Al Qaeda siembra el pánico con una ola de atentados en Irak
Una alianza chií trata de impedir que Alaui se convierta en primer ministro
Irak revivió ayer la pesadilla de los peores momentos de la guerra sectaria. Coches bomba, suicidas y pistoleros causaron al menos 80 muertos y 250 heridos en diversos puntos del país. La oleada de atentados, que los observadores atribuyen a Al Qaeda, añade urgencia a la necesidad de cerrar la crisis electoral y formar Gobierno. Dos meses después de los comicios, los resultados aún están pendientes de la ratificación del Tribunal Supremo y una alianza chií trata de impedir que gobierne Iraquiya, la lista con más diputados aunque sin mayoría absoluta.
En el más sangriento de los atentados, un suicida se reventó en medio de la multitud congregada para atender a las víctimas de dos coches bomba que acaban de estallar a las puertas de una fábrica en Hilla, a 95 kilómetros al sur de Bagdad. Unas 40 personas resultaron muertas y otras 140 heridas, según fuentes hospitalarias citadas por las agencias de prensa. Pocas horas antes, otro coche bomba había causado una docena de muertos entre quienes auxiliaban a las víctimas de una primera explosión en un mercado de Suwayra, también al sur de la capital.
En la propia Bagdad, a primera hora de la mañana, pistoleros provistos de silenciadores atacaron seis puestos de control mientras en otros tres hacían explosión sendas bombas. El Ministerio del Interior dio cuenta de 9 muertos y 24 heridos, en su mayoría miembros de las fuerzas de seguridad. A última hora de la tarde, otro coche bomba, esta vez en Basora, la capital del sur del país, sumó otros 9 muertos y 22 heridos al trágico saldo del día. Varios ataques más en otros lugares del país elevaban la cifra final de fallecidos hasta 80.
La forma de actuar -atentados simultáneos y sucesivos- apunta a Al Qaeda, que en las últimas semanas ha recibido un duro golpe con la pérdida de sus dos jefes principales, Abu Omar al Bagdadi y Abu Ayub al Masri, a manos de las fuerzas de seguridad. Pero no hay que olvidar tampoco que de resultas de las elecciones del pasado 7 de marzo se han agravado las tensiones sectarias y que los radicales islamistas suníes, en los que ese grupo terrorista encuentra apoyos, ven con enormes recelos la jugada del primer ministro Nuri al Maliki, que el miércoles pasado alcanzó un pacto con la Alianza Nacional Iraquí para formar Gobierno.
Aunque ambos aliados todavía tienen que ponerse de acuerdo sobre quién va a encabezar el Ejecutivo, el megapartido chií bloquea cualquier posibilidad de que lo haga Iyad Alaui. Este ex primer ministro (también chií) lideró Iraquiya, una lista no confesional que mereció la confianza de la comunidad suní, gracias a lo cual obtuvo el mayor número de diputados, 91 frente a los 89 del Estado de la Ley de Al Maliki, según los resultados preliminares. Las acusaciones de fraude de Al Maliki han llevado a la Comisión Electoral a recontar manualmente los votos de Bagdad, donde se deciden 70 de los 325 escaños del Parlamento. El proceso, que no concluirá hasta el viernes, está prolongando la incertidumbre política.
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