"Estamos reviviendo el peor momento de nuestra vida"
"Estamos reviviendo el peor momento de nuestras vidas". Los tripulantes del pesquero vasco Playa de Bakio, que estuvo secuestrado durante siete días por piratas en las costas de Somalia, en abril del año pasado, no podían contener la rabia y la impotencia que les producía saber que su dolorosa experiencia "no ha servido para evitar que otros compañeros hayan acabado corriendo la misma suerte", lamentaba Ignacio Abal, primer oficial gallego, de 39 años, en conversación telefónica desde aguas del océano Atlántico. Allí se encontraba ayer faenando la embarcación, en plena campaña del atún desde hace 20 días. Es un destino "más tranquilo".
Abal no ha vuelto a surcar el Índico. "Allí era incapaz de dormir, cualquier detalle hacía saltar las alarmas". Aún tiene frescas en la memoria aquellas eternas jornadas en las que los 26 tripulantes debían cuidar hasta el más mínimo detalle para no propiciar que los secuestradores "se liaran a tiros". Una de esas cautelas era vigilar los generadores para que no se fuera de pronto la luz y mantener el motor encendido.
Nervios y tristeza
Tras su traumático cautiverio, José Manuel Valmárquez no se explica por qué el Gobierno "no ha hecho nada desde entonces". "Dicen que han mandado flotas, pero no hemos visto ni un avión, ni un barco, ni nada. El barco, esté donde esté, es territorio español, pero estamos viendo que nadie defiende los intereses de España", se dolía este joven de 32 años, que aquel 20 de abril desempeñaba el puesto de jefe de máquinas.
La intranquilidad de los tripulantes del Playa de Bakio, que recibieron la noticia del nuevo secuestro por correo electrónico a primera hora de la mañana, se extendía ayer a sus familiares, que quedaron "muy marcados" por lo sucedido a sus allegados el año pasado. "Están muy nerviosos y tristes, como nosotros, no pueden quitarse al Alakrana de la cabeza", explicaba Valmárquez.
Lo que más les duele, sin embargo, es que este "lamentable" episodio "se veía venir". "La ministra Chacón dijo que se iba a dejar la piel para luchar contra la piratería, pero luego esgrimió motivos económicos para no poner seguridad. Nosotros sólo pedimos cuatro infantes de marina por barco para que nos protejan. No es caro y, lo más importante de todo, no se puede jugar con la vida de la gente. Que escuchen a los que saben de esto. Te pasa algo así y ya no duermes tranquilo en un barco nunca más. Ahora sólo espero que les suelten muy pronto", deseó Ignacio Abal.
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