Bush anuncia en Wall Street la creación de una fuerza especial contra el fraude
El presidente de EE UU quiere duplicar las penas de cárcel por falsificar documentos
El presidente estadounidense, George W. Bush, anunció ayer en Wall Street una serie de medidas para castigar a los responsables de los escándalos económicos que han minado la confianza en la economía y amenazan con salpicar a su propio Gobierno. En el corazón financiero de Estados Unidos, el presidente Bush pidió endurecer las penas de cárcel contra los ejecutivos deshonestos, anunció la creación de una fuerza especial para investigar los fraudes corporativos y ligó finalmente la prosperidad del país a la responsabilidad moral y ética de sus empresarios.
Fue un discurso más moral que económico: la crisis no está en el sistema, sino en la falta de ética de unas cuantas ovejas descarriadas. 'He venido a hablar de una nueva era de integridad en la vida empresarial de América', empezó diciendo el presidente ante el millar de ejecutivos de Wall Street reunidos en el salón de baile del hotel Regent, a unos cuantos metros de la Bolsa.
Por si hubiera dudas sobre el mensaje, el presidente enunció las nuevas medidas ante un telón azul donde se repetía la frase 'Responsabilidad empresarial'.
Bush anunció la creación de una nueva fuerza que se dedicará exclusivamente a la investigación de fraudes empresariales, 'un comando especial contra crímenes financieros'. El grupo estará a cargo del número dos de la Fiscalía General, Larry Thompson, y tendrá como misión coordinar el trabajo de las distintas agencias gubernamentales dedicadas a estos fraudes.
También pidió duplicar (de cinco a diez años) las penas de cárcel para los responsables de falsificación de documentos (legalmente: fraudes en envíos postales o electrónicos) y convertir en delitos criminales la destrucción de documentos y otras formas de obstrucción a la justicia, como pasó de forma tan espectacular en el escándalo del gigante energético Enron. 'Usaremos todo el peso de la ley para encontrar y acabar con la corrupción', dijo Bush.
El presidente pidió 100 millones de dólares (101,5 millones de euros) y nuevos investigadores para la Comisión del Mercado de Valores (SEC) para el año que viene, además del aumento de 20 millones de dólares que ya solicitó para este ejercicio. El pasado lunes tuvo que defender a su presidente, Harvey Pitt, cuya dimisión han pedido los demócratas.
Bush también detalló algunas de las medidas de un plan de diez puntos, que propone, entre otras cosas, evitar las irregularidades contables, regularizar las compensaciones millonarias que se embolsan los ejecutivos, aumentar la transparencia de la gestión ante los inversores o garantizar la independencia de las auditoras.
'No podemos permitir que las páginas de negocios de los periódicos se lean como las páginas de escándalos', dijo Bush.
Enfatizó las tremendas repercusiones de los recientes escándalos en los pequeños inversores y los empleados que han perdido su trabajo (WorldCom ha despedido a 17.000 personas) y sus planes de pensiones. Recordó que 80 millones de estadounidenses (algo menos de la mitad de los hogares del país) invierten en Bolsa.
El discurso no tuvo una repercusión inmediata en Wall Street. El Dow siguió cayendo durante las palabras presidenciales (ha perdido 10% en lo que va de año). De hecho, aparte del 'comando especial' contra los crímenes financieros, las medidas anunciadas ayer por Bush necesitan ser ratificadas por el Congreso y aceptadas por las empresas.
Antiguos escándalos
La intervención en el corazón financiero de Estados Unidos es un cambio radical de estrategia para la Casa Blanca, que hasta ahora había hecho todo lo posible por mantenerse al margen de los escándalos financieros.
El Gobierno de Bush consiguió incluso no verse salpicado por el caso Enron, el mayor contribuyente del Partido Republicano, y cuyo ex director, Kenneth Lay, es un viejo amigo del presidente.
La ristra de fraudes, especialmente de WorldCom, y la proximidad de las elecciones legislativas de noviembre, forzaron un cambio de táctica. Bush también se ha visto personalmente cuestionado al tener que responder por la venta, hace 12 años, de las acciones de una empresa petrolera de Tejas, Harken Energy Corporation, de la que era miembro del comité directivo, antes de que ésta anunciara cuantiosas pérdidas.
La cuestión ahora en Washington es agenciarse el tema de la ética empresarial. Los demócratas han tomado la delantera. Media ahora antes del discurso presidencial, sus líderes en el Senado y la Cámara de Representantes pidieron endurecer las medidas contra el fraude, creando un nuevo organismo para supervisar a las auditoras.
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