La coalición de Merkel alcanza mínimos de popularidad por sus disensos internos
Lograría hoy 11 puntos menos que en los comicios legislativos celebrados hace nueve meses.- El 86% de los alemanes, descontento con Merkel
La coalición gubernamental que dirige la canciller federal alemana, Angela Merkel, ha alcanzado mínimos de popularidad por sus disensos internos y los enfrentamientos entre los socios cristianodemóratas (CDU), socialcristianos bávaros (CSU) y liberales (FDP). La encuesta semanal del instituto demoscópico Forsa hecha pública hoy por el semanario Stern y la emisora RTL revela que el tripartito de Merkel sólo sumaría un 37% de votos si se celebrasen elecciones este fin de semana, 11 puntos menos que en los comicios legislativos celebrados hace nueve meses.
El mismo resultado ofrece el sondeo Deutschland Trend hecho público anoche por la primera cadena de la televisión pública alemana ARD, que coincide también en atribuir al Partido Liberal del vicecanciller y titular de Exteriores, Guido Westerwelle, una intención de voto que roza su expulsión del Bundestag. La consulta de Forsa atribuye al FDP una intención de voto del 6% y el Deutschland Trend del instituto Infratest de tan sólo el 5%, límite electoral para alcanzar representación parlamentaria en la Cámara baja alemana. Los partidos de la Unión (CDU/CSU) sumarían un 31% de votos, un punto menos que hace una semana, según Forsa y un 32% según Infratest.
El 47% pide elecciones anticipadas
La oposición socialdemócrata (SPD) se mantiene estable con una intención de voto de entre 26% (Infratest) y 29% (Forsa), mientras los verdes sumarían entre un 17 y un 18% y la formación de La Izquierda un 11% en ambos casos. Los alemanes consultados por Infratest conceden peores notas aún a la labor de la coalición de Merkel, con la que sólo se muestra satisfecha un 12% de la población, mientras un 86% está descontenta con el trabajo del Gobierno en Berlín. Infratest subraya que hay que remontarse a 2004, cuando gobernaban en coalición socialdemócratas y verdes, para contemplar una valoración tan negativa de la labor del Ejecutivo alemán. A la búsqueda de una solución al problema, un 47% de los encuestados reclama un adelanto de las elecciones legislativas, un 24% se pronuncia a favor del retorno de la gran coalición entre la Unión y el SPD y un 23% defiende la continuidad del actual Gobierno.
Desde que Merkel ganó las elecciones en septiembre de 2009, la CDU, su partido hermano bávaro y sus aliados del FDP padecen un desgaste más propio de un Gobierno en su tercera legislatura que de una coalición recién elegida, informa desde Berlín Juan Gómez. Han sido ocho meses de suma y sigue en desavenencias y tropezones sobre cada decisión importante. La gestión de la crisis del euro -percibida como una claudicación por muchos alemanes que temen por sus ahorros-, los recortes sociales introducidos la semana pasada, así como el bloqueo de la rebaja fiscal y otras medidas prometidas en las elecciones se han visto coreados por una gresca política tras otra.
La última estación del vía crucis de Merkel ha sido la controversia con su ministro de Defensa, Karl Theodor zu Guttenberg (CSU). El socialcristiano bávaro abogó por la profesionalización de las Fuerzas Armadas ante el recorte de los presupuestos de Defensa. Merkel se opuso y la prensa recogió rumores de dimisión del ministro. Pero los problemas parecen encadenarse desde el comienzo. La bajada de impuestos, baza electoral de los liberales que les dio casi el 15% de los votos en septiembre, ha quedado en papel mojado. Y la prometida reforma de la sanidad no tiene visos de desbloquearse.
El plan de austeridad presentado por Merkel tras arduas negociaciones con sus ministros iba a definir un nuevo rumbo en la política común de democristianos y liberales, pero el "esfuerzo excepcional" del Gobierno para aplicar un recorte de 80.000 millones de euros hasta 2014 no solo atrajo las críticas de la oposición de centro-izquierda, sino que abrió además un nuevo foco de discusión interna en los partidos del Gobierno. El ala izquierda de la CDU tacha de "desequilibrados" los recortes sociales del plan. Entre los liberales cunde la preocupación de que las medidas puedan ser el primer paso hacia una subida de impuestos después del 30 de junio.
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