Strauss-Kahn, ida y vuelta
El próximo 18 de julio el fiscal de la ciudad de Nueva York decidirá el destino de DSK e, indirectamente, la evolución de las relaciones de fuerza dentro del Partido Socialista francés. Si decide mantener a DSK en arresto domiciliario debilitará de manera duradera la influencia de este en la batalla que se ha abierto para las primarias de las presidenciales entre los dos principales candidatos del Partido Socialista, François Hollande y Martine Aubry. Si lo deja en libertad, Strauss-Kahn volverá a Francia con una sola idea en la cabeza: cómo lavar su reputación. ¿Qué actitud tendrán los candidatos con él? Tendrá pues la tentación de suscitar la atención. Sus seguidores se han declarado ya a favor de François Hollande o de Martine Aubry. En esas condiciones, solo puede actuar al margen. Y le hará falta tiempo para volver al primer plano de la escena política, sobre todo si la investigación abierta a raíz de otra denuncia por intento de violación toma mal cariz. Pero podemos contar con los adversarios de la izquierda para hacer durar ese folletín durante toda la campaña presidencial.
Aubry busca el apoyo de los seguidores de DSK y de los más izquierdistas, que son anti-DSK
En todo caso, DSK será más una hipoteca segura que una solución para los problemas de orientación estratégica que se plantearán a los dos principales candidatos. Una batalla entre François Hollande y DSK seguramente habría puesto en evidencia dos enfoques, no necesariamente contradictorios sino diferentes en la manera de reactivar la economía francesa en el contexto actual de crisis económica. Hollande organiza toda su empresa alrededor de dos ejes: la reforma de la política fiscal (tema recurrente de la política francesa que no ha podido ser afrontado con seriedad por la izquierda) y la prioridad concedida a la juventud en la construcción de la política social. Strauss-Kahn ponía más bien el acento en la reactivación de la construcción europea, la bajada de los impuestos (para suscitar la adhesión de las clases medias) y una política social mínima para ganarse a una parte de las clases populares.
El hecho de que esté fuera de juego (al menos en tanto que candidato directo) ha obligado a Martine Aubry, que comparte su visión, a entrar en la carrera. Lo hará con su propia sensibilidad, centrada en lo social. Pero si DSK vuelve indirectamente, sus seguidores se reubicarán y serán más difíciles de manejar por los dos candidatos principales. Éstos pedirán garantías, y en estas condiciones, aquellos que, a la izquierda del partido, se han unido a Martine Aubry corren el riesgo de hacer subir, en sentido contrario, las apuestas. Recordemos aquí que la izquierda del partido apoyaba a Martine Aubry en la medida en que ésta se hubiera presentado contra DSK. Porque éste representa, para esta corriente, una suerte de Tony Blair francés (en más inteligente), al que estaban decididos a combatir, incluso presentando a un candidato contra él. Martine Aubry debe pues resolver un problema complejo: ¿cómo atraer a la vez el apoyo de DSK y sus seguidores y el de la izquierda del partido, anti-strausskahnianos?
François Hollande va a acentuar seguramente el ritmo de su campaña y mantener un discurso aún más abierto hacia el centro-izquierda, porque sabe que su única posibilidad de ganar reside en el apoyo de los simpatizantes y no de las corrientes del partido. Pero si DSK apoya a Martine Aubry, y él mismo no es candidato, hay grandes posibilidades para que haga decantar la balanza hacia el lado de ésta. Puesto que, aunque desacreditado personalmente, una parte importante de las clases medias sigue otorgándole su confianza en tanto que dirigente político y experto económico.
Todo dependerá de la manera en que se desarrollen estas primarias. También están determinadas por la situación internacional. Nada dice que no vayamos a encontrarnos ante una crisis decisiva, y tal vez de ruptura, del euro, y por tanto también de Europa. En este caso, todas las cartas se barajarán de nuevo. Pero Europa sigue siendo el gran vacío de ideas de los dirigentes socialistas. Y, más aún, su programa para las presidenciales no contiene nada serio ni sobre el análisis ni sobre la regulación de la globalización liberal. Las primarias que se abren al mismo tiempo que cae la decisión judicial sobre el futuro de DSK pondrán en evidencia tanto las debilidades como la fuerza de los dos candidatos principales. Los socialistas franceses, aunque Nicolas Sarkozy siga sufriendo un fuerte rechazo por parte de los electores, no tenían verdadera necesidad de esta ida y vuelta de Dominique Strauss-Kahn. Porque para muchos era el candidato de la victoria.
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