La protesta desborda la plaza de la Liberación y llega hasta el Parlamento
Los manifestantes endurecen el tono y piden que el 'rais' sea juzgado
La marea de manifestantes que fluye con intensidad creciente hacia el corazón de El Cairo ha roto las barreras militares que trataban de constreñirla a la plaza de la Liberación y ayer conquistó el Parlamento. Son cada día más y procedentes de lugares más lejanos. La vitalidad de los recién llegados da nuevos ánimos a quienes hace dos semanas comenzaron con más sombras que luces la senda de la democratización de Egipto.
Tras la multitudinaria manifestación del martes —se va corriendo la voz de que los grandes días de protesta serán los martes y los viernes—, centenares de personas durmieron frente a la sede del Parlamento para exigir la disolución de una Cámara salida de las fraudulentas elecciones del pasado diciembre. Cuando en la mañana de ayer los movimientos militares hicieron temer el desalojo de los acampados en esa calle, en la que además del Parlamento se encuentran el Ministerio de Sanidad y un edificio de oficinas de la jefatura del Gobierno, de inmediato, en la plaza de la Liberación, se formó una columna de manifestantes.
"El viernes tomaremos la torre de la televisión", asegura un opositor
Unidos por el grito atronador de "Mubarak erhal, erhal" (Mubarak, fuera, fuera), la columna avanzó cerrada como un solo hombre obligando a los militares a abrirle paso hasta el Parlamento. No había barreras suficientes en Egipto para frenar su decisión de alcanzar el Parlamento. Tras ellos, marcharon otros cientos de manifestantes con una gigantesca bandera egipcia.
Los soldados se limitaron a apostarse con sus armas detrás de las rejas de los edificios para protegerlos, pero la calle donde se alza el Legislativo fue conquistada para la causa contra Mubarak. Y no solo fue esa. Los manifestantes han dejado claro que su dominio se extiende ya desde la plaza de la Liberación al Parlamento y son ellos los que controlan con sus propias barricadas los movimientos de la gente.
"El viernes llegaremos hasta la torre de la televisión, pero no nos quedaremos abajo. La vamos a tomar y vamos a acabar con todas las mentiras que esparce el régimen", afirma Mahdi, un abogado que se sumó hace una semana a la protesta. "La televisión tiene adormecida a la gente. Cuando el régimen no pueda filtrar su veneno, caerá en un par de días", sostiene.
El apoyo a la revuelta se extiende por las tierras del Nilo. "He venido hace seis días desde Mansura, a unos 200 kilómetros de El Cairo. No podía perderme la oportunidad de estar aquí para luchar contra el tirano", señala Salad Shahat, un farmacéutico de 40 años. "Mubarak nos odia y nosotros le odiamos a él. Su tiempo está acabado". Shahat comenta que el martes comenzaron las primeras protestas en su ciudad, mientras crecían en Alejandría, Suez, Ismailía, Asuán y otras. "Todo Egipto quiere un cambio de régimen".
En los manifestantes se afianza el convencimiento de que están haciendo historia. Tarik, médico de 38 años, es uno de los muchos egipcios residentes en el extranjero que ha vuelto "para asistir al alumbramiento de un nuevo país". Vive desde hace dos años en Suiza y lleva cinco días acudiendo a la plaza de la Liberación. Ayer acompañó la marcha hasta el Parlamento: "Creo que las consignas se hacen más duras, ahora se pide no solo que Mubarak se vaya, sino que sea juzgado y que responda por los miles de millones de euros que tiene fuera del país", cuenta.
No es difícil distinguir a quienes han llegado de distintos países europeos y de Estados Unidos. Son en su mayoría profesionales que tuvieron que emigrar porque la corrupción del régimen no les permitía llevar una vida digna. Casi todos han emigrado en estos 30 años del reinado de Mubarak y han vuelto con frecuencia a visitar a los padres y hermanos, a los que en muchos casos ayudan económicamente. "Lo que más me asquea es la represión del régimen, por eso cuando vi las imágenes de la gente gritando 'libertad' tomé un avión y me planté en la plaza", señala Magdi Goharry, de 70 años y residente en Múnich (Alemania). "Siempre soñé con esto. Pasamos el tiempo enseñando a los jóvenes y ahora ellos nos enseñan a nosotros. Estoy seguro de que vencerán".
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