Mónaco, ¿capital de la moda?
"La idea era conseguir un aspecto completamente moderno, sin ningún elemento obvio de nostalgia o revival", dice Giorgio Armani, diseñador del vestido
Charlene Wittstock afirma que querría convertir Mónaco en una referencia internacional de la moda. Unir el principado con esa industria, tal como Grace Kelly hizo con el cine. Es un quiebro raro, incluso, para esta extraña historia. Una esperaría que siendo la novia nadadora olímpica, sus sueños para el futuro del Principado estuvieran más dirigidos al deporte que a las pasarelas. Pero, claro, esto es Mónaco y la especialidad de la casa es que nada se haga según lo esperado.
"Quiero que sea una de las capitales de moda del mundo. Sería estupendo poder trabajar con mis amigos de la industria internacional, como Stella McCartney y Ralph Lauren. Hacer que este lugar hirviera en energía otra vez", le ha contado Wittstock a Vogue. Si eso es verdad y no solo una boutade para contentar a la revista, estará contenta con su enlace de hoy. Porque ha acabado teniendo más peso de moda de lo que suelen estos grandes eventos monárquicos.
Giorgio Armani ha vestido a la novia de alta costura y lo ha hecho con más intención estilística que de reivindicación de la tradición. De hecho, el italiano ha querido huir del ejercicio de rehabilitación nostálgica que tan habitualmente preside estas celebraciones. "La idea era conseguir un aspecto completamente moderno, sin ningún elemento obvio de nostalgia o revival", explica en un comunicado. "Me parecía que eso era lo apropiado ya que habría inevitables comparaciones con la Princesa Grace. Aunque esas comparaciones son una muestra de admiración, cada persona tiene su estilo único e individual. El estilo es una expresión de los tiempos".
No deja de tener gracia que sea precisamente en ese instante final de su conversión en princesa cuando se evitan las comparaciones con Grace Kelly. Sobre todo, con lo evidentes que han sido los intentos por acercarla a ella hasta ahora. Pero el diseño de Armani tiene un corte limpio, aerodinámico y casi futurista, que lo aleja del emblemático y severo traje que llevó en su boda la madre del príncipe Alberto.
Cruzado por grandes bandas en el pecho y en la espalda, consigue que, por una vez, todo esto parezca tener más que ver con la nadadora que con la actriz que le precedió. Porque el gusto de Wittstock tiende hacia la ropa simple, que favorece su cuerpo atlético. El propio Armani ha explicado que lo que mejor le sientan son los "escotes que enfaticen la estructura de su espalda". Sin duda, hacen falta unos hombros olímpicos para portar con elegancia la larga cola a l'adrienne que parte de su escote trasero.
En todo caso, la contención en las formas no está reñida con la necesaria majestuosidad de la pieza, que ha sido elaborada con 50 metros de seda duchesse y otros 80 de organza. El modelo ha exigido 2.500 horas de trabajo. El bordado de ramas y flores que trepa por el cuerpo del traje y por la cola se ha realizado con 40.000 cristales Swarovski, 20.000 lágrimas de madreperla y 30.000 piedras doradas. Se remata por un velo de más de 20 metros de tul con otras 100 horas de bordado
Aquí se cuenta todo y la casa Armani ha calculado, incluso, los quilómetros que se han recorrido para realizar todas las pruebas: 3.000. Pero la escasa superficie del Principado da para mucho. Habría que conocer también las cifras de Karl Lagerfeld. El hecho de que dos de los diseñadores más famosos, poderosos y veteranos del mundo compartan el protagonismo es un buen aval para Wittstock. En caso de que siga adelante con su candidatura de Mónaco como sede de la moda mundial, claro.
Karl Lagerfeld se ha sentado junto a Bernard Arnault y su mujer en un lugar destacado. No solo es un amigo de la familia. También ha vestido de Chanel a algunas de las protagonistas del enlace: las dos hermanas de Alberto (Carolina y Estefanía) y sus hijas mayores (Carlota y Paulina). Lagerfeld, además, fue el encargado del diseño que Charlene Wittstock llevó el viernes para la boda civil. El alemán ha introducido un juego de masculino y femenino en su guardarropa, que resultaba muy evidente en ese conjunto azul claro: pantalón fluido contrastado por una americana. "A Charlene le gusta la ropa de cortes limpios, con un toque masculino, que se ve muy femenina en ella", dice Lagerfeld en Vogue.
Carlota, de Chanel alta costura, ha robado muchos planos hoy y ayer, pero que no se enfade la novia: esto de compartir el estrellato es la tendencia del año en las bodas de princesas.
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