"Protestamos porque no queremos vivir peor que nuestros padres"
Los estudiantes franceses explican por qué salen a la calle contra la reforma de las jubilaciones
A un paso del Senado, donde se debate la polémica ley que amenaza con incendiar Francia, la que retrasa la jubilación de 60 a 62 años, un centenar de veinteañeros corta el tráfico de golpe, al lado del Jardín de Luxemburgo y comienza a gritar: "Sarko, estás acabado, la juventud ha llegado". Cerca de medio centenar de antidisturbios vigila de cerca con la porra y el escudo transparente en la mano. Uno de estos estudiantes es Benjamin Guerand-Pinet, de 22 años, cursa tercero de Derecho y se detiene a responder a una turista estadounidense que pregunta con curiosidad por qué un pelotón de jovencitos está en un tris de recibir un porrazo por una ley que regula algo tan remoto como su jubilación.
Guerand-Pinet le contesta muy serio: "Estamos aquí porque no queremos vivir peor que nuestros padres".
Cerca, un curioso, Jean-Marc, de 62 años, recordó que cuando él tenía veinte años participó en las mismas calles en una revuelta histórica, la del Mayo del 68, que iba a cambiar la manera de ver el mundo y a la que muchos aluden actualmente al ver de nuevo a los jóvenes en ebullición. "Bueno, había una diferencia: nosotros luchábamos contra la sociedad, ellos creo que luchan contra Sarkozy. Yo no quería vivir como mi padre, quería acabar con el mundo de mi padre. Ellos, por lo visto, no", explica.
La revuelta de los institutos contra la reforma de las jubilaciones crece. Hoy hay al menos 300 institutos cerrados, en los que los estudiantes bloquean las puertas por la mañana impidiendo a nadie entrar en clase. Se reproducen manifestaciones relámpago por toda Francia. Se han producido disturbios y enfrentamientos entre la policía y los manifestantes en Lyon, con coches volcados, contenedores de basura quemados y cargas de los antidisturbios. En Cannes, un policía ha resultado herido también en una manifestación anti Sarkozy. El Ministerio del Interior ha detenido a 150 jóvenes que, a juicio de la policía, en vez de manifestarse habían salido a la calle con intención de destrozar en vez de protestar.
En la pequeña protesta del barrio del Jardín de Luxemburgo no hay incidentes. Tan solo policías que impiden con su presencia llegar al Senado y un grupo de jóvenes convencidos de que su futuro se juega en esta carta: "Si la gente se jubila más tarde, no habrá trabajo para nosotros", asegura uno. "No quiero ser un estudiante a los veinte, un parado a los 25 y un precario a los 62", añade otro.
Después, todos a coro, comienzan a gritar bajo la mirada de reojo de los policías: "¡No nos gusta esta sociedad¡".
Jean-Marc, el viejo militante de izquierda que participó en el Mayo del 68, sonríe y dice: "Yo entonces creía en Durruti. Ya no, claro. Pero, ¡Qué demonios¡ ¡Que se muevan los jóvenes! ¡Ellos tienen razón!".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.