Una oportunidad para romper el tabú
Sin el lastre de la política afgana, Pakistán puede encontrar en la crisis con India una salida de Cachemira
Despojado de su política afgana, Pakistán se enfrenta a la necesidad de redefinir su política exterior, y la actual crisis con India por Cachemira puede convertirse en la espita que abra el camino para ese cambio. De momento, el diario The New York Times asegura que el general Pervez Musharraf ha ordenado a sus poderosos servicios secretos (ISI) que corten toda ayuda a los separatistas cachemires. Aunque Islamabad ha desmentido esa información, no cabe duda de que el debate se ha abierto dentro de la cúpula dirigente paquistaní y, a pesar de todas las implicaciones históricas, sentimentales y estratégicas, Cachemira puede empezar a dejar ser un tabú al oeste del Himalaya.
Los gestos son contradictorios. Tanto el presidente paquistaní como el primer ministro indio aseguran que no desean una guerra y que no serán los primeros en utilizar el arma nuclear. De hecho, acaban de renovar su compromiso de no atacar las instalaciones atómicas del otro. Sin embargo, sobre el terreno, en la disputada región de Cachemira, las tropas de ambos países han reforzado su presencia y su arsenal a lo largo de la Línea de Control, una demarcación trazada después del alto el fuego de 1971. Y los incidentes violentos han aumentado en la zona bajo control indio. ¿Hasta dónde puede llegar el tira y afloja?
No cabe duda de que India está aprovechando el ambiente internacional creado por la 'guerra contra el terrorismo' de Estados Unidos para establecer paralelismos con la situación que se vive en el Estado de Jammu y Cachemira, el único de mayoría musulmana de toda la federación india. En él se enclava el 45% del antiguo principado de Cachemira que Nueva Delhi se anexionó tras la partición de India y Pakistán en 1947 (Pakistán administra un tercio y China el resto). Desde entonces la ignorancia del derecho a la autodeterminación del pueblo cachemir (reconocido en varias resoluciones de la ONU) ha sido caldo de cultivo para una revuelta independentista que rápidamente encontró simpatías en el también musulmán Pakistán.
El problema se enquistó a finales de los ochenta, cuando el ISI quiso aprovechar los combatientes fogueados en la guerra contra la ocupación soviética de Afganistán para reforzar a los insurgentes cachemires, fuertemente reprimidos por India. Desde entonces, Cachemira se convirtió en el primer argumento del apoyo paquistaní al régimen talibán. Desaparecido éste, es el momento de que Pakistán revise su política exterior, empezando por Cachemira.
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