2.000 presos políticos salen de la cárcel tras el derrumbe del régimen talibán
'Yo vine por la recompensa. Y ahora voy a intentar matar a Bin Laden otra vez'
Unos dos mil presos políticos talibanes fueron liberados por los jefes pastunes de la cárcel de Sargassa. ¿Cómo se podría describir la mirada de aquella gente saliendo con un saco al hombro, en filas, cada uno a su provincia de procedencia y con el dinero suficiente para el viaje? ¿Cómo describir la expresión de sus caras cuando vieron la calle? Un rostro detrás de otro hasta sumar 2.000. Desde lo alto de las murallas miraban al periodista y saludaban como si los fuera a liberar el propio periodista. 'Es que nos tenían amedrentados. No oíamos noticias de fuera. Sólo escuchábamos las bombas'.
'Y nos decían que en cuanto la situación cambiara un poco iban a venir los árabes a matarnos a todos. Y en los últimos días disparaban desde lo alto de las murallas y llegaron a herir a tres de los presos', comentaba en inglés el comandante Amaulá-Bahir, antiguo subgorbernador de la provincia de Ruzgan. 'Tengo 45 y he pasado aquí cinco. En todo este tiempo he visto a mi madre sólo una vez y otra vez a un anciano de mi aldea', añadió.
Había quien salía con un pájaro en una jaula y otro con un ramo de flores que se lo ofrecía al extranjero. En medio del caos había quien se quejaba de no haber recibido dinero para ir a casa. Gente como el comandante Mohamed Ebrahim. 'Llevo tres años y medio aquí sin ver a ninguno de mis ocho hijos. Y no sé cómo haré para ir a Mazar-i-Sharif'.
Había presos de todo tipo y condición. El kurdo de 26 años Sadiq aseguraba que lo cogieron hace tres años, cuando vino a Afganistán para matar a Osama Bin Laden. 'Yo vine a por la recompensa de cinco millones de dólares que ofrecía la CIA. Los árabes me cogieron porque yo no traía pasaporte. Pero ahora, en cuanto salga, voy a intentar matarlo otra vez'.
Y para historias sorprendentes la que ofrecía un inglés de raza negra, de 30 años, procedente de Manchester, padres jamaicanos y de nombre Janal. 'Me cogieron en territorio paquistaní a principios de octubre. Yo estaba en Quetta haciendo turismo'. Si hay una ciudad donde no se ve un solo turista, ésa es Quetta. 'Es cierto, pero es que yo soy un viajero y me gusta anotar cosas en mis cuadernos. Y bueno, andaba por Pakistán, no recuerdo exactamente el sitio, y me cogieron. Me acusaron de espía'.
Tanto el inglés como unos diez presos árabes, turcos, rusos o iraníes esperaban ayer en la cárcel a que las Naciones Unidas o Cruz Roja les ofrecieran ayuda humanitaria para salir del país.
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