el símbolo de la ceremonia de investidura

presidente de Colombia, Gustavo Petro
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, con la espada de Bolívar en una urna a la derecha, pronuncia su discurso de investidura en la Plaza Bolívar de Bogotá, el 7 de agosto de 2022.Carlos Ortega (EFE)

Colombia vivió un día histórico. Se posesionó como presidente Gustavo Petro, el primer mandatario de izquierda en la historia reciente del país. Esta es una selección de los momentos más icónicos durante la ceremonia de investidura:

La espada de Bolívar sí llegó

Una urna fue protagonista de la posesión de Gustavo Petro. Las fricciones por la exhibición de la espada del libertador Simón Bolívar acabaron por llevarse los focos en la por lo demás festiva, colorida y diversa ceremonia de transmisión de mando entre Iván Duque y el primer presidente de izquierdas en la historia de Colombia. “Esta espada tiene tanta historia que hoy sumará una más”, dijo Petro, ya juramentado, en la Plaza de Bolívar, instantes después de haber ordenado a la Casa Militar que la trajeran. “Es la espada del pueblo, y por eso la queríamos aquí”, dijo sin vacilaciones.

Es la misma espada que la guerrilla del M-19, a la que perteneció Petro en su juventud, robó de la Quinta de Bolívar a comienzos de 1974 para convertirla en un símbolo de su movimiento. Cuando los rebeldes firmaron la paz en 1990, se la devolvieron al Gobierno de César Gaviria (1990-1994). Por largos años estuvo guardada en una bóveda del Banco de la República, pero después pasó a ser parte del patrimonio de la Casa de Nariño, la sede de Gobierno.

Espada de Bolívar
La espada de Bolívar, que ordenó traer Gustavo Petro durante la ceremonia de Posesión, en Bogotá, el 7 de agosto de 2022.Oficina de comunicaciones de Gustavo Petro

Con ese peso histórico, el objeto estaba llamado a concentrar la atención de la ceremonia desde hace días. Esa era la expectativa de decenas de exmiembros del M-19 que madrugaron para ver la posesión en una pantalla gigante en la propia Quinta de Bolívar, y así lo quería el nuevo presidente –como símbolo de libertad, unidad, esperanza y vida, según explicó el equipo organizador–. Sin embargo, sobre la hora, Iván Duque no lo permitió. En la noche del sábado, en una de sus últimas acciones de Gobierno, impidió el traslado de la espada a los actos de transmisión de mando, esgrimiendo temores por asuntos relacionados con la seguridad y pólizas de seguro. La nota discordante acabó cuando Petro, juramentado y sobre la tarima, dio la orden presidencial de traerla, lo que incluso llevó a que el presidente del Senado, Roy Barreras, ordenara un receso de la ceremonia mientras llegaba. Al final del acto, sin embargo, se saludaron sin cercanía ni estridencias.

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Aunque Duque y Petro se encuentran en las antípodas ideológicas, y nunca han ocultado su mutua desconfianza, la decisión de impedir el traslado contrastó con la cordialidad que imperó en el encuentro que ya habían sostenido en la Casa de Nariño después de las elecciones, en el que se vio a Petro sonriente y distendido. El propio exalcalde de Bogotá contó entonces que Duque le enseñó la “mítica” espada del libertador.

Francia Márquez y su mensaje a los ancestros afro

En su juramento de posesión como vicepresidenta, la activista ambiental afro, Francia Márquez, hizo un pequeño giro por fuera del protocolo para darle lugar al país que ella representa y que, hasta ahora, había sido excluido del poder en Colombia. No solo se comprometió a cumplir la Constitución ante Dios y el pueblo, sino también ante sus “ancestras y ancestros”, así como trabajar por los “colombianos y colombianas que históricamente han estado excluidos”. Márquez, que nació en medio de la pobreza y se ha enfrentado a la minería ilegal, terminó su corto juramento con una frase que se ha convertido en un himno: “hasta que la dignidad se haga costumbre”, dijo.

