El atentado "premeditado" buscaba un choque armado entre las tropas y la población civil
La Audiencia Nacional abre diligencias por el atentado en el que fallecieron ayer José María Galera, capitán de 33 años; Abraham Leoncio Bravo Picallo, alférez de 33, y el intérprete Ataollah Taefy Khalili, de 54
El asesino de los dos guardias civiles y el traductor fallecidos este miércoles en Afganistán era el chófer del jefe de la policía nacional afgana, con quien solía entrar habitualmente en la base española. Defensa ha matizado que no era oficialmente el conductor de los agentes españoles, aunque el capitán en ocasiones se desplazaba con él en el vehículo del mando policial local. Los restos mortales de los tres españoles está previsto que lleguen a mediodía de hoy a la base de Torrejón de Ardoz, donde los estará esperando el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Las autoridades afganas han informado a las tropas españolas de que el atentado pretendía desencadenar la reacción que posteriormente hubo de la población, con la intención de que hubiera un enfentamiento armado entre las fuerzas internacionales y los ciudadanos de la zona que abriera un periodo de odio y hostilidades.
El terrorista llevaba un fusil de asalto en el vehículo y nadie lo vio porque nadie registra el coche de un mando policial afgano. Tenía "unos 26 años", según fuentes de la oficina del gobernador de la provincia, Bagdhis, y su familia estaba vinculada a grupos talibanes. A las 6.20 de ayer (hora española), abrió fuego en el patio de la base, donde nueve guardias civiles instruían a 47 aspirantes a policías afganos, y mató a dos guardias civiles españoles: el capitán José María Galera Córdoba y el alférez Abraham Leoncio Bravo Picallo, ambos de 33 años, y a su traductor, Ataollah Taefik Alili, de 54.
"Ha sido un atentado premeditado y terrorista. Quien disparó sabía bien lo que hacía", afirmó ayer el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Fue, además, un ataque suicida, porque el agresor sabía también que las fuerzas españolas le abatirían a tiros, como así hicieron.
Casi inmediatamente después, una turba de gente intentó asaltar la base. Unas 200 personas se congregaron en sus inmediaciones al grito: "¡Los españoles están matando afganos!", según fuentes de Bagdhis. Reclamaban el cuerpo del terrorista fallecido y fueron dispersados por miembros de la policía y el ejército afganos. Los españoles no salieron de la base, pero policías afganos y agentes de la Guardia Civil les explicaron por megafonía que el conductor había sido abatido a tiros porque había matado a dos militares y un civil dentro de las instalaciones militares.
El gobernador de Bagdhis comunicó por teléfono a la ministra de Defensa, Carme Chacón, que tanto el atentado como el intento de asalto a la base habían sido premeditados y organizados por la insurgencia "con la intención de que se generara un enfrentamiento entre militares y manifestantes y que militares españoles causaran bajas civiles", indicaron fuentes conocedoras de la conversación. El gobernador calificó de "vendedores de la patria" a los autores del ataque y pidió ayuda por televisión a la población local para identificarlos. Añadió que había varios detenidos por los incidentes y preguntó: "¿Cómo es posible que uno actúe de suicida y contra las fuerzas españolas, que trabajan día y noche para mejorar nuestras condiciones de vida?".
Algunas fuentes indicaron que las fuerzas afganas habían causado alrededor de una veintena de heridos al repeler a tiros a la multitud que intentó asaltar la base, lanzó piedras e incendió vehículos en sus inmediaciones. Fuentes militares aseguraron, por el contrario, que "no se produjo ni un solo tiro ni herido alrededor de la base".
El gobernador de Bagdhis no tiene duda de que el hombre que mató ayer a tres españoles tenía detrás a la insurgencia. Se desconoce aún si el terrorista se había infiltrado en la policía afgana para cometer el ataque o si por el contrario fue captado por los talibanes una vez dentro del cuerpo. En Bagdhis hay cerca de 1.500 talibanes, según la estimación del gobernador, liderados por seis mulás (Quodus, Yamaludin, Abdul Rahman, Manan, Sia Jan y Abdul Hai). Ahora se investiga si la reivindicación del atentado realizada por un grupo talibán a través de un portal web es cierta.
El capitán Galera y el alférez Bravo formaban parte del primer grupo de guardias civiles (18 en total) enviados a Qala-i-Naw para formar a los aspirantes a policías afganos. Llevaban cinco meses en Afganistán y estaban a punto de volver a casa, el 22 de septiembre era su fecha de regreso.
"Me despedí de ellos ayer [por el martes] por la noche porque yo me iba a Honduras. Nos deseamos suerte y quedamos en que volveríamos a vernos en otro país. Estaban muy contentos de haber participado en la misión, pero ya tenían ganas de volver a casa", comentó Ignacio Álvaro Benito, adjunto al director de la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo española en Qala-i-Naw.
Los cuerpos de las tres víctimas del atentado fueron trasladados ayer a la base de Herat y después, en Hércules, hasta Dushambe (Tayikistán), donde iba a recogerlos un avión desplazado desde España en el que viajan el director de la Policía y la Guardia Civil, Francisco Javier Velázquez, y el jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), el general José Julio Rodríguez. Fuentes del Gobierno indicaron que se decidió que no acudieran ni Chacón ni Rubalcaba para "agilizar los trámites y traerlos cuanto antes". Está previsto que el presidente Zapatero reciba los féretros en Torrejón (Madrid) hoy a mediodía. Los Príncipes de Asturias presidirán después un funeral por los dos guardias civiles en el acuartelamiento de la Unidad de Acción Rural de Logroño, en el que estaban destinados. La familia del traductor ha preferido que su funeral sea en Zaragoza, en la intimidad. Los Reyes enviaron ayer telegramas de pésame a las familias de los tres fallecidos.
Rubalcaba aseguró que la misión de adiestramiento de la policía afgana es "imprescindible" y que el Gobierno va a seguir enviando instructores al país. Defensa también la considera "prioritaria". El pasado julio, la OTAN se fijó como objetivo formar un ejército afgano de 171.999 miembros y una policía de 134.000. Queda mucho para llegar a esa cifra; y mientras, la violencia talibán crece en el avispero afgano.
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