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Intervención aliada en Libia

Libia enfrenta a Putin y Medvédev

El primer ministro califica de "cruzada" la intervención y el presidente le responde que ese término es "intolerable" - Rusia se ofrece para mediar en la crisis libia

Pilar Bonet

El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, y el primer ministro, Vladímir Putin, discreparon ayer abiertamente sobre la intervención militar occidental en Libia. Se trata del choque más importante en política exterior expresado hasta ahora en público por estos dos líderes, que desde 2008 se han repartido los papeles como tándem dirigente del Estado.

"Todo esto me recuerda a un llamamiento medieval a una cruzada", dijo Putin, refiriéndose a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU (la 1973) que sirve de fundamento a la intervención occidental. Putin se manifestaba así ante obreros de la fábrica Vótkinsk (Udmurtia), la principal productora de instalaciones de misiles del país. El primer ministro calificó de "deficiente" y "perjudicial" la resolución, porque "permite a todos emprender acciones contra un Estado soberano". Insinuó también que Rusia estaba en contra, al no haberla votado.

Se trata del choque público más importante en política exterior
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Poco después, desde Gorki, en las afueras de Moscú, Medvédev respondió a su primer ministro y, en la práctica, lo desautorizó: "es absolutamente intolerable emplear expresiones que de hecho llevan al choque de civilizaciones, como cruzadas y otras. Esto es inaceptable, porque todo puede acabar bastante peor incluso de lo que sucede hoy. Todos debemos recordarlo", sentenció. "Hay que ser lo más preciso posible".

Refiriéndose a las dos resoluciones del Consejo de Seguridad sobre Libia (la 1970 y 1973), Medvédev dijo que estas habían sido "equilibradas y absolutamente ponderadas".

Explicó que la actitud de Rusia, de apoyar en el primer caso y abstenerse en el segundo, había sido "consciente", con el fin de evitar la escalada de violencia. Rusia no hizo uso de su derecho a veto porque "no consideró incorrecta esta resolución [la 1973]". "Es más, creo que esta resolución en su conjunto refleja nuestra forma de entender lo que sucede en Libia, pero no en todo", añadió Medvédev. Rusia renunció "al veto con una total comprensión de las consecuencias". "Lo hicimos de forma consciente y se cumplieron mis instrucciones al Ministerio de Exteriores", insistió.

El presidente ofreció los servicios de Rusia como mediador "si pueden ser de utilidad" en el conflicto. El presidente dijo también que Moscú no participará en operaciones para cerrar el espacio aéreo libio y no enviará contingentes si se producen operaciones en tierra, algo que, según él, no puede excluirse.

Medvédev se refirió a las acciones de "nuestros socios" para "poner orden" en Libia y consideró que estas "no están ordenadas ni concertadas" y "no existe un plan único dirigido a reforzar la paz". El presidente lamentó la falta de una "coalición que pudiera realizar una política concertada". En un tono constructivo, formuló objeciones y recomendaciones a los implicados en la operación. A saber, "consultas", uso "proporcionado" de la fuerza, esfuerzos para evitar la muerte de civiles así como la extensión de la guerra a otros Estados de África y la desintegración de Libia.

En contraste con el tono matizado de Medvédev, Putin fue crítico y agresivo y acusó a los occidentales de decidir "con ligereza" sobre el uso de la fuerza, lo que, según él, se está convirtiendo en una "tendencia constante" en la política de EE UU. Sin entrar en detalles, Putin situó en el mismo plano el bombardeo de Yugoslavia y Belgrado y el envío de tropas a Afganistán y a Irak. "Hasta los niños de la familia de Sadam Husein perecieron", agregó mordaz. "Ahora le ha tocado el turno a Libia con el pretexto de defender la población civil. Pero en los bombardeos perece justamente esta población civil. ¿Dónde está la lógica y la conciencia? No hay ni lo uno ni lo otro", espetó. Los acontecimientos en Libia, según Putin, "confirman de nuevo" que la política de reforzamiento de la capacidad militar de Rusia es correcta.

Putin y Medvédev deberán decidir en el futuro próximo sobre la candidatura (o candidaturas) a las elecciones presidenciales de 2012. A medida que se aproximan esos comicios, ambos políticos se muestran cada vez más susceptibles y extreman el cuidado de su imagen.

El primer ministro ruso, Vladímir Putin, preside una reunión durante su visita a una fábrica ayer en la ciudad de Votkinsk.
El primer ministro ruso, Vladímir Putin, preside una reunión durante su visita a una fábrica ayer en la ciudad de Votkinsk.REUTERS

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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