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El conflicto de Oriente Próximo

Erdogan, el nuevo caudillo islámico

El primer ministro turco arranca una condena internacional por el asalto a la flotilla de Gaza - "Israel pagará un precio por nuestros mártires", advierte

Turquía arrancó el martes una primera condena internacional a Israel. En una cumbre regional de seguridad celebrada en Estambul, 20 países asiáticos -con Rusia e Irán a la cabeza- respaldaron la petición del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, para castigar al Gobierno de Tel Aviv por el asalto a la flotilla de Gaza. Con su desafiante actitud hacia Israel, Erdogan se ha convertido en un nuevo caudillo político en el mundo islámico. Los manifestantes palestinos o libaneses invocan ahora al jefe del Gobierno turco en las marchas islamistas y más de un recién nacido en Gaza ha recibido el nombre de Erdogan.

El Ejecutivo de Ankara no logró que la condena formal al Estado judío figurara en la declaración final de la cumbre clausurada ayer en Estambul por la simple razón de que Israel, como miembro de pleno derecho de la Conferencia CICA (equivalente a la OSCE en Europa), interpuso un veto para bloquear la unanimidad exigida.

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Pero al clausurar la cumbre regional, el presidente turco, Abdulá Gül, dejó patente que todos los demás países habían condenado el asalto de las fuerzas israelíes cometido en aguas internacionales y habían exigido que una comisión internacional dirigida por la ONU investigue los hechos. "Es una clara manifestación de que Israel ha quedado aislado", advirtió Gül. "Turquía no olvidará un ataque que ha costado la vida a nueve de sus ciudadanos", agregó, "y por el que Israel sufrirá las consecuencias".

Habitualmente más vehemente que Gül -con quien fundó hace una década un movimiento islamista político moderado en Turquía-, Erdogan no vaciló en arremeter contra el Estado judío en un tono amenazador: "Daremos todos los pasos que sean necesarios, pero Israel tendrá que pagar un precio por nuestros mártires [los nueve activistas muertos en el abordaje israelí al buque turco Mavi Mármara]". El primer ministro turco intentó templar después los ánimos al asegurar: "En Turquía somos pacientes, y proseguiremos este proceso con paciencia".

Para el Gobierno de Benjamín Netanyahu la condena suscrita en Estambul por el primer ministro ruso, Vladímir Putin, de la mano del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, y del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, supone una nueva bofetada diplomática por parte de Erdogan.

La organización islamista Hamás cubrió ayer con banderas rojas turcas nueve simbólicos ataúdes en un homenaje en Gaza a los activistas muertos en el asalto israelí. En Beirut la muchedumbre que asistió a un acto similar organizado por Hezbolá gritaba: "¡Alá el misericordioso, cuida de Erdogan!". Desde la caída del Imperio Otomano, derrotado en la I Guerra Mundial en medio de la rebelión de los árabes, ningún otro líder turco había despertado tanto fervor en el mundo islámico.

"La Unión Europea ya no es una prioridad para nuestro pueblo", aseguraba el mes pasado en Ankara el subsecretario de Asuntos Exteriores turco, Selim Yenel, en una reunión con periodistas europeos, tras reconocer que menos de la mitad de sus ciudadanos confían en incorporarse algún día a la Unión. "Pero Turquía ha cambiado y ahora cuenta con una mayor autoconfianza política y económica". En el campo de la oposición laica turca, el vicepresidente del Partido Republicano del Pueblo, Onur Öymen, daba la voz de alarma: "Turquía es cada vez menos europea y nuestra política exterior se está alejando también de las posiciones europeas".

La economía turca concentra más de la mitad de sus intercambios comerciales con Europa y el Gobierno de Ankara negocia su adhesión a la UE desde 2005. Como subraya el jefe de la delegación de la Comisión Europea en Ankara, Marc Pierini, "Turquía está recuperando ahora su influencia en su área natural en tiempos imperiales". Pero mientras el veto de países como Alemania, Francia o Chipre bloquea su proceso negociador en Bruselas, Ankara expande con éxito sus exportaciones en el área del mar Negro, con Rusia como socio estratégico, el Cáucaso y Asia central.

De la mano de los negocios y la diplomacia, el Gobierno turco ha podido hasta ahora conducir una política exterior de "cero problemas con los países vecinos" que le ha permitido actuar como mediador entre Israel, con el que mantenía acuerdos militares y económicos, y Siria.

El ataque a la flotilla de Gaza parece haber cerrado ya esta vía de contactos, y en esta reedición posmoderna del califato -la autoridad moral que ostentaba el sultán de Estambul ante el mundo musulmán-, la Turquía de Erdogan se alza como una nueva campeona del islam, aclamada por una población árabe harta ya de la inanidad de sus propios gobernantes ante el poderío de Israel.

Miembros de las fuerzas navales palestinas de Hamás participan en Gaza en una ceremonia en honor de los muertos en el ataque a la flotilla.
Miembros de las fuerzas navales palestinas de Hamás participan en Gaza en una ceremonia en honor de los muertos en el ataque a la flotilla.AP

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