Un éxito de Obama en todos los frentes
Jamás una operación secreta había sido tan minuciosamente revelada. Una pila de documentos y vídeos se acumula en nuestros ordenadores una semana después de la operación que acabó con la vida de Bin Laden. Cada día desde la noche del 1 de mayo, casi cada hora, se han facilitado datos nuevos sobre lo ocurrido; todo un ejercicio de transparencia informativa que, al mismo tiempo, ha dado lugar a algunas contradicciones.
La gran fotografía de todo lo sabido hasta ahora es un éxito sin paliativos: Estados Unidos se ha deshecho de su principal enemigo de la forma menos sangrienta posible, con el respaldo casi unánime de sus ciudadanos, con la felicitación del secretario general de la ONU y de casi todos los Gobiernos del mundo y sin protestas dignas de consideración en las calles de las ciudades árabes y musulmanas.
Los detalles de esa foto, no obstante, han planteado algunos interrogantes. El principal es el que tiene que ver con la muerte de Osama Bin Laden, aparentemente desarmado y sin ofrecerle una oportunidad clara de rendición. Varias cosas hay que tener en cuenta a este respecto.
Barack Obama optó por la alternativa más arriesgada para acabar con Bin Laden. Podía haber elegido planchar la residencia de Abbottabad con bombas de una tonelada y, como afirma la columnista Maureen Dowd, nunca habríamos sabido si el líder de Al Qaeda estaba desarmado. Pero, en ese caso, tampoco habríamos sabido que en la casa había seis niños que han salvado la vida y tres mujeres, de las que solo una, aparentemente implicada en un fuego cruzado en la planta inferior, murió.
Se desconocen las instrucciones precisas que llevaba el comando asaltante, pero obviamente no eran de carácter indiscriminado y de muerte como única opción puesto que la mujer que estaba junto a Bin Laden fue disparada en una pierna. También es difícil establecer si la distancia que el líder de Al Qaeda estaba del fusil y la pistola próximos era tan escasa como para que el comando asaltante se sintiese amenazado y tomase, en décimas de segundo y bajo la presión de una operación de ese calibre, la decisión de disparar.
La vigilancia hecha durante meses a la casa de Bin Laden hacía pensar que los Navy SEAL no encontrarían muchos hombres contra los que combatir, pero después de todo era la guarida del líder de Al Qaeda y debían de estar preparados para cualquier reacción de resistencia.
Algunos miembros de la Administración se excedieron en el uso propagandístico de la operación describiendo a Bin Laden como un tipo abyecto que se escondió detrás de su mujer, lo que inmediatamente fue negado y corregido por el propio Gobierno. Pero, en general, la información ha fluido de forma ágil y verosímil, respaldada por la sinceridad con la que se reveló un dato tan fácil de haber ocultado como que Bin Laden no estaba armado.
Algunos círculos en EE UU temen que este éxito sirva para ocultar errores sin resolver, como el de Guantánamo, o para revalidar las torturas, con el argumento de que las pistas para llegar a Bin Laden nacieron de algunos detenidos sometidos a ahogamiento en esa prisión durante la Administración de George Bush. No es probable. Ciertos integrantes del Gobierno anterior han salido, desde luego, a reivindicar sus crueles métodos de interrogatorio, pero eso ha sido todo. El actual Gobierno, particularmente el director de la CIA, Leon Panetta, más bien ha tratado de restarle valor a la información conseguida bajo torturas antes de que Obama firmara el decreto que las prohíbe expresamente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.