La crisis de Irlanda reaviva el fenómeno de la emigración
Tras recuperar población durante el 'boom', el Gobierno calcula ahora que 100.000 personas dejarán el país en los próximos cuatro años
La grave crisis económica y los duros ajustes que le esperan a la población irlandesa están provocando la reactivación de una tradición histórica en el país: la emigración. Según los cálculos que maneja el Gobierno de Dublín, por culpa del deterioro del nivel de vida y con el objetivo de buscarse un futuro mejor, unas 100.000 personas abandonarán el país en los próximos cuatro años. En relación a la población de Irlanda, que no llega a 4,5 millones de personas, la cifra equivale a un 2,2% del total. O lo que es lo mismo, como si en España decidiesen emigrar más de un millón de personas.
Aunque ese éxodo ya ha empezado. Desde 2007, la economía irlandesa se ha contraído un 10% y el paro ha aumentado hasta el 13,5% de la población con posibilidad de trabajar. Por culpa de este deterioro, durante el pasado 2009 y en lo que llevamos de 2010, ha habido más personas que han salido del país de las que han entrado. Esta tendencia a emigrar se rompió en los años del boom del otrora conocido como Tigre Celta por su fulgurante crecimiento. Entre 1994 hasta 2007, según recuerda el Gobierno en el documento publicado ayer en el que explica su plan de ajuste y expone sus previsiones económicas hasta 2014, el país creó cerca de un millón de puestos de trabajos netos y cambió su perfil tradicional de país emisor a receptor.
Sin embargo, las oscuras perspectivas de futuro de Irlanda contrastan con su brillante pasado inmediato. Según cálculos del Irish Independent, la renta de cada familia irlandesa se reducirá en 4.600 euros al año por culpa de las duras medidas de ajuste aprobadas por el Gobierno. Además, advierte de que el recorte de sueldos, las subidas de los impuestos a la renta, el nuevo IVA o el tijeretazo que se va a dar a las pensiones afectarán en mayor medida a la clase media, ya que no se libran de ninguna de ellas.
La emigración, primero al vecino Reino Unido y luego, desde la primera mitad del siglo XIX, a EE UU o Canadá, pero también a Argentina u otros países de Sudamérica para huir de las hambrunas que afectaban al país, es un fenómeno histórico en Irlanda. Y como tal queda recogido en su Constitución. En el artículo dos de su Carta Magna, reformado en 1998 al afecto, se asegura que "la nación irlandesa tiene una afinidad especial con la gente de ascendencia irlandesa que vive en el exterior y con quien comparte su identidad y patrimonio cultural".
En total, se calcula que hoy en día viven fuera del país tres millones de irlandeses entre quienes nacieron en Irlanda, sus hijos y sus nietos. No obstante, si hay que contar a los descendientes, la cifra de personas con sangre irlandesa por sus venas se eleva a 80 millones, según cálculos de Dublín. Eso sí, pese al emotivo artículo de su Bunreacht na hÉireann (Constitución), los tribunales rechazan que los descendientes de antiguos emigrantes irlandeses puedan optar a tener pasaporte de la República.
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