Francia Márquez
La nueva vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, durante la ceremonia de posesión.CESAR CARRION (Oficina de comunicaciones de Gustavo Petro)

Pero, aunque sus palabras fueron cortas, su presencia y la de su familia en el acto de posesión, eran elocuentes. Colombia es un país con enorme población afrodescendiente. Sin embargo, solo hasta este domingo tuvieron representación en el poder. La ceremonia también fue una reivindicación con el pueblo afro. La artista principal en la tarima de la Plaza de Bolívar fue Teresita Gómez, una mujer afro que ha soportado discriminación y es una de las pianistas más importantes del país. En otros espacios, se presentaron también el bailarín afro Fernando Montaño, que nació en Buenaventura y llegó al Royal Ballet de Londres; así como la cantante de ópera, Betty Garcés.

Invitados de honor populares

El pueblo colombiano era el principal invitado a la ceremonia de posesión de Gustavo Petro. Y en especial las comunidades tradicionalmente excluidas. Ese fue el mensaje central que se repitió con insistencia, y de todas las formas, desde el Pacto Histórico, la variopinta coalición detrás del político de izquierdas. Para reforzarlo, en la Plaza de Bolívar, junto a una decena de jefes de Estado, también tuvieron asiento cinco “invitados de honor” de distintas regiones: un pescador del departamento del Tolima, una señora del Chocó, un cafetero de Caldas, un silletero de Antioquia y también una barrendera de Medellín, Kelly Garcés, de 31 años, muy recordada por un video viral durante la campaña. La secuencia mostraba cómo había colgado una publicidad de Petro y Francia Márquez en su carrito de limpieza, y aguantaba con dignidad el hostigamiento al que la sometía el ciudadano que la grabó en la segunda ciudad del país, tradicionalmente antipetrista. En el tramo final de la campaña, los asesores de Petro cambiaron la estrategia de plaza pública con enormes multitudes, y se concentraron en retransmitir por redes sociales su visita a gente común y corriente para dar una imagen de cercanía que subido a la tarima no transmitía. Fue en esos recorridos en los que el hoy presidente conoció a sus invitados. En las primeras líneas de su discurso de posesión recordó que allí, presentes en la plaza, estaban “las manos humildes del obrero, las campesinas y las que barren las calles”.

La memoria, presente

Carlos Pizarro, el asesinado exlíder del M-19, estuvo presente en uno de los momentos más simbólicos de la ceremonia. Su imagen, bordada en la espalda de la chaqueta de su hija, la senadora María José Pizarro, recordó la lucha del mismo Petro, exguerrillero del mismo movimiento. “Hoy es un día histórico, de alegría y celebración. Años y generaciones soñando y luchando por este momento. Mi homenaje sentido a quienes se quedaron en el camino por esta lucha, esto también es por ustedes”, escribió Pizarro, quien fue la encargada de imponerle la banda presidencial al nuevo mandatario.“Estamos aquí contra todo pronóstico, contra los de siempre, contra los que no querían soltar el poder. Lo logramos, hicimos posible lo imposible; con trabajo, escuchando a la gente, sus ideas, con el corazón”, dijo Pizarro a través de sus redes sociales. La memoria estuvo presente en la solapa del saco del también senador del Pacto Histórico, Iván Cepeda, que lució un prendedor con la imagen de su padre, Manuel Cepeda, el exdirigente del partido Comunista, asesinado como Pizarro por sus ideas.

senadora, María José Pizarro, viste una chaqueta con una imagen de su padre, Carlos Pizarro
La senadora, María José Pizarro, luce una chaqueta con la imagen de su padre, Carlos Pizarro, el 7 de agosto de 2022. rrss

El tranquilo encuentro de Petro con los militares

Minutos después de terminar el discurso presidencial, Gustavo Petro saludó y marchó con los mandos militares, como lo establece el protocolo de la ceremonia. Antes de entrar a la Casa de Nariño, durante la transición de mando, el nuevo mandatario participó de un minuto de silencio en homenaje a los soldados y policías muertos en el conflicto. El encuentro tranquilo de Petro con el Ejército es simbólico por su pasado guerrillero y, sobre todo, por los roces que había tenido con la cúpula militar en la última etapa de la campaña, cuando el excomandate del ejército Eduardo Zapaterio atacó con dureza al entonces candidato a través de su cuenta de Twitter: “Senador, no se valga de su investidura (inviolabilidad parlamentaria) para pretender hacer politiquería con la muerte de nuestros soldados, más bien cumpla con su deber ciudadano de denuncia fundamentada ante la @FiscaliaCol de los hechos que usted menciona, sea quien sea”. Días después del mensaje, Zapateiro renunció a la comandancia del ejército. El nombramiento de Iván Velázquez, reconocido defensor de derechos humanos y férreo crítico de las fuerzas militares, como nuevo ministro de Defensa, también ha generado incertidumbre frente a la relación del nuevo gobierno con el ejército en los próximos meses.

