El rey de Jordania promete reformas para prevenir un estallido social
Miles de personas se echan a la calle para protestar contra las subidas de precios
El salón de la casa de Mohamed Al Sanaid, un ex funcionario en paro, está casi vacío. Apenas unas alfombras en el suelo y un aparador sobre el que descansa un megáfono. Con él, arenga desde hace cuatro semanas a los empobrecidos que como él, se manifiestan los viernes en Dibán, una localidad rural al sur de Jordania, en la que nunca antes se habían visto protestas contra el Gobierno. "Ahora la gente no tiene miedo. Jóvenes, viejos, salen a la calle para expresar su frustración. Yo he estado diez días detenido por protestar, pero no pienso parar. Me tendrán que ahorcar si quieren que me calle", sostiene Al Sanaid en la gélida estancia.
Las protestas se han multiplicado en las últimas semanas en Jordania, un pequeño país, de seis millones de habitantes en el que las revueltas de Túnez y Egipto han sacado a miles de personas a la calle para protestar por la subida del precio de los alimentos y del combustible, pero también para exigir al rey Abdalá II reformas políticas radicales.
"Ahora se habla de democracia. Es una nueva era", dice el director de un diario
El rey es consciente, dicen los que le conocen, de que Jordania comparte con Egipto mucho más que haber firmado un tratado de paz con Israel: desempleo, corrupción, falta de desarrollo económico y de reformas y libertades políticas son algunos de los males que comparten los dos países árabes.
El monarca ha anunciado esta semana una rebaja del precio de los alimentos y del combustible y subidas salariales con las que pretende evitar que el impulso revolucionario de la región cale a fondo en Jordania. En círculos próximos al monarca se habla incluso de un cambio del Ejecutivo en los próximos días. No está claro, sin embargo, si los cambios serán más bien de corte cosmético y sobre todo, si lograrán contentar a los que protestan.
"Egipto nos ha brindado una herramienta excelente. La presión de la calle nos está ayudando a exigir reformas", reconoce un influyente político reformista que pide permanecer bajo el anonimato. "De momento los manifestantes son unos pocos miles, pero representan un amplio espectro político y social", añade la fuente. Izquierdistas, militares jubilados, sindicalistas, funcionarios empobrecidos e islamistas componen el grueso de las manifestaciones que congregan a miles de personas en distintos puntos del país cada viernes.
"En el pasado ha habido protestas en contra de la invasión de Irak, o de la guerra de Gaza, pero esto es otra cosa. Ahora se habla de democracia, de cambiar las reglas del juego. Asistimos a una nueva era", asegura Mohamed Abu Rumman, director del diario jordano Al Ghad. Rumman es de los que creen que las reformas que emanen de la Casa Real serán insuficientes. "Aquí de lo que se trata es de tener un nuevo contrato social. Ese es el nuevo debate que está en la calle", añade.
El Frente de Acción Islámica, el brazo político de los Hermanos Musulmanes en Jordania, es uno de los principales motores de las protestas. "Esto es solo el principio", advierte Zaky Bany Ershehead, jefe del departamento político del Frente, un partido que boicoteó las últimas elecciones el pasado noviembre por considerarlas fraudulentas. "No aceptaremos un cambio de caras solamente. Queremos que cambie la ley electoral y queremos que no sea el rey el que elija al Gobierno, sino el Parlamento. Si el rey no toma las medidas adecuadas, podemos encontrarnos ante una situación como la de Egipto. Si decide esperar a que salgamos a la calle tantos como en Túnez, saldremos", amenaza Ershehead.
En las últimas cuatro semanas, las demandas de los manifestantes no sólo han crecido en intensidad, sino que además se han radicalizado. "Hace tres semanas, los manifestantes pedían que bajara el coste de la vida. Hace dos, exigían la dimisión del primer ministro y ahora hablan de un Gobierno de salvación nacional", resume Nawaf Tell, director del Centro de estudios Estratégicos de la Universidad de Jordania. "Hay un cierto consenso de que no tendremos una monarquía constitucional de la noche a la mañana, pero también de que las reglas del juego se redefinirán para dar mayor autoridad a los gobernantes electos", predice.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.