25.000 talibanes en pie de guerra desafían a las fuerzas internacionales
EE UU asegura que unos 150 miembros de Al Qaeda operan en Afganistán
Más de 25.000 talibanes y hasta 150 miembros de Al Qaeda. Ése es el enemigo al que se enfrentan las fuerzas internacionales en Afganistán. La cifra la aportó el Consejero de Seguridad Nacional, el general James Jones, en un encuentro del Foro Atlántico -que reúne a parlamentarios de todos los países de la OTAN- celebrado el pasado día 26 en Washington. Puede parecer una cifra pequeña, si se compara con los más de 150.000 soldados de la coalición internacional que estarán desplegados este verano en el país centroasiático, pero es más de seis veces superior a los 4.000 insurgentes que se calculaban en 2005. ¿Qué ha sucedido desde entonces? Según el propio Jones, la clave está en el acuerdo de no agresión al que el entonces presidente paquistaní, Pervez Musharraf, llegó en 2006 con los talibanes, que les permitió disponer de un santuario en los territorios autónomos pastunes fronterizos con Afganistán.
Los datos ofrecidos por el general Jones permiten también deducir que Al Qaeda sólo es un componente menor de la insurgencia. Por eso, la estrategia aprobada en la Conferencia de Londres del pasado 28 de enero pasa por aislar a los irreductibles e intentar pactar con los elementos moderados del movimiento talibán, recuperando a quienes se han unido a la insurgencia por falta de una alternativa mejor. Para ayudar a convencerles, se creará un fondo financiero, al que España ha prometido aportar 10 millones de euros.
El planteamiento no es totalmente nuevo, el problema es que hasta ahora no ha funcionado. A lo largo de 2009, menos de 200 insurgentes aceptaron deponer las armas e incorporarse a la policía gubernamental; 57 de ellos en la provincia de Herat, donde se encuentra la principal base de las tropas españolas.
"La reconciliación sólo se producirá cuando los talibanes comprendan que están perdiendo", advierte el jefe del Mando Central de EE UU, el general David Petraeus. Pero eso, por ahora, está lejos de suceder. En el último trimestre del año pasado se produjeron 1.244 incidentes mensuales, lo que supone un incremento del 65% respecto al mismo periodo de 2008. Las víctimas civiles sumaron 784 entre agosto y octubre de 2009, un 12% más. La buena noticia es que sólo el 22% se debió a acciones de la OTAN, lo que significa que se está empezando a aplicar el compromiso de minimizar los "daños colaterales".
En su último informe al Consejo de Seguridad, fechado el 28 de diciembre, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, reconocía que en muchas provincias -entre las que citaba a Badghis, bajo responsabilidad española- la presencia de las autoridades de Kabul se limita a las localidades más importantes, mientras que en zonas rurales los talibanes han instaurado una "administración provincial en la sombra: recaudan impuestos, administran 'justicia', resuelven disputas por tierras, ejecutan a presuntos criminales e imponen hábitos sociales ultraconservadores". En otras zonas del sur y este del país, según el mismo informe, los propios representantes del Gobierno se ven obligados a sobornar a los comandantes talibanes. Quienes se resisten a su ley son asesinados: una media de nueve personas por semana; entre ellas, numerosos dirigentes locales.
Lo peor es que, en palabras de Ban Ki-moon, "no hay indicios de que la seguridad vaya a mejorar en los primeros meses de 2010". Una opinión que comparte el general Jones, quien ya vaticinó "un incremento de la violencia en las próximas semanas". La ofensiva sobre Marjah, en Helmand, sería así un pronóstico autocumplido.
Pero se trata sólo de la primera pieza de un puzle mucho más amplio, que incluye 24 distritos afganos -de los 80 que se consideran prioritarios- en los que se concentrará la ofensiva bélica para quebrarle el espinazo, y la moral, a la insurgencia. Una vez pacificados, se iniciarían las tareas de reconstrucción y, progresivamente, se cedería su control a las autoridades locales. Este último paso es el más complicado.
El objetivo de la OTAN es que el Gobierno de Kabul cuente con 171.000 militares y 134.000 policías en octubre de 2011, pero hasta el momento no ha conseguido que los socios aporten suficientes instructores. España, que el pasado viernes aprobó el envío de otros 511 soldados -en la actualidad tiene 1.068- y 40 guardias civiles, se encargará de la formación de 2.000 militares -el 5% de los que está previsto instruir en 2010- y de una unidad de la policía afgana.
Si se cumplen los plazos, la formación de esta nueva brigada del Ejército afgano con base en Badghis llevará un año, pero pasarán tres antes de que esté plenamente operativa y al menos cinco para que pueda prescindir de la tutela de las tropas españolas. No habrá pues retirada de Afganistán antes de 2015.
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