Moody's rebaja la nota de España y coloca de nuevo la deuda bajo presión
La agencia reduce un escalón la calificación de solvencia y podría revisarla a la baja en los próximos meses - El Gobierno critica el momento elegido
Triple revés, en el peor día posible y donde más duele. La agencia de calificación estadounidense Moody's rebajó ayer un escalón la nota de solvencia de España. Puso en duda los cálculos del Banco de España sobre las necesidades de capital del sistema financiero. Y como colofón, preparó el terreno para una rebaja adicional en los próximos meses. El efecto fue fulminante. El euro se debilitó y la deuda española sufrió un trasiego considerable, justo en el momento en que vuelve a prender la mecha de la crisis fiscal. Pero lo más preocupante son las consecuencias a largo plazo: la deuda, tanto pública como privada, será más cara, más difícil de refinanciar, despertará más recelos. Malas noticias para una de las economías más endeudadas del mundo.
Los expertos calculan que la reforma bancaria costará el triple
También dudan de que las autonomías cumplan el plan de austeridad
Moody's y el resto de grandes agencias -S&P y Fitch- se han especializado en criticar una cosa y su contraria con respecto a España: reclamaban al Gobierno un plan de austeridad y exigían un calendario apremiante de reformas, con especial énfasis en la banca, para asegurar la viabilidad de la economía. Pero una vez el Gobierno ha puesto en marcha esa agenda reformista, llegan los palos por ese flanco: Moody's explicó ayer la rebaja por el hecho de que "el coste de la reestructuración bancaria excederá las previsiones del Gobierno" (calcula hasta 50.000 millones; el Banco de España poco más de 15.000). Por otro lado, asegura que el plan de austeridad -cuyo cumplimiento pone en duda por el lado de las autonomías- provocará un "crecimiento económico moderado a corto y medio plazo". En otras palabras: si la economía apenas crece, lastrada por el recorte de gastos y las subidas fiscales, pagar la deuda es más difícil.
El tempo elegido por Moody's es controvertido. El Gobierno lo criticó con dureza: pese a que tenía margen hasta el lunes, la agencia prefirió adelantarse unas horas al Banco de España. Asimismo, se anticipó un día a las posibles -aunque improbables- vías de solución de la crisis fiscal que puede aportar la cumbre europea. Las "dudas" que despierta la rebaja, según la vicepresidenta Elena Salgado, se hubieran resuelto "simplemente esperando a que unas horas más tarde el Banco de España confirmara las cantidades [de capital] necesarias".
La crisis ha hecho mella en la confianza de los mercados en España. La prueba es la escalada en la prima de riesgo, que lleva más de un año al alza en un entorno de aumento de la deuda pública y de enorme volumen de deuda privada, tras la última década de excesos. Ese es el ruido de fondo, junto a la lenta salida de la crisis, que explica la lógica marea de rebajas de la calificación crediticia.
Y aun así, las tres grandes agencias siguen otorgando una nota elevada, el equivalente a un notable, a la solvencia española. Moody's descartó ayer que España necesite acudir al fondo de rescate. Pero ese es un premio de consolación: la medida se suma a una marea nociva para la periferia europea. La propia Moody's acaba de rebajar tres escalones la nota de Grecia, Fitch ha puesto en revisión la española y las subastas de los últimos días en Atenas, Madrid y Lisboa (de las que el mercado ha hecho una lectura negativa) suponen un caldo de cultivo que apunta hacia una nueva réplica de la crisis fiscal.
El horizonte no está despejado, y rebajas adicionales de la solvencia no harían sino empeorar las cosas. Aunque las grandes agencias tienen un largo historial de errores en las últimas crisis, desde la asiática de los noventa a las subprime, que ha despertado dudas sobre su labor. Simon Johnson, ex economista jefe del FMI, contaba hace unas semanas en Davos que Moody's forzó la salida de varios ejecutivos que pusieron en duda las altas notas asignadas a cientos de productos tóxicos; solo cuando la crisis estalló iniciaron una fulgurante carrera de rebajas que complicó las cosas. En la crisis fiscal ha sucedido lo mismo: las notas de solvencia empezaron a bajar cuando el incendio en los mercados ya era mayúsculo. Las primeras rebajas para España no llegaron hasta la primavera del año pasado. Eso sí: una vez abierta la veda es difícil saber dónde se va a detener la sangría.
Las notas de las principales agencias de calificación de riesgo. Moody's
- La nueva nota de España, Aa2, es la tercera más alta. La rebaja se debe a las dudas sobre la reestructuración bancaria y la consolidación fiscal de las comunidades.
- Otorga la máxima nota (Aaa) a EE UU, Alemania, Reino Unido, Francia u Holanda.
- Bélgica conserva un Aa1, mientras que Portugal tiene un A1, aprobado alto.
- Grecia está en el nivel de bono basura; Irlanda, al borde.
Standard&Poor's
- Fue la primera que rebajó la nota de España desde la crisis. En abril de 2010 la dejó en AA, equivalente al Aa2 de Moody's. Perspectiva negativa.
- Bélgica conserva un AA+ y a Portugal le otorga un A-.
- Las máximas notas son para los mismos países de Moody's.
- Es la única agencia que ha considerado "razonable" la estimación del Banco de España sobre las necesidades de capital de las entidades.
FitchRatings
- Concede a España la segunda máxima nota, AA+, pero le rebajó la perspectiva de "estable" a "negativa" el 4 de marzo por considerar que la recuperación es débil y
el coste de la reestructuración bancaria va a ser elevado.
- Bélgica obtiene la misma nota, mientras que a Portugal le da A+ y a Italia, AA-.
- De nuevo las mejores notas para los mismos países. Tanto Grecia como Irlanda ya están en nivel de bono basura.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.