Los terroristas del comando Erreka tenían dispuestos tres zulos con explosivos para los comandos
La célula terrorista facilitó información para matar al mando de la Ertzaintza Mikel Uribe.- El responsable de asuntos internos de la policía autonómica en Guipúzcoa fue asesinado de nueve disparos en 2001.- El juez Grande Marlaska envía a prisión a los dos presuntos terroristas detenidos esta semana
Los miembros del comando Erreka de ETA tenían tres zulos cargados de explosivos preparados para entregar a comandos de la banda terrorista. Así lo explica el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska en el auto de prisión de Aitor Esnaola, detenido el pasado martes por la Guardia Civil en Legorreta (Guipúzcoa), y de Lander Etxeberria, que hacía de enlace entre la dirección de la banda terrorista y la célula etarra.
"Tanto en los caseríos de Olalde y Aldaola, como en el zulo construido en la cuadra anexa (...) tenían marcados hasta siete puntos de entrega de material, en los cuales debían construir y cargar zulos para que posteriormente fueran descargados por comandos operativos. De los siete puntos de carga, tres de ellos se encontraban actualmente cargados con el material indicado por la organización terrorista", subraya el auto, que además puntualiza que el Erreka continuaba "activo a día de hoy".
Según fuentes del Ministerio del Interior, esto no significa que este material estuviera dispuesto para ser recogido por los comandos inmediatamente, sino que estaría preparado para el caso de una eventual ruptura de la tregua de ETA.
Los dos integrantes de la célula terrorista (Aitor Esnaola y Andoni Goikoetxea) facilitaron además informaciones relevantes sobre objetivos de ETA, entre ellos el mando de la Ertzaintza Mikel Uribe o un concejal del PSE de Lezo (Guipúzcoa). El magistrado explica que "en el transcurso de su militancia, el comando habría pasado a la organización terrorista ETA diversas informaciones sobre potenciales objetivos, alguna de las cuales fue utilizada para una acción terrorista", entre ellas las relacionadas con el mando de la Ertzaintza Mikel Uribe Aukia. Posteriormente, señala, "se produce el asesinato de Mikel Uribe el 14 de julio de 2001" en Leaburu (Guipúzcoa).
El agente, de 42 años, casado y con un hijo, recibió nueve disparos; los otros 19 proyectiles dejaron su huella en el vehículo. Uribe, responsable de asuntos internos de la policía autonómica en Guipúzcoa, se vio totalmente indefenso ante los dos terroristas que le acribillaron cuando se encontraba todavía dentro de su vehículo. En la investigación posterior se conoció que los etarras no se bajaron de vehículo para acribillar al mando de la Ertzaintza. Eran tres y, tras ametrallarlo, lo remataron con una segunda ráfaga mientras agonizaba.
Esnaola y Etxeberria son las dos únicas personas que permanecían detenidas tras la operación de esta semana, ya que Igor Esnaola, hermano de Aitor, fue puesto ayer en libertad por la Guardia Civil, mientras que las Fuerzas de Seguridad siguen buscando al otro miembro del comando que se encuentra huido, Andoni Goikoetxea.
El juez imputa a Aitor Esnaola - que fue captado por la entonces supuesta dirigente de comandos, Ainhoa Múgica, en 1998- los delitos de integración en organización terrorista, tenencia de armas y explosivos y conspiración para el asesinato, mientras que a Etxeberria le acusa de los delitos de integración o colaboración en organización terrorista.
Los miembros del Erreka habían recibido instrucciones de poner en marcha "un ambicioso proyecto estratégico de la banda armada para trasladar a territorio español la frabricación, almacenaje y distribución de explosivos a los comandos". El objetivo no era otro que minimizar los riesgos, evitando "los constantes pasos de muga (frontera con Francia) para realizar entregas de material a los comandos encargados de llevar a cabo los atentados".
Seguimientos a Esnaola
El juez de la Audiencia Nacional detalla también algunos de los controles a los que fue sometido Aitor Esnaola, a quien la Guardia Civil seguía, al menos, desde septiembre de 2010; y repasa la actividad orgánica de la célula terrorista, que adquirió el caserío tras recibir instrucciones de la banda de "gestionar un gran depósito laboratorio de explosivos". Los terroristas recibieron 10 millones de pesetas (60.000 euros) para financiar la construcción de un zulo en esa propiedad.
Las comunicaciones de Esnaola "con la dirección orgánica" de la banda se producían "mediante citas mantenidas en diferentes localidades del sur de Francia", pero, además, mantenía contacto con sus jefes a través de "notas mecanografiadas".
La operación que ha desembocado en la detención de los dos presuntos etarras y el desmantelamiento del depósito de la banda más importante de los hallados en la Península Ibérica, se inició tras la detención en abril de 2010 de tres abogados y otras nueve personas más relacionadas con la estructura de ETA.
Los registros posteriores permitieron hallar unos 120.000 archivos informáticos, algunos de los cuales aún no han sido analizados. Según el auto del juez Grande-Marlaska, en esos papeles se encontraron referencias al comando Erreka, que actualmente dependía de la estructura logística de la banda. El grupúsculo terrorista también figuraba en documentos del que fuera jefe del aparato militar de ETA Juan Ibón Fernández Iradi, Súsper, detenido en 2002.
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