España inicia hoy un puente aéreo para repatriar a 4.000 refugiados a Egipto
Tres vuelos diarios aliviarán la presión en la frontera entre Libia y Túnez
"Creo que los españoles quieren que su Gobierno esté apoyando los cambios en el mundo árabe, por eso estoy aquí". José Luis Rodríguez Zapatero se convirtió ayer en el primer presidente europeo que visita Túnez tras la Revolución de los Jazmines, que el 14 de enero puso en fuga al dictador Ben Ali tras 23 años en el poder. El mandatario español se presentó como adalid de la ola de revueltas democráticas que se ha extendido como un reguero a partir de Túnez y comparó este fenómeno con la caída de los regímenes comunistas de Europa del Este a finales del pasado siglo.
"En este momento histórico, a diferencia de otros en que lamentablemente no pudimos estar por nuestras propias circunstancias internas, España estará al frente, está al frente, para consolidar las aspiraciones de los pueblos del norte de África, del Magreb, del mundo árabe, para que la democracia y la libertad sean ya el único lenguaje que conozcan en el futuro sus ciudadanos", proclamó, en presencia del primer ministro tunecino, el octogenario Beji Caid Sebsi.
A quienes le reprochan que, hasta ahora, los líderes europeos hayan cortejado a los autócratas árabes por intereses económicos, les remitió a los historiadores. "Se podrá decir que se podía haber hecho antes, que Europa llegó tarde o que miró para otro lado, pero lo que importa es mirar al futuro", dijo. Preguntado si esta misma receta vale para Argelia y Marruecos, con cuyos regímenes sigue manteniendo España buenas relaciones, se excusó alegando que "nadie debe hablar en nombre de otros países" y que cualquier gesto que fuera visto como una injerencia "sería contraproducente". Eso sí, se mostró convencido de que el cambio es imparable y proclamó: "Estamos dispuestos a apoyar las reformas democráticas en todos los países".
En Túnez, adonde viajó acompañado por la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, Zapatero ofreció un préstamo a bajo interés de 300 millones de euros en tres años a través del Banco Europeo de Inversiones (BERD). Esta institución dispone ya de una línea de crédito de casi 10.000 millones para los países de la ribera sur del Mediterráneo que Zapatero enmarcó en un futuro plan Marshall para la modernización del norte de África, a cuya financiación deberían contribuir las grandes compañías privadas.
Ante la avalancha de refugiados procedentes de Libia, España inaugurará hoy mismo un puente aéreo para repatriar a casi 4.000 egipcios que se han refugiado en Túnez huyendo de la violencia en el país vecino. La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) ha fletado tres vuelos diarios durante una semana a petición de las autoridades tunecinas y egipcias. A mediodía saldrá de la base de Torrejón de Ardoz (Madrid) un avión con ayuda humanitaria que recogerá en Túnez a los primeros refugiados para llevarlos a El Cairo. Se calcula que a ambos lados de la frontera hay unos 100.000 refugiados, la mayoría egipcios.
También hoy saldrá hacia Bengasi un avión con tres toneladas de ayuda humanitaria; en su mayor parte, medicinas para enfermos crónicos. Se trata de la primera ayuda directa que presta el Gobierno español a los rebeldes que se han sublevado contra el régimen de Gadafi y controlan la zona oriental del país, con capital en Bengasi.
Zapatero llegó a un Túnez que oscila entre la esperanza y la incertidumbre. El primer ministro, que sustituyó el domingo al dimitido Mohamed Ghanuchi, ha visto cómo desertaban siete ministros, y el presidente interino, Fuad Mebaza, con quien también se reunió Zapatero, concluye su mandato el 15 de marzo, sin que se conozca qué sucederá. Sebsi apuesta por convocar en julio una Asamblea Constituyente, en vez de elecciones presidenciales o parlamentarias, pero antes debería reformar la ley electoral.
Por eso, Zapatero no se limitó a ver a las actuales autoridades, sino que abrió el abanico de contactos a las principales fuerzas vivas del país. Se reunió, entre otros, con Abdessiem Jrad, secretario general del sindicato UGTT; Fauzaia Charfi, viuda de Mohamed Charfi, opositor a Ben Ali y teórico de la separación entre islam y Estado; Mustafá Ben Jafar, presidente del Foro Democrático; Abderrazak Kilani, decano del Colegio de Abogados; Sihem Bensedrine, del Consejo Nacional de las Libertades; Radhia Nasraoui, de la Asociación de Lucha contra la Tortura; Khadija Cherif, de la Asociación Tunecina de Derechos Humanos, o Ahmed Nejib Chebbi, líder del Partido Demócrata Progresista, que la víspera dimitió como ministro de Desarrollo Regional. Muchos de ellos se mostraron escépticos sobre el rumbo de la transición y denunciaron el mantenimiento de la policía política. Zapatero les animó y les pidió un favor: "Mantengan la aconfesionalidad del Estado".
Coincidiendo con la visita de Zapatero, fueron liberados los últimos presos de conciencia.
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