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"Han convertido Hama en un infierno"

Un joven de la ciudad rebelde siria relata la matanza llevada a cabo por el Ejército - La ONU aprueba una mera declaración de condena contra el régimen de El Asad

"No hay agua, han cortado las comunicaciones y la electricidad, falta comida y continúan los bombardeos. Han convertido Hama en un infierno", afirma Mahmud, un joven informático que ayer logró huir de la ciudad más castigada de Siria.

"Bombas, disparos, tanques", prosigue al teléfono, "es la mayor operación [de represión] desde el inicio de las protestas" en marzo contra el régimen del presidente sirio Bachar el Asad.

Mahmud eleva hasta cerca de 300 el número de muertos a manos de las fuerzas de seguridad desde el domingo, aunque las agencias de prensa internacionales solo evocan un centenar.

A los muertos en las calles hay que añadir, según el Comité Sirio de Derechos Humanos, los presos recluidos en 13 celdas de la cárcel central de Hama que fueron ejecutados el lunes por la noche. Todos ellos habían sido apresados durante las manifestaciones.

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Mahmud también se ha echado a la calle estos días. "Trabajo como informático, carezco de vínculos con grupos de activistas que están en el extranjero, soy un tipo corriente, pero esta vez me he manifestado para exigir libertad", explica al teléfono desde la carretera que une Hama con Damasco.

Salir de la ciudad asediada por el Ejército fue una odisea. Decenas de vecinos se agolparon en un convoy de unos 50 coches. "Nos adentramos por una pequeña calle y el soldado del puesto de control nos dejó pasar", comenta.

Antes de ponerse en ruta recibió la mala noticia de la detención de un joven al que conoce. "Nunca le vi hacer nada malo en las protestas callejeras", recuerda. "Muchos como él desaparecen un buen día y ya no volvemos a tener noticias de ellos", se lamenta.

La oposición calcula que desde marzo hay unos 3.000 desaparecidos y 12.000 detenidos. El número de civiles víctimas mortales de la represión asciende a 1.600, a los que hay que añadir unos 300 uniformados.

"Quiero ver a El Asad sentado el banquillo de un tribunal sirio como hoy hemos visto a [Hosni] Mubarak", el expresidente egipcio cuyo juicio empezó ayer en El Cairo, concluye Mahmud.

Tras dedicarse a peinar a sangre y fuego la periferia de Hama durante 48 horas, las unidades de élite del Ejército se desplegaron ayer con sus carros de combate por la céntrica plaza de Alaassi, donde en julio se desarrollaron las mayores manifestaciones contra el régimen sirio.

Hama ha sido tradicionalmente la ciudad más rebelde de Siria. En 1982 ya se sublevó contra Hafez el Asad, el padre del actual presidente, y la represión que llevó a cabo el Ejército se cobró unos 20.000 muertos. Entonces fueron los Hermanos Musulmanes los que protagonizaron la revuelta, que ahora no aparenta tener connotaciones religiosas.

Pese a la brutal represión, el Consejo de Seguridad de la ONU no se había pronunciado sobre la situación en Siria, a causa de las reticencias de Rusia y China.

Ayer lo hizo, por fin, mediante la aprobación de una tibia declaración de la presidencia del Consejo, que ejerce el embajador indio Hardeep Singh Puri, y no de una resolución, que tendría más fuerza jurídica.

En ningún momento amenaza con sancionar a los dirigentes del régimen que encabeza El Asad -como han hecho por su cuenta EE UU y la Unión Europea- ni tampoco se muestra dispuesta a investigar in situ las posibles matanzas perpetradas. El pronunciamiento está muy alejado del que adoptó sobre Libia, donde sí amparó jurídicamente la intervención militar.

El máximo órgano de la ONU "condena las violaciones generalizadas de los derechos humanos y el uso de la fuerza contra los civiles por parte de las autoridades sirias", reza el texto de la declaración.

Pide además que cese la violencia y urge a ambas partes, incluida la oposición, a que "actúen con máxima contención". Solicita a continuación a Damasco que "respete plenamente los derechos humanos" y que los responsables de la violencia rindan cuentas, aunque no precisa ante quién deberían hacerlo.

Por último, toma nota del anuncio de las autoridades sirias de llevar a cabo reformas y "lamenta la falta de avances a la hora de aplicarlas".

El único país miembro del Consejo que no respaldó la declaración fue Líbano, vecino de Siria y que acoge en su territorio a varios miles de refugiados sirios.

Un blindado patrulla las calles de Hama, en una imagen colgada en Internet por Shaam News Network.
Un blindado patrulla las calles de Hama, en una imagen colgada en Internet por Shaam News Network.AP

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