El presidente andaluz forma su cuarto Gobierno desde que llegó hace dos años
La dimisión del consejero de Gobernación, Luis Pizarro, agrava la crisis del Gobierno andaluz
El Gobierno de José Antonio Griñán parece un boxeador sonado. Cae a la lona y cuando parece que toma aire, vuelve a tocar polvo. El PSOE de Andalucía no parece el PSOE de Andalucía, esa maquinaria perfecta acostumbrada a ganar todas las elecciones que se celebran en esta comunidad desde hace 30 años. No solo está gestionando una monumental crisis económica con un millón de parados, sino que además ha tenido que enfrentarse a un grave caso de corrupción por los presuntos fraudes en los expedientes de regulación de empleo (ERE) pagados con fondos públicos. Va de crisis en crisis.
En los tres años que va de legislatura, el Gobierno autónomo se va a hacer hasta seis fotos oficiales. El relevo de Manuel Chaves tras 19 años como presidente de la Junta por Griñán se produjo de manera modélica, sin sangre, pero ha supuesto un seísmo enorme, sobre todo a raíz de que Griñán forzara un congreso extraordinario por los problemas de bicefalia con su amigo Chaves. Desde entonces, la relación entre ambos está resquebrajada, y todos los anuncios de recomposición han resultado cuando menos muy frágiles.
El primer Gobierno lo presidió Chaves en abril de 2008 y cuatro meses después afrontó una minicrisis por la marcha de Mar Moreno a la dirección federal del partido.
Con la dimisión de Luis Pizarro como consejero de Gobernación y Justicia -la mano derecha de Chaves durante 14 años en el PSOE de Andalucía- son ya cuatro los Gobiernos formados por Griñán. El primero lo hizo en abril de 2009, tras sustituir a Chaves, y generó mucho entusiasmo por el fichaje de la exalcaldesa de IU Rosa Aguilar. Al poco tuvo que cambiarlo, en marzo de 2010, al acceder a la secretaría general, ascendiendo a Moreno a la Consejería de la Presidencia y nombrando a Pizarro responsable de Gobernación y Justicia.
En octubre de 2010, también tuvo que afrontar otra minicrisis por la salida de Aguilar al Gobierno de Zapatero. Y ahora se enfrenta a la de Pizarro, que se va por discrepancias políticas con una decisión del propio presidente, algo que solo había ocurrido en 1993, en plena batalla entre guerristas y renovadores.
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