Bruselas espera más pragmatismo
La UE confía en que los 'tories' moderen su euroescepticismo si llegan al poder
Aparentemente amortizado Gordon Brown, Bruselas seguía ayer la votación del Reino Unido con melancolía y cruzando los dedos para que se haga realidad en David Cameron el estereotipado pragmatismo inglés. La melancolía la producía ver que Nick Clegg, -"uno de los nuestros", según un europarlamentario- parecía abocado a quedar en nada, mientras se confiaba en que David Cameron despertara en Downing Street a la responsabilidad de gobernar frente a la pólvora del rey que gasta en la oposición. Distintas fuentes de variada ideología coincidían en una cosa: para la UE, el problema son los británicos, mande quien mande.
"Lo que se aprecia en Cameron es una evolución hacia el pragmatismo conforme han ido creciendo sus posibilidades de ser primer ministro", dice Diego López Garrido, secretario de Estado para Asuntos Europeos español. "Pasó de reclamar un referéndum sobre el Tratado de Lisboa a renunciar a él, y hay que esperar que mantenga esa evolución".
Íñigo Méndez de Vigo, veterano eurodiputado del Partido Popular, no distingue mucho entre Brown, Cameron o Clegg. "Los difíciles son los británicos: hay que contar con ellos, pero no depender de ellos". Méndez de Vigo percibe "señales no halagüeñas del Partido Conservador, donde hay mucho desinterés por los temas de Europa. En realidad, tienen una visión caricaturesca de Europa". Si él pudiera elegir, votaría por Clegg, que fue europarlamentario antes de regresar a la arena política británica, sirvió en la Comisión Europea y de joven fue alumno del Colegio de Brujas, ese semillero de eurócratas del que Méndez de Vigo es director.
En Bruselas gusta esa que es Clegg, un británico que desearía ver a Reino Unido trabajar activamente en la construcción europea y que aparece bien surtido en lenguas (inglés, francés y alemán, además de holandés, por parte de madre, y español, por parte de esposa). Pero en la capital de la Unión se da por descontado que habrá que bregar con Cameron. Nicolas Sarkozy quitó ayer drama al retorno de los a la capital de Europa. "Si Cameron gana será como los demás. Empezará de antieuropeo y terminará de proeuropeo", revelaron unos parlamentarios franceses que les dijo su presidente en una reunión en el Elíseo. "Es la regla". Evidentemente, Sarkozy se olvidó a Margaret Thatcher.
Cameron ha hecho ya feos a Europa, entre ellos el de sacar a sus eurodiputados del Partido Popular Europeo para crear una formación propia con euroescépticos conservadores de diversa laya. Fue un colosal error estratégico. Los vagan como alma en pena recordando los viejos buenos tiempos en que podían imponer políticas al primer partido de la Eurocámara mientras que ahora no son nadie. De los cinco informes en elaboración sobre supervisión financiera, asunto crucial para la City de Londres, ninguno está en manos británicas.
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