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Ola de cambio en el mundo árabe | La posición de Europa

España afirma que el régimen libio ha perdido "toda legitimidad"

Un avión militar aguarda en Argel para evacuar a los españoles de Trípoli

La ministra española de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, calificó ayer de "absolutamente inaceptable" la sangrienta represión en Libia y rompió amarras con Gadafi al asegurar que "un dirigente político que ha decidido bombardear a sus propios ciudadanos ha perdido toda la legitimidad para seguir al frente del país".

El gabinete de crisis, reunido el martes en La Moncloa, decidió enviar un Boeing-707 de la Fuerza Aérea para evacuar a los 50 españoles que siguen en el país, después de que un avión fletado por Repsol llegara a las 18.15 de ayer a Barajas con 131 pasajeros, incluidos 61 españoles, en su mayoría trabajadores de la petrolera y sus familiares. Uno de los pasajeros era Pablo Prieto, seleccionador de fútbol sala de Libia.

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El avión militar aguardaba ayer al mediodía en Argel la autorización de sobrevuelo y aterrizaje en Trípoli. A bordo viajaban Santiago Cabanas, director general de Asuntos Consulares, y María Victoria Morera, directora de la unidad de emergencias consulares, para facilitar los trámites de salida de los españoles, escoltados por cuatro GEO.

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero salió al paso de las críticas por el supuesto retraso en repatriar a la colonia española asegurando que la decisión se tomó "cuando era procedente". Fuentes de Exteriores insistieron en que, hasta ahora, era posible salir en vuelo regular y en que España coordinó con sus socios la evacuación de los ciudadanos europeos.

La ministra Jiménez se reunió ayer, durante hora y media, con el responsable de Relaciones Internacionales del PP, Jorge Moragas, y con los portavoces populares en el Congreso y el Senado, para abordar la crisis. Según sus interlocutores, Jiménez se comprometió a completar la evacuación "en 48 horas"; entre ayer y hoy.

Fuentes diplomáticas explicaron que España apoyará, en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, al que se incorporó el año pasado, la apertura de una investigación contra Gadafi por crímenes contra la humanidad. El asunto se abordará en la reunión de urgencia convocada para mañana en Ginebra y en la asamblea anual del organismo, el próximo lunes, a la que acudirá el ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui. Irónicamente, este comité de derechos humanos lo llegó a presidir Libia en 2003 y también lo integran Cuba, Arabia Saudí y China, todos regímenes que violan los derechos humanos.

El titular de Industria, Miguel Sebastián, quien presentará mañana al Consejo de Ministros un plan de ahorro y aprovisionamiento energético ante la revuelta en varios países árabes, aseguró ayer que no existe peligro de desabastecimiento, aunque sí de encarecimiento de los precios del combustible. De Libia procede el 9% del petróleo y el 2% del gas que se consume en España, por lo que es "perfectamente sustituible", según Sebastián.

A las 15.30 de ayer ya había llegado a Barajas un vuelo de Lybian Airlines procedente de Trípoli con solo seis pasajeros. Entre ellos se encontraba el arquitecto Carlos Domínguez, venezolano con nacionalidad española. "Es muy difícil entrar en el aeropuerto de Trípoli y la gente se agolpa en la entrada a la espera de poder conseguir un billete" contó. Según Domínguez, que lleva dos años en Libia, desde el discurso del martes de Gadafi "todo cambió, la gente empezó a manifestarse para expresar su apoyo al régimen e incluso las pintadas que había en contra fueron borradas". Sus amigos libios lo vivieron "con mucha frustración". "Yo vi el discurso con una familia y el hombre se echó a llorar. De repente se han dado cuenta de que viven con un dictador", añadió.

César, otro venezolano con nacionalidad española residente en Trípoli desde diciembre pasado, explicó que, cuando Gadafi terminó su discurso, sus partidarios salieron a la calle haciendo sonar sus bocinas y lanzando petardos.

Trabajadores de Repsol, a su llegada ayer al aeropuerto de Madrid-Barajas.
Trabajadores de Repsol, a su llegada ayer al aeropuerto de Madrid-Barajas.ÁLVARO GARCÍA

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