Obama avisa de que no tolerará nuevos excesos en la banca
El presidente de EE UU urge a reformar el sector en el aniversario de la crisis
Hace un año, Lehman Brothers se apagó. El colapso del banco de inversión neoyorquino reverberó por todo el sistema financiero y salpicó sin compasión al conjunto de la economía, detonando la peor crisis en siete décadas. Barack Obama aprovechó ayer que la herida sigue fresca para, con el dedo metido en la llaga, reclamar una drástica reforma de la regulación financiera, antes de que todo se olvide. Y cargó contra los bancos ante la posibilidad de que empiecen a volver a las andadas: "No volveremos a aquellos días de comportamientos temerarios y excesos desenfrenados, motivados sólo por el apetito de hacer dinero fácil y de conseguir retribuciones infladas". "Wall Street no puede continuar asumiendo riesgos sin tener en cuenta las consecuencias y esperar que la próxima vez los contribuyentes estén ahí otra vez al rescate", dijo.
"Las entidades tienen una deuda. Y pagarán hasta el último centavo"
Obama remarcó el aniversario desplazándose a Wall Street para recordar en el mismo epicentro de la crisis lo cerca que se estuvo del precipicio y clamar por una acción inmediata que permita reconfigurar el marco regulador, para corregir los fallos, amonestar al sector financiero por sus prácticas y evitar que se repitan los problemas de los últimos dos años. El lugar elegido fue el simbólico Federal Hall, frente a la Bolsa de Nueva York, la primera sede del Congreso de Estados Unidos.
Un año después de la hecatombe, Wall Street sigue haciendo dinero con la misma máquina que provocó el caos. Obama atacó a "algunas fuerzas" en la industria financiera que "desgraciadamente" siguen ignorando las lecciones de la quiebra de Lehman Brothers. Los grandes supervivientes, como JP Morgan Chase o Goldman Sachs, son aún más grandes y su apetito por el riesgo vuelve a crecer, al igual que los sueldos astronómicos de sus empleados. Las reglas que no pusieron freno a esta ansia siguen iguales. Y todo esto, tras movilizar billones de dólares de dinero público para estabilizar el sistema.
"Muchas de las firmas que ahora vuelven a ser prósperas tienen una deuda con los ciudadanos. Y tendrán que devolverla. Hasta el último centavo", dijo el presidente norteamericano. Por eso clamó por su responsabilidad, pidió la colaboración de Wall Street en apoyo de su reforma y, sobre todo, para que se eliminen las prácticas que provocaron la crisis.
El regreso a la normalidad tras un año de caos, enfatizó el presidente, "no debe llevar a la complacencia". Ante un nutrido grupo de congresistas, senadores y ejecutivos de Wall Street, advirtió que las vulnerabilidades siguen ahí y destacó que aún no se dispone de un mecanismo para contener un episodio similar.
Los cambios que propone la reforma de la regulación financiera de la Casa Blanca se basan en dos pilares. Por un lado, reforzar los poderes de la Reserva Federal (el banco central) para supervisar e intervenir entidades claves para la estabilidad. Por otro, crear una agencia que proteja al consumidor frente a prácticas abusivas en productos financieros.
El presidente Obama se anotó un tanto al decir que gracias a la intervención pública se logró evitar una segunda Gran Depresión: "Podemos estar confiados de que el temporal de los dos últimos años empieza a amainar". Pasado el pánico, cree que es hora de cambiar de estrategia; de abandonar la fase de rescate e ir hacia una de reconstrucción. Es su manera de elevar a la opinión pública su iniciativa para reescribir las normas del sistema financiero, ahora que la economía mejora. La falta de reglas claras, explicó, fueron las que llevaron a "un rescate mucho más intrusivo" de lo previsto. Frente a las críticas a su intervencionismo se declaró "un firme creyente del poder del libre mercado". Eso sí: el Gobierno debe estar ahí para proponer reglas de juego que hagan los mercados más vibrantes sin poner barreras a la creatividad o a la innovación.
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