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El debate sobre la inmigración

Rajoy resbala con la inmigración

El líder del PP trata de aplacar el mensaje del sector más duro - Los populares defienden el modelo de Sarkozy y temen discursos tipo Berlusconi

Sólo una semana ha tardado Mariano Rajoy en cambiar el rumbo de su discurso sobre inmigración. El sábado pasado, en Mallorca, pidió endurecer la ley de inmigración. Este viernes, en Barcelona, sentenció que todos los inmigrantes, regulares e irregulares, empadronados o no, deben recibir educación y atención sanitaria "por el mero hecho de ser seres humanos". El líder del PP, según su entorno, se ha visto obligado a suavizar su discurso ante la constatación de una evidencia: los discursos extremos de algunos de sus dirigentes, espoleados por el mensaje confuso que lanzó él mismo la semana pasada, amenazaban con devolver al PP al lugar que más teme su líder: el de la soledad parlamentaria y la imagen extremista de la pasada legislatura. Fue eso lo que, según un análisis extendido en el marianismo, les llevó a perder las elecciones de 2008. La imagen del PP en el Congreso el jueves, de nuevo solo, frente a las acusaciones de xenófobo y oportunista de todos los grupos hizo saltar todas las alarmas.

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Rajoy, según explican los suyos, no tiene intenciones de abandonar el discurso duro contra la inmigración irregular. Eso, creen los estrategas, le dará muchos votos especialmente en barrios de tradición obrera, donde hay más conflictos. Los populares consideran que el PSOE se equivoca si les deja a ellos todo este espacio. Pero el líder del PP también quiere evitar los extremos y la posibilidad de que alcaldes del PP de toda España, espoleados por el ejemplo de Torrejón de Ardoz, se dediquen a promover medidas antiinmigrantes. De hecho, los primeros choques de dirigentes ya se han producido esta semana. Mientras Esperanza Aguirre y José María Aznar defendían la decisión de Torrejón, Alberto Ruiz-Gallardón la calificaba abiertamente de ilegal. Y mientras Alicia Sánchez-Camacho se apuntaba al discurso más duro del "no cabemos todos", Cristóbal Montoro defendía la aportación de los inmigrantes al crecimiento económico. Rajoy ha optado, como casi siempre, por dar una de cal y una de arena tratando de cuidar su imagen de dirigente moderado.

"Nuestro modelo es el de Sarkozy, el del contrato de integración, el de la dureza con la inmigración ilegal y la defensa de la inmigración legal. Pero tenemos algunos en el partido que apuestan más por mensajes tipo Berlusconi. Y eso es lo que Rajoy ha tratado de parar", señala un marianista. Mientras, la propuesta del líder del PP para dar asistencia sanitaria y social a los inmigrantes en situación irregular al margen del padrón ha hecho que el Gobierno levante las cejas con perplejidad. Un alto cargo del Ministerio de Trabajo e Inmigración considera "descabellada" la iniciativa. "Es grotesco", dice. "¿Qué estábamos poniendo en cuestión en toda esta polémica? ¿La existencia del padrón? ¿El padrón como instrumento para que los sin papeles accedan a determinados servicios? ¿La posibilidad de inscribirse en el padrón? ¿Lo que propone Rajoy es que les demos asistencia sanitaria sin saber cuántos son?". Para el Ejecutivo, Rajoy pretende convertir a los irregulares en invisibles. "El Estado y las comunidades autónomas deben saber cuántos inmigrantes sin papeles hay y dónde están", insiste la misma fuente.

Una fuente del PSOE analiza así la situación: "El PP trata de introducir la inmigración en la campaña. Parte de un argumento simplón: que dando duro en este asunto, puede obtener un buen eco en la calle. Pero tiene un problema: cuanto más duro es su discurso, más moviliza a nuestro electorado. En esta ocasión, a algunas personas de ese partido se les ha ido la mano. Por ejemplo, a Sánchez-Camacho con su "no cabemos todos". Mientras tanto, en el PSOE nadie ha chirriado. Tengo la impresión de que se les ha ido la mano, y Rajoy está intentando dar marcha atrás".

Un alto cargo del Ministerio de Sanidad asegura que "lo que pide Rajoy para los irregulares ya lo quisieran para sí todos los españoles, porque podrían tener asistencia primaria en las 17 comunidades. Les permitirían ser usuarios directos de los 17 sistemas actuales de sanidad". Mientras, CiU, la formación a la que pertenece el alcalde de Vic, actúa en la polémica como Jano el bifronte. La postura de su portavoz en inmigración en el Congreso, Carles Campuzano, que pactó con el Gobierno la reforma de la Ley de Extranjería aprobada hace poco más de un mes, no concuerda con el pensamiento de los líderes de la coalición, sobre todo con el del líder de Unió, Duran i Lleida. En Convergència, Artur Mas está en un discurso mucho más duro que su portavoz en Madrid. Es decir, CiU tiene dos discursos: uno en Barcelona y otro en Madrid.

La relación con CiU, ahora más estrecha porque sus posiciones duras sobre inmigración les han unido, es básica para el PP. Las catalanas son las primeras elecciones en el horizonte, pero además hay una cuestión de fondo. Los estrategas del entorno de Rajoy sostienen que una de las claves de la derrota de 2008 fue el voto anti-PP especialmente en Cataluña. Para evitar ese efecto de rechazo, que ahora según las encuestas es menor, el PP necesita normalizar su imagen en Cataluña. Y nada tendría más fuerza para lograrlo que gobernar, o al menos dar su apoyo a CiU para que gobierne. Es lo que está sucediendo en el País Vasco -donde también hubo mucho voto anti-PP en 2008- con el apoyo al PSE, que está teniendo muy buen efecto para la imagen de Antonio Basagoiti. Si el PP logra normalizar su imagen en Cataluña y los resultados en Andalucía mejoran, como indican también las encuestas, será muy difícil que Rajoy no gane en 2012, siempre según su entorno, cada vez más optimista.

El líder del PP, Mariano Rajoy, saluda a un inmigrante, en un mitin celebrado el pasado mes de  mayo en Alicante.
El líder del PP, Mariano Rajoy, saluda a un inmigrante, en un mitin celebrado el pasado mes de mayo en Alicante.EFE

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