Zapatero se ratifica
El presidente defiende las reformas económicas como la única vía para salir de la recesión
Hace exactamente 12 meses, el presidente Zapatero, en su balance de fin de año, anunció para el mes de enero de 2010, con fechas concretas, la puesta en marcha de un paquete de medidas que debían engrasar la salida de la recesión. Citó, entre otras, la Ley de Economía Sostenible, la reforma laboral y la de las pensiones. Hoy, un año después, ninguna de esas apuestas se ha visto culminada, lo que da idea de las dificultades que España ha padecido, concretadas el pasado mes de mayo en el más severo plan de ajuste social jamás acometido por un Gobierno de nuestra joven democracia como consecuencia de las turbulencias que la crisis griega había provocado en los mercados. Todo el mundo coincidió en que aquel balance de Zapatero cerraba el "peor año de su mandato". No fue así. 2010 ha sido mucho peor.
Ayer, el presidente volvió a reflexionar sobre los retos que nos aguardan. En su discurso, incluyó una declaración explícita de que acabará la legislatura (aunque no precisó si él será el candidato del PSOE), algunas precisiones sobre la reforma de las pensiones que pretende el Gobierno (que se resumen en el diseño de un periodo transitorio hasta 2027 para prolongar la edad de jubilación desde los 65 hasta los 67 años) y un acendrado énfasis reformista de la economía. Para Zapatero no hay dudas. El camino de las reformas, la protección social y el aumento de la productividad es el único rumbo posible para superar la recesión y devolver a la economía española a la senda de la creación de empleo neto, el gran objetivo de 2011.
El balance hecho por el presidente no es objetable a grandes rasgos. Es paradójico que mantenga las políticas sociales como seña de identidad de sus Gobiernos cuando acaba de congelar las pensiones para 2011 (salvo las mínimas, que subirán el 1%), pero es verdad que antes de que Europa y los acreedores de la deuda exigieran un ajuste drástico del gasto público el Gobierno se esforzó por estirar los límites de la protección social. Hoy, el Gobierno ha emprendido, aunque con retrasos, políticas económicas para salir del estancamiento, y ayer transmitió con claridad que no se apartará del camino. El rumbo es mantener el ajuste presupuestario para cumplir con los objetivos de reducción del déficit, terminar las reformas laboral y del sistema financiero y afianzar el sistema de pensiones.
Ahora bien, las reformas mencionadas sufren, en mayor o menor medida, retrasos que comprometen el objetivo de recuperación económica y ese desafío de crear empleo neto que el presidente quiere para el año próximo. La demora más perniciosa para el crecimiento económico es la que afecta a bancos y cajas. Porque sin liquidez y sin préstamos, las empresas no podrán invertir, ni crear empleo. La reforma laboral y de las pensiones son importantes para acelerar la reactivación (cuando se produzca) y para garantizar la solvencia del Estado, pero la que decidirá el ritmo inmediato de la recuperación económica es la financiera. Y en ese punto las perspectivas para 2011 no son buenas; pasarán trimestres antes de que cajas y bancos normalicen los flujos de los créditos.
El mensaje lanzado por Zapatero -"estas son las reformas que hay que hacer y hay que hacerlas ahora"- revela que está dispuesto a pagar los costes políticos de los recortes (incluidos los que se derivan de los aumentos de tarifas). El presidente sabe que no es lo mismo crecimiento intertrimestral que recuperación. En 2011 no la habrá, porque no se creará empleo neto. Todo sería más fácil si el PP se implicara en reducir la deuda y los déficits autonómicos; un respaldo de esa naturaleza contribuiría a bajar los costes de financiación de la economía española. Pero el PP no parece dispuesto a rendir ese servicio al país.
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