Un día con sol y nubes, sin ventarrones ni alfombra roja

La toma de posesión de Iván Duque, hace cuatro años, estuvo marcada por un clima casi tormentoso, con fuertes rachas de viento y lluvia que por momentos hicieron temer que las banderas y sombrillas salieran volando. El cielo marcó un primer contraste. La de Petro se dio en un día con nubes, pero por momentos soleado y sin mayores inclemencias climáticas. Conforme a la tradición, el exalcalde de Bogotá caminó desde el Palacio de San Carlos, la sede de la Cancillería, hasta la Plaza de Bolívar, donde lo esperaba una multitud de miles de personas. El cambio que representa frente a Duque también se tradujo en que en ningún momento de la ceremonia hubo la alfombra roja que caracterizó al ya expresidente, y que desplegó de manera infaltable para ir a votar durante las tres elecciones que hubo este año, incluso en las jornadas lluviosas. En lugar de la alfombra roja, el pasaje que recorren este domingo los invitados oficiales y delegados internacionales está adornado por 34 silletas que llevan inscrito el nombre de Colombia, Bogotá y el de cada departamento del país, con el propósito de simbolizar un tapete de flores.

seguidores de Gustavo Petro
Los partidarios del nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, animan durante la ceremonia de toma de posesión.RAUL ARBOLEDA (AFP)

Santos, Gaviria y Samper, los expresidentes que asistieron a la posesión de Petro

Ni Álvaro Uribe Vélez ni Andrés Pastrana, los dos expresidentes de Colombia de la derecha, asistieron a la ceremonia de toma de Posesión de Gustavo Petro. El expresidente Uribe había anunciado su ausencia días antes a través de su cuenta de Twitter: “Llamé al presidente Gustavo Petro, le agradecí su amable invitación a la posesión y me excusé de asistir porque desde hace dos años tengo complejo de preso”. El expresidente Andrés Pastrana hizo lo mismo en una carta en la que criticó al nuevo gobierno y explicó los motivos para no ir a la ceremonia. “Agradezco la invitación a llenar el formulario para la Ceremonia de Transmisión de Mando Presidencial 2022, honor que debo declinar por razón de las insalvables diferencias éticas y políticas que nos separan”, escribió Pastrana. El expresidente, además, se refirió a los resultados de las pasadas elecciones presidenciales y dio a entender que había habido fraude: “el interrogante en torno al conteo del voto popular es espada de Damocles sobre la legitimidad del proceso electoral y la continuidad democrática al cabo de los cuatro años de mandato”. Los otros tres expresidentes de Colombia vivos sí asistieron con sus familias a la toma de posesión de Gustavo Petro. Cesar Gaviria Trujillo, Ernesto Samper y Juan Manuel Santos estuvieron presentes como invitados de honor en el acto protocolario.

La paloma de la paz de Botero que no llegó

Con la Presidencia de Gustavo Petro, Colombia vuelve a hablar de paz después de un paréntesis de cuatro años. El primer mandatario de izquierdas, que en su juventud perteneció a la guerrilla del M-19, se propone darle un nuevo impulso a la implementación del acuerdo con las extintas FARC, retomar los diálogos con la guerrilla del ELN y avanzar en una política de sometimiento para otros grupos criminales. El naciente Gobierno se proponía plasmar ese énfasis con algunos símbolos. ‘La paloma de la paz’, la escultura que Fernando Botero donó al Gobierno de Juan Manuel Santos a finales de 2016, en la recta final del proceso de paz con las FARC, habitó la Casa de Nariño hasta el final de su periodo. Cuando llegó al poder Iván Duque, un crítico de los acuerdos, la obra fue trasladada al Museo Nacional. Ya en campaña, Petro señaló sin dudas que volvería a instalar en el palacio presidencial esa paloma blanca de pico dorado. Le quería dar un papel relevante en la ceremonia de transmisión de mando, pero, a semejanza de la espada de Bolívar, se topó con trabas del gobierno saliente –no del todo detalladas– que lo impidieron.

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