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Reportaje:Los papeles de Afganistán

Un material altamente sensible

Entre los documentos filtrados hay miles de mensajes diplomáticos cuya difusión preocupa a la Casa Blanca

El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha presentado, de momento, cargos contra el soldado Bradley Manning, al que arrestó el pasado 26 de mayo en la base militar Hammer, en Irak, por haber robado y difundido un vídeo clasificado sobre una operación militar filmada en Bagdad en 2007 y 150.000 mensajes diplomáticos enviados por personal del Departamento de Estado.

Manning es también, según fuentes del Pentágono, el principal sospechoso en la filtración de los 92.000 documentos sobre la guerra en Afganistán publicados esta semana y que han revelado los nombres de informantes de las tropas aliadas, cuyas vidas ahora están en riesgo, según considera la Casa Blanca. Si se confirma que es el responsable de esa filtración, Manning podría ser juzgado en un tribunal militar por traición.

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El FBI está ayudando, además, al Departamento de Defensa en sus pesquisas y se centrará en un grupo de conocidos de Manning, ninguno de ellos militar, que podrían haber recibido el material secreto y haberlo filtrado al servidor de la página web Wikileaks. A ellos se les juzgaría en un tribunal civil, probablemente por espionaje.

En las conversaciones con el pirata informático Adrián Lamo, que llevaron a su detención, Manning alardeó de haber filtrado dos vídeos. El primero, la grabación de un ataque con helicópteros en Bagdad, en 2007, en el que fallecieron 12 civiles, entre ellos un fotógrafo y un conductor de la agencia Reuters y que fue publicado en Wikileaks en abril. También se jactó de haber obtenido otra grabación: un ataque aéreo en la localidad afgana de Garani, en 2009, en el que murieron un centenar de civiles. Este vídeo no ha sido difundido.

Además, aseguró haber filtrado 260.000 memorandos del Departamento de Estado, cables diplomáticos con informes secretos de las embajadas norteamericanas en todo el mundo. En ellos, los embajadores y sus subordinados opinan sobre asuntos como "la Santa Sede y su posición ante los escándalos sexuales del Vaticano", según dijo Manning en esas conversaciones. Tras su detención, el Pentágono rebajó esa cifra a 150.000. De ellos, solo dos han visto la luz en Wikileaks.

Se trata, por un lado, de un mensaje del 13 de enero en el que el subjefe de la misión norteamericana en Islandia, Sam Watson, detallaba una serie de discusiones privadas con el gobierno local sobre la posibilidad de cubrir las pérdidas generadas por la crisis económica. En un punto del memorando, asegura que un funcionario le dijo que probablemente "Islandia no podría hacer frente a sus deudas en 2011, una fecha en que debe pagar una serie de préstamos". En marzo, Wikileaks publicó un segundo cable, un perfil secreto de la primera ministra, Johanna Sigurdardottir. El documento menciona también las protestas del embajador islandés ante la ONU a causa del uso de su espacio aéreo para los vuelos secretos de la CIA.

Ese es el tipo de mensajes que los diplomáticos mantienen ocultos a toda costa, opiniones francas y consejos pragmáticos sobre cómo tratar con aliados y con enemigos. Ya en enero, The New York Times, uno de los diarios elegidos por Wikileaks para ofrecer en primicia los documentos de Afganistán, publicó unos cables secretos enviados por el embajador de EE UU en Kabul, que provocaron una gran tensión entre la Casa Blanca y el Gobierno afgano.

En ellos, el embajador Karl Eikenberry decía que Hamid Karzai "no es un aliado estratégico adecuado". El presidente afgano, se lee, "continúa evitando cualquier responsabilidad de soberanía, ya sea en defensa, gobierno o desarrollo". "Él y (...) su círculo no quieren que EE UU se vaya y solo ansían que invirtamos más en ellos. Asumen que codiciamos su país para una eterna guerra contra el terrorismo". La investigación revelará ahora si esos y otros cables vieron la luz por obra de Manning.

Bradley Manning.
Bradley Manning.

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