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EE UU y la Alianza estrechan el cerco a Bin Laden en Tora Bora

2.000 'muyahidin' y comandos especiales buscan al jefe de Al Qaeda

Guillermo Altares

Los aviones estadounidenses continuaron ayer sus intensos bombardeos sobre la región de Tora Bora, donde se han desplegado más de 2.000 muyahidin locales, apoyados por tropas especiales de Estados Unidos. Su misión es encontrar a Osama Bin Laden en el laberinto de cuevas que proliferan en esta zona, cuyo nombre quiere decir en castellano Polvo Negro. Tras la rendición de Kandahar, el esfuerzo se centra en la caza de Bin Laden.

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Numerosos testigos aseguraron que la intensidad de los ataques aéreos, con bombas de 110 y 225 kilos lanzadas desde B-52, era inusitada. Llamaradas naranjas y columnas de humo negro emergían un poco por todas partes en los bosques y montañas que cubren esta región.

Estados Unidos ha anunciado que utilizará un nuevo tipo bomba de gran potencia, diseñada para atravesar las gruesas paredes de los búnkeres y que es capaz de alcanzar objetivos a 30 metros bajo tierra, aunque estén protegidos por muros de hormigón armado. En uno de esos escondrijos podría estar escondido el cerebro de los atentados del 11 de septiembre, acompañado por sus principales lugartenientes de Al Qaeda.

Pero, como ha ocurrido en otros puntos de Afganistán, este tipo de bombardeos contra amplias zonas de terreno no se pueden realizar sin víctimas civiles por mucho que agentes en tierra fijen los objetivos con láser. La organización no gubernamental francesa Médicos sin Fronteras (MSF) aseguró ayer que 80 civiles, completamente ajenos a los combates, habían muerto y otros 50 habían resultado heridos como consecuencia de los ataques aéreos de Estados Unidos.

Desde la vecina ciudad de Jalalabad, que se encuentra a 50 kilómetros de Tora Bora, MSF ha señalado que sus propios cooperantes han recuperado los cadáveres. Esta semana, varios periodistas también habían confirmado en hospitales la muerte de civiles por los bombardeos.

Apoyados en el intenso fuego aéreo y de artillería, los guerrilleros movilizados desde Jalalabad para tomar las cuevas de Tora Bora, donde se refugian cientos o miles de combatientes chechenos, árabes y paquistaníes de Al Qaeda, han logrado penetrar en alguno de estos escondrijos, aunque, por ahora, no han logrado capturar vivo a ningún dirigente de la organización terrorista de Bin Laden.

Un portavoz de Hazrat Ali, el caudillo militar que más tropas ha aportado a la ofensiva, ha señalado que sus muyahidin han encontrado los cadáveres de 22 combatientes extranjeros de los talibanes en una de estas cuevas. También ha indicado que no se están produciendo rendiciones, como ocurrió en el sitio de Kunduz, donde resistieron más de dos semanas miles de combatientes de las milicias radicales en medio de constantes deserciones. Todas las informaciones sobre el terreno indican que los talibanes extranjeros resisten la ofensiva que está convirtiendo las montañas de Tora Bora en un infierno.

Registrar palmo a palmo las 40 cuevas, que empezaron a ser reforzadas en tiempos de los soviéticos, en las que podría estar escondido Osama Bin Laden, no va a ser un trabajo fácil y los ataques aéreos, por muy potentes y destructivas que sean las bombas que lancen los B-52, no son una solución para una operación que requería más bien la cirugía militar.

Fuentes islámicas en Londres negaron ayer que Al Zawahiri, el lugarteniente de Bin Laden, resultara herido en un bombardeo esta semana, como informó algún comandante pastún en la zona. Al Zawahiri no está herido y 'hace vida normal', aseguró Hany al Sobai, director del Centro de Estudios Al Mazrizy, según Efe.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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