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Un cambio de enfoque contra la tuberculosis

Parlamentarios de un centenar de países ratifican un plan para acabar con la epidemia en 2030 en la conferencia internacional sobre salud pulmonar de Ciudad del Cabo

Pablo Linde
Dos médicos en la consulta del hospital para tuberculosos de Kabul.
Dos médicos en la consulta del hospital para tuberculosos de Kabul.Fardin Waezi (ONU)

La enfermedad infecciosa más mortal del planeta no da miedo en el primer mundo. De ser así, los expertos están convencidos de que existiría una vacuna y de que el avance en los fármacos sería más rápido. Pero, aunque afecta a personas de todos los rincones del globo, la tuberculosis se concentra en 22 países, donde viven el 80% de los enfermos. Seguramente por eso, hubo 50 años sin un nuevo medicamento y la dolencia, que en la mayoría de los casos es curable, está adquiriendo nuevas formas más agresivas que esquivan los tratamientos tradicionales.

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Uno de los objetivos del mundo para 2030 es eliminar la epidemia, pero lo cierto es que al ritmo actual esto no se lograría hasta finales del siglo XXII. Es hora de un cambio de paradigma. Con este lema la alianza de la ONU Stop TB presentó el pasado 20 de noviembre su plan para acabar con la enfermedad. Y hoy, líderes políticos de todo el mundo reunidos en la conferencia internacional de salud pulmonar de Ciudad del Cabo ratifican este compromiso, que para llegar a ser una realidad, requiere más mucho más que palabras: serán necesarios 56.000 millones de euros en los próximos cinco años para comenzar, algo que supone un incremento de un 20% en la inversión que ya realizan instituciones públicas y privadas.

Parlamentarios de 101 países han firmado este plan con el compromiso de llevar a sus respectivas cámaras el debate para completar actuaciones contundentes y rápidas. Liderados por el congresista británico Nick Herbert, deben impulsar en sus países leyes, comisiones o incrementos presupuestarios que vayan enfocados a erradicar la enfermedad. “Es un claro caso de fallo del mercado, un mal que sigue vivo porque no afecta en gran medida a occidente. Por eso las instituciones públicas tenemos que tomar partido. Los representantes del pueblo hemos callado con respecto a esta epidemia y es hora de que alcemos nuestras voces para acabar con ella”, asegura Herbert.

El congreso que comienza esta semana en Ciudad del Cabo también tiene como lema este cambio de agenda con respecto a la enfermedad. José Luis Castro, director ejecutivo de La unión internacional contra la tuberculosis y las enfermedades respiratorias, la entidad organizadora, asegura que aunque los objetivos son ambiciosos, es posible cumplirlos si se dan varios factores: concienciación de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que concentran la mayoría de los casos del mundo; aumento de los presupuestos, especialmente en los de países de rentas bajas, que tienen que comenzar a luchar contra la enfermedad también con sus propios recursos; y un cambio en la estrategia. Como explica Lucica Ditiu, directora de Stop TB, “hasta ahora hemos esperado a que los enfermos presenten síntomas, ahora tenemos que buscarlos para tratarlos lo antes posible”. Esto es así porque a los pocos días de comenzar la medicación la enfermedad deja de ser contagiosa.

El primer hito en el horizonte de la comunidad internacional para erradicar la tuberculosis será 2020

El primer hito en el horizonte de la comunidad internacional para erradicar la tuberculosis será el año 2020. Para entonces, el reto es reducir un 35% las 1,5 millones de muertes anuales por tuberculosis, rebajar un 20% la incidencia de más de nueve millones de infectados y eliminar lo que califican como “costes catastróficos” para las familias, que muchas veces se ven arruinadas para poder pagar los tratamientos. En 2025 la reducción de las muertes debería situarse en un 75% (con respecto a 2015) y la incidencia en un 50%. Sería la única forma, explican los expertos, de llegar al Objetivo de Desarrollo sostenible de eliminar la epidemia, lo que equivaldría a haber recortado un 90% la mortalidad y un 80% los casos para 2030.

Conseguir estas metas pasa por tres pilares, según el plan de Stop TB. En primer lugar, el asistencial, para conseguir un diagnóstico temprano, tratar a todos los enfermos, poner especial atención en los coinfectados con sida y aplicar tratamiento preventivo a las personas con mayor riesgo de contagio. El segundo sería las políticas y los sistemas de salud, que requieren instituciones, comunidades y sociedades civiles implicadas, cobertura sanitaria universal y protección social para las personas que sufren la enfermedad. Por último, la innovación, para lograr mejores y más rápidos tratamientos.

Algunos de ellos se presentarán esta semana en Ciudad del Cabo.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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