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Los indignados agitan la campaña y los grandes partidos les piden el voto

El PP promete a los grupos que protestan crear empleo juvenil

Carlos E. Cué

Parecía una campaña anodina, una no campaña, perfecta para el diseño de Mariano Rajoy: sin sobresaltos, centrada en asuntos nacionales como Bildu o los recortes de Zapatero. Pero sucedió lo inesperado: las masivas y crecientes manifestaciones de los indignados con el lema: "No queremos ser marionetas de políticos y banqueros". Y han revolucionado todo, también la campaña. Los políticos están desconcertados, no saben bien cómo responder a una protesta dirigida contra ellos a pocas horas de las elecciones, y ayer todos trataron de arrimar el ascua a su sardina en medio de una generalizada estupefacción.

Nadie sabe cómo afectará este inédito movimiento, incontrolable políticamente, a las elecciones del domingo. El PP sigue pensando que no le afecta esta guerra que ve dentro de la izquierda. Pero nada está claro y el fin de fiesta de la campaña es imprevisible.

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Ayer todos, de una manera u otra, trataron de cortejar a esos potenciales votantes. En privado, los partidos admiten que el movimiento, con sus aristas y su complejidad, es serio y parece que va en aumento, no es ni mucho menos pasajero. Algunos políticos incluso plantean que irá creciendo a medida que lleguen más recortes que todos los gobiernos autonómicos tienen congelados hasta después de las elecciones. El otoño caliente está casi garantizado.

Los más preocupados son, sin duda, los socialistas. El mensaje de fondo de la protesta -esto es: que el PP y el PSOE son lo mismo porque ambos obedecen intereses financieros y empresariales- es demoledor para la campaña del PSOE, centrada precisamente en esa idea de que "no es lo mismo", lema de campaña de Zapatero en las elecciones de 2008. De momento, el PSOE ya ha tenido que cambiar su acto de cierre de campaña. No será en la Plaza Mayor -a unos metros de la protesta-, sino a un recinto cerrado a las afueras de Madrid.

Diversos dirigentes del PSOE, tan relevantes como el expresidente Felipe González o el lehendakari Patxi López, lanzaron análisis de fondo sobre el movimiento. González señaló en La Sexta que este "fenómeno interesantísimo" sigue la estela de las protestas en el mundo árabe. "En el mundo árabe piden votar y aquí dicen que no vale para nada votar", ha contrastado. Cree que trata de crear "una ciudadanía permanente y no solo de voto". "La generación mejor preparada se siente, y tiene razón, con menos oportunidades y expectativas que la anterior", analizó González.

Nadie o casi nadie quería enfrentarse ayer o criticar a los manifestantes. Ni siquiera el Gobierno, uno de los objetivos de la protesta. El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, dijo que siente "más cercanía que lejanía" hacia el movimiento. La ministra de Defensa, Carme Chacón, aseguró que el movimiento no solo pide "locuras", sino que algunas de sus reclamaciones son "cosas razonables" e incluso "posibles".

Patxi López, el lehendakari, abrió un proceso en Twitter para tratar de dialogar con los manifestantes y contestar a sus inquietudes. En el fondo del debate, admitió, está la incapacidad de la política para enfrentarse a las presiones de los mercados. "Puedo entender el cabreo de quienes padecen la crisis sin causarla. Y sí, yo también me indigno por la incapacidad de la política para embridar los impulsos oscuros e incontrolados de los mercados; porque seguimos pensando con complejos nacionales, mientras aquellos actúan globalmente", sentenció.

Otros socialistas, como Tomás Gómez, animaron a los indignados a votar al PSOE, y José Blanco, jefe de la campaña, remató: "El Gobierno comprende el malestar, pero hay que acertar no quedándose en casa, votando y castigando a quienes compartieron mesa y mantel con los apóstoles de la codicia y la especulación".

El PP no está tan preocupado, cree que va a ganar y esto no va a afectar a su campaña. Pero tampoco quiere enfrentarse a los manifestantes. Una frase del día anterior de Mariano Rajoy, en la que dijo que "lo fácil es criticar a los políticos", ya generó muchas críticas, entre otras cosas porque el mismo día que dijo eso ofreció un mitin en Valencia con Francisco Camps y otros imputados. Así que Rajoy decidió no echar más leña al fuego y ayer señaló en la cadena SER que "entiende" la indignación de los jóvenes con un 45% de paro juvenil. Pero responsabilizó a Zapatero, hizo como si la protesta no afectara al PP.

Rajoy no volvió a citarlos, aunque anoche en Barcelona reclamó un plan de choque contra el paro juvenil, tal vez un guiño. El líder evitó de nuevo a la prensa y mandó a Sáenz de Santamaría a contestar. La portavoz pidió a los jóvenes que voten al PP porque es el partido que "creará empleo juvenil, como hizo en 1996".

La que sí entró de lleno fue Esperanza Aguirre. No en vano la principal protesta, en la Puerta del Sol, está frente a su despacho. Ya les había llamado "antisistema". Ayer dijo que les comprende, pero sostuvo que la izquierda está tratando de "manipular este movimiento contra el PP", pidió que voten contra el PSOE y que, en vez de manifestarse frente a su despacho, lo hagan en el Palacio de La Moncloa, donde está "el unico responsable del paro".

IU, por su parte, está ilusionada porque no ve el asunto en términos electorales, sino sociales, y cree que, al margen de lo que pase el 22-M, es muy positiva la protesta. Los líderes de IU han estado en todas las manifestaciones.

Mientras, en la prensa ultraconservadora empezó a extenderse la idea de que todo es un complot urdido por Alfredo Pérez Rubalcaba para alterar el resultado de las elecciones. A esa teoría de la conspiración se apuntó Francisco Álvarez-Cascos, candidato de Foro Asturias, en la Cope. Dijo que los movimientos "no son casuales ni espontáneos" y admitió no tener pruebas pero sí "indicios" de que detrás hay "juego sucio" de la izquierda.

Pegatinas de los concentrados sobre carteles electorales en Madrid. En ellas se pide no votar al PP ni al PSOE.
Pegatinas de los concentrados sobre carteles electorales en Madrid. En ellas se pide no votar al PP ni al PSOE.PAUL WHITE (AP)

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