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La ofensiva terrorista

La banda recurre al 'secuestro express' en sus últimos atentados

Los tres etarras que colocaron la furgoneta bomba junto al edificio que alberga la sede de la radio televisión vasca y las de otros seis medios informativos siguieron una pauta repetida en alguna de las acciones recientes cometidas por ETA: el secuestro e inmovilización del propietario del vehículo utilizado en el atentado durante el tiempo necesario para su comisión. Así sucedió el pasado 3 de diciembre con el coche robado a mano armada en Deba (Guipúzcoa) por los asesinos del empresario Ignacio Uria y en el que se desplazaron hasta Azpeitia para cometer el crimen.

En el atentado del miércoles en Bilbao, apenas discurrieron dos horas y media desde que sus autores -uno de los tres parece ser una mujer- secuestraron en Arrigorriaga (Vizcaya) al dueño de la furgoneta donde cargaron la bomba y el momento en que ésta destrozó la fachada acristalada del edificio Bami en Bilbao. Los etarras asaltaron al propietario de una Citroën Jumpy hacia las 8.30, poco después de que fallaran en su intento de detener otra furgoneta conducida por una mujer, y avisaron a las diez de la colocación del explosivo. Utilizaron el teléfono móvil de la persona que secuestraron y dejaron atada a un árbol. Se dieron a la fuga en un Citroën C2 que robaron poco después a mano armada en Bilbao.

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Se estima que el artefacto estaba compuesto por cien kilos de explosivo, una cantidad que viene utilizando la banda en sus últimos atentados con coche bomba. Ésa era la carga colocada en los ataques de septiembre contra la comisaría de la Ertzaintza de Ondarroa, la sede de Caja Vital en Vitoria y la residencia militar de Santoña donde murió un brigada. Pero en este caso los coches utilizados se robaron en Francia. Las investigaciones policiales se centran en la estructura de legales del complejo Vizcaya de ETA que quedó intacta tras la detención de Arkaitz Goikoetxea y la fuga de Jurdan Martitegi.

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