Jugando a diagnosticar la tuberculosis
Una aplicación móvil busca mejorar la detección del bacilo en zonas sin recursos sanitarios
Se parece a los clásicos libros infantiles de Dónde está Wally. En lugar de encontrar al personaje de gafas y gorro rojiblanco, en este juego hay que hallar al bacilo que provoca la tuberculosis, una especie de cilindro alargado de color rosa. En vez de un libro, Tuberspot es una aplicación de móvil con muestras reales de enfermos. Desde hoy, día mundial de la enfermedad, está disponible para la plataforma Android y es más que un simple entretenimiento. La idea es que quienes la descarguen ayuden al diagnóstico de casos en países que no cuentan con suficientes recursos.
Se le ocurrió hace un par de años a Miguel Luengo, investigador del Grupo de Tecnología de Imágenes Biomédicas de la Universidad Politécnica de Madrid y emprendedor social Ashoka, una de las organizaciones que impulsa este proyecto. “El plan era juntar dos mundos que están aparentemente separados: los juegos, que llegan a cada vez más gente en todo el mundo, y la salud. Yo venía trabajando en inteligencia artificial destinada al tratamiento de imágenes médicas, pero en última instancia siempre hacía falta el componente humano para reconocer determinadas características”, explica Luengo.
La manera estándar de diagnosticar la tuberculosis, hoy por hoy, es examinar mediante un microscopio muestras de esputo (fluido que se expulsa al toser) para identificar y contar los bacilos. Es necesario que un especialista estudie una media de 100 imágenes, un proceso que puede requerir más de 20 minutos. En TuberSpot este trabajo se reparte entre muchos jugadores. En la versión actual del juego, tras un tutorial que explica las características físicas del bacilo, el usuario va recibiendo imágenes de muestras en las cuales tiene que identificar las bacterias antes de que se acabe el tiempo. “La puntuación se genera comparando los puntos detectados por el jugador con los bacilos previamente identificados por expertos”, aclara Daniel Cuadrado, programador del videojuego. El plan es que en futuras ediciones se incorporen muestras de personas que no están todavía diagnosticadas y que sean los jugadores quienes detecten la enfermedad.
Puede parecer temerario dejar en manos de jugadores los diagnósticos, pero los investigadores ya demostraron con un juego anterior, MalariaSpot, que el concepto funciona para las muestras de sangre con parásitos de malaria. Es posible que un solo jugador se equivoque, pero se descubrió que al combinar los resultados de 22 usuarios jugando con la misma imagen se obtenía un resultado tan preciso como el de un especialista. Para llegar a esta conclusión estudiaron los datos de más de 12.000 partidas jugadas por voluntarios de 100 países.
Si descubren resultados similares para la tuberculosis, puede ser una solución útil para países que no cuentan con suficientes especialistas para detectar la enfermedad, que suelen ser, además, los que sufren mayor prevalencia del bacilo. Aunque está presente en todo el planeta, la bacteria tiene especial facilidad para crecer en zonas con falta de salubridad. Así, se ceba con los más pobres, con especial incidencia en la zona oriental del África Subsahariana y el sudeste asiático. La epidemia global afecta a más de nueve millones de personas cada año, de las que 1,5 millones mueren, a pesar de ser una enfermedad curable.
“El siguiente paso sería formar al personal en ambulatorios de lugares sin recursos para recoger muestras. Una vez recolectadas, gracias a un sistema de microscopía en un teléfono móvil, serían enviadas a la aplicación. Pasarían a formar parte del juego y los usuarios podrían detectar si se trata de casos positivos”, cuenta Luengo. Aquí acabaría el trabajo de los jugadores. Una vez hecha esta primera criba, los casos serían remitidos a especialistas que confirmasen el diagnóstico y lo tratasen.
Estos primeros pasos de la aplicación han contado financiación de Ashoka y la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT), pero el investigador sigue recabando fondos para poder avanzar e implantar esa segunda fase sobre el terreno, cuya total implantación rondaría el millón de euros. Además de dinero, son fundamentales los suficientes usuarios que se conecten y detecten los bacilos. “Se trata de que el juego llegue al mayor número de personas posible. No solo porque es crucial para que la idea llegue a funcionar, sino también porque es un avance en la cultura y la concienciación sobre la tuberculosis”, concluye Luengo.
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