"A veces discutíamos con los talibanes sobre la situación de la mujer"
Los dos periodistas franceses secuestrados durante 547 días y liberados ayer relatan las condiciones de su cautiverio
Stéphane Taponier y Hervé Ghesquière, los dos periodistas franceses de televisión secuestrados durante 547 días en las montañas de Afganistán por un grupo de talibanes locales y liberados ayer llegaron hoy a las nueve de la mañana al aeropuerto de Villacoublay, a las afueras de París. A cambio varios presos talibanes han sido liberados, según han comunicado los rebeldes sin especificar el número.
Los periodistas, con un aspecto no muy malo dadas las circunstancias (Ghesquière ha estado enfermo aquejado de una infección causada por una bacteria), con mucha emoción y con ciertos rasgos de humor que dan fe de su inmejorable estado de ánimo, han relatado en la misma pista las condiciones de su secuestro y de cómo ha sido su vida cotidiana durante este último año y medio de cautiverio. "No nos han pegado, no nos han atado, nunca nos amenazaron de muerte, el trato no fue malo", se apresuró a precisar Hervé Ghesquière, que antes, al colocarse delante del micrófono frente a sus compañeros periodistas sonrió, les señaló, y les comentó: "La verdad es que no tengo costumbre de estar a este lado; lo mío es estar allí".
Después relató que durante estos 18 meses no han estados siempre juntos. "Durante ocho meses estuve solo", relató. "Después, los últimos cinco meses estuvimos otra vez juntos, con el traductor". Durante este periodo, conversaron frecuentemente con sus secuestradores: "Hablábamos de la liberación, claro, pero también mantuvimos discusiones interesantes con ellos sobre sus reivindicaciones o sobre la condición de la mujer". Durante todo este tiempo, según han explicado dispusieron cada uno de una radio y la BBC les sirvió de hilo con el resto del mundo. Así supieron de la gran movilización producida en Francia por parte de sus compañeros para que no se olvidara su caso. "Lo peor era estar encerrado tanto tiempo. Vivía encerrado 23 horas y 45 minutos al día, con dos salidas para ir al baño, una al amanecer y otra por la noche. Pero nunca perdimos la moral, hacíamos esfuerzos por llenar el tiempo, por estructurarlo, por no dejarnos llevar por el desánimo o la desesperación, por no desmoralizarnos al pensar que teníamos todo un día por delante sin nada que hacer, sin nada que leer". Ghesquière mantuvo un diario que le ayudó a sobrellevar el peso de los días "en medio de unas condiciones de vida que son las de la Edad Media". "Eran cientos de páginas, pero lamentablemente no me lo han dejado traer", aclaró.
Taponier bromeó entonces: "La comida no era mala". Ghesquière matizó: "No era una comida especial para un secuestrado, era la comida habitual de la gente en la montaña afgana, todos los días lo mismo, en muy pequeña cantidad. Lo de la comida parece una tontería, pero es crucial".
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