El frente de la guerra de propaganda
Estados Unidos intenta utilizar a la televisión Al Yazira para influir sobre la opinión de los países musulmanes
Hafez al Mirazi, delegado en EE UU de la televisión árabe Al Yazira, se queja de agotamiento. 'No me dejan comer, no me dejan dormir', se lamentaba el lunes en un ascensor del National Press Building de Washington. Pero Al Mirazi no sufría tanto por el exceso de trabajo como por el exceso de llamadas telefónicas: la Administración estadounidense le pide una y otra vez que entreviste a sus máximos representantes. De pronto, la Casa Blanca ha descubierto que sus mensajes no llegan al mundo árabe, y Al Yazira, la televisión de moda, parece la mejor solución de urgencia.
Durante semanas, Hafez al Mirazi había rogado en vano que los responsables del Departamento de Estado le hicieran declaraciones. Hace 10 días, todo cambió. Las figuras más destacadas se ofrecían. El primero en colocarse ante las cámaras de Al Yazira fue Colin Powell. El lunes acudió Condoleezza Rice; el martes, Donald Rumsfeld.
El brusco cambio de actitud tuvo su primer reflejo en la extrañeza de Bush, cuando, el 11 de octubre, se extrañó públicamente por el 'odio' antiamericano que percibía en los países árabes y reconoció que era necesario 'trabajar mejor' para explicar a las opiniones públicas musulmanas la posición de Estados Unidos.
Años después de haber asfixiado presupuestariamente a la USIA, la agencia que difundía por el mundo los mensajes estadounidenses, y con las emisoras de La Voz de América desacreditadas en Oriente Próximo (la audiencia total es inferior al 2% de la población), un presidente de EE UU descubría que no bastaba con convencer a sus propios electores y que había un más allá ignorado. Charlotte Beers, recién nombrada subsecretaria de Estado para la Diplomacia Pública, admitió también su sorpresa por la desconfianza, cuando no odio, de las audiencias árabes. 'Estoy un poco perpleja por lo difícil que resulta lograr que lleguen los mensajes', dijo.
La superpoblación de figuras estadounidenses en Al Yazira no es más que una medida de urgencia. La televisión por satélite con sede en Qatar se ha convertido en la principal referencia informativa entre las poblaciones árabes (incluyendo la residente en EE UU), pero las opiniones están muy encallecidas y los especialistas en comunicación descartan que el prejuicio antiamericano pueda ablandarse con unas cuantas entrevistas. Hace falta una estrategia a largo plazo, y esa estrategia no se basa en Al Yazira ni en La Voz de América, sino, por ahora, en Westwood One, la mayor cadena radiofónica estadounidense, de propiedad privada.
Ya antes del 11 de septiembre, Westwood One había concebido un plan para emitir en Oriente Próximo. 'Hicimos un estudio y comprobamos que existía una batalla de la información en esos países y que los medios estadounidenses no contaban', explicó Norman Pattiz, directivo de Westwood. Después del 11 de septiembre, y vista la necesidad de difundir el punto de vista de Washington, todo han sido facilidades para el grupo radiofónico. El presupuesto federal para 2002 incluye una partida destinada a ayudar a Westwood para el lanzamiento de una programación de noticias y música popular, las 24 horas del día, en FM y AM, en los principales países árabes. Para el primer año, el coste se estima en 30 millones de dólares (unos 5.550 millones de pesetas).
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