Estricto protocolo y una guitarra
Mucho se habla de la puntualidad británica, pero ésta palidece cuando las autoridades chinas andan de por medio... incluso en España. La agenda y el protocolo marcaban ayer que el desayuno del viceprimer ministro chino, Li Keqiang, con el responsable español de Industria, Miguel Sebastián, y un centenar de empresarios de ambos países se celebrara entre las nueve y las 10.05. El horario se cumplió escrupulosamente. Como todo lo previsto en un guión marcado ferreamente por el protocolo.
La tradición china dicta que los ocupantes de la mesa presidencial de un acto no entra al salón hasta que todos los invitados están ya sentados. Y claro, así fue. Poco antes de las nueve, en una habitación anterior, se reunieron quienes iban a sentarse en la distinguida mesa: 11 chinos y 11 españoles. Entre estos últimos, el propio Sebastián; el presidente del Foro España-China, Pedro Solbes; el máximo dirigente de las Cámaras de Comercio, Javier Gómez Navarro; y los presidentes de Telefónica, César Alierta; de Repsol, Antonio Brufau; de OHL, Juan Miguel Villar-Mir; de FCC, Baldomero Falcones; de Técnicas Reunidas, José Lladó; y de Gamesa, Jorge Calvet. También estaba el vicepresidente primero de CEOE, Arturo Fernández, que aprovechó esta pequeña reunión para regalar al dignatario chino una guitarra y anunciarle una próxima visita de una delegación de la patronal española.
La recuperación de la economía española pasa por las exportaciones y la confianza en su deuda pública. Y precisamente China es el gran mercado en el que todos quieren estar, y el mayor comprador de bonos del mundo. Es decir, el anfitrión tenía que seducir. Y Sebastián se puso a ello desde el primer momento.
Su discurso arrancó con unas palabras en chino -lo que siempre gusta al homenajeado-, que arrancaron el aplauso del auditorio. Y la moderación del acto, en chino, corrió a cargo de Fernando Salazar, vicepresidente del ICEX, que ha pasado tres años en el país asiático.
También la delegación china quiso agasajar a los españoles. Y para ello nada mejor que recurrir a la alabanza de los productos típicos. En su discurso, Keqiang afirmó que durante la celebración del año chino, dentro de un mes, en muchos hogares de ese país habrá jamón y vino de Rioja.
Tras estas palabras llegó el turno de preguntas. Dos de la parte española, dos de la parte china. Lo que marcaba el protocolo. Los primeros, con Arturo Fernández de portavoz, se interesaron por la propiedad intelectual y las ayudas a la exportación; los segundos, por la situación de la economía española y la deuda soberana. A primera vista un golpe bajo, pero en realidad algo previsto por el guión. Keqiang en su intervención ya había expresado la confianza de su país en los bonos españoles y en la recuperación económica.
No hubo tiempo para más. Eran las 10.05, y en 10 minutos los coches salían hacía La Moncloa. No había que hacer esperar al presidente del Gobierno. Además, el protocolo chino dicta que hay que llegar un poco antes a las citas.